domingo, 27 de noviembre de 2016

Hayedos y setas

Bosque de hayas (fayeu)
En las parte alta del concejo de Aller y cerca del Jardín de la Barrosa, son comunes los hayedos en la parte sombría de las laderas de la montaña. En general las hayas en estas latitudes, suelen crecer a partir de los 600 metros de altura y llegar hasta los 1.400 metros. Por debajo de ese nivel lo común son los bosques de castaño o de roble. El haya (Fagus silvatica, "faya" en asturiano) crece bien en toda la cordillera Cantábrica y en los Pirineos siendo más escasa en el resto del país.
 
Es un árbol que puede alcanzar gran altura, mas de 40 metros, y un tronco considerable, a menudo retorcido por las
Fagus silvatica atropurpurea en mi jardín.
inclemencias del tiempo. En zonas húmedas crece con bastante rapidez y sus raíces se extienden, bastante superficiales, por debajo del mantillo de hojas, incluso en terrenos bastante pobres. Los bosques de hayas suelen tener un sustrato bastante ácido, lo que impide que crezcan otras plantas en el sotobosque, todo lo más musgos y helechos, así que son fáciles de caminar. Tienen un encanto difícil de resistir, especialmente en otoño, cuando uno camina sobre el mullido lecho de hojas y los rayos de sol penetran las copas doradas, pero también en los días de niebla y lluvia cuando las formas de los árboles se difuminan y parecen flotar con una misteriosa luz interior.  Conviene no meterse en solitario en uno de estos bosque ya que es muy fácil extraviarse en el interior. Se pierden muy pronto las referencias y pronto todos los árboles nos parecen iguales.

Las hayas se utilizan en jardinería de muchas maneras: como setos, como árboles recortados o  ejemplares únicos de gran tamaño e incluso bonsáis. Se adaptan con bastante facilidad a cualquier terreno. En los países de Centroeuropa los setos de haya son magníficos y necesitan muy poco mantenimiento. También hay hayas con hojas variegadas o de color  púrpura, lo cual añade atractivo para diferentes usos.

La madera de haya es suave y ligera, de color claro. En esta zona se ha utilizado tradicionalmente para la fabricación de madreñas (zuecos de madera que aún se usan diariamente en muchos pueblos), yugos, utensilios de cocina o muebles. No aguanta muy bien la intemperie así que no se  utiliza en el exterior. En la actualidad apenas se utiliza comercialmente más que para leña de chimeneas (IKEA se ha comido la mayor parte de las mueblerías que trabajaban esta madera) lo cual es una pena pero tal vez por eso se conservan hoy en día decenas de hectáreas de estos bosques.

Hace unas semanas acompañe a unos amigos que recogían setas en un bosque de hayas cerca de Cardeo, y aunque yo solo conozco unas pocas variedades de setas y además no había muchas, el paisaje recompensa la caminata. Aquí os dejo algunas fotos.

Un haya de buen tamaño al fondo en el jardín.

Las tres hermanas. (hayas recortadas)

Dos aprendices de bonsái (fagus silvatica)

Dentro del bosque



 
Las setas crecen con rapidez en los troncos muertos y el lecho de hojas caídas.
Recogiendo setas.
Seta no comestible entre musgo.
Setas no comestibles. Desconozco la especie.



Tronco cubierto de líquenes.
 





Cabaña para el ganado.

lunes, 21 de noviembre de 2016

Primeras nieves y destrozos en el jardín.

Las hojas del Gingko por el suelo y un par de ramas arrancadas. Nada grave.
La semana pasada la nieve llegó de improviso y sin avisar (la información meteorológica daba nieve a 800 metros no a 400) y, como no podía ser de otra manera, causó algunos destrozos, ya que árboles y arbustos aún conservan casi toda su hoja. Los jardineros estamos acostumbrado a estos lances del destino. Yo soy de la opinión de que lo que no sobrevive a los avatares del tiempo es mejor prescindir de ello. Todos los años la nieve suele causar estragos en algunos de mis arces o magnolios, nada que una poda más o menos severa no pueda remediar. Últimamente suelo sujetar las ramas de los arces más pequeños o desparramados con cuerdas de rafia, pero sin llegar a los excesos de la jardinería japonesa. Al menos evita que se desgajen algunas ramas. También suelo podar los magnolios tanto de hoja caduca como perenne dándoles una forma redondeada pero esta vez no llegué a tiempo del todo. Algunos manzanos todavía con fruta también se han roto. Justo cuando llega la hora de la recolección para comenzar a hacer la sidra.

Por lo demás la nieve es extremadamente beneficiosa en esta época, ya que tras un verano de mucha sequía empapa la tierra en profundidad y potencia la fijación de las raíces y la acumulación de azucares en las mismas. Dos días después el jardín revive con una fuerza inusitada. El césped recobra un color verde esmeralda e incluso las flores de las salvias levantan la cabeza de nuevo. Mientras, algunos arces dan sus últimas bocanadas de color mientras otros inician sus cambios con retraso. Pronto será ya invierno y toda esta belleza de color se habrá ido.

Este Magonlio soulangena ha quedado bastante maltrecho. Necesitará una buena poda.


El que ya no tiene remedio es este Cercis silicastrum (Arbol de judas). Se ha partido totalmente y tendré que prescindir de él.

Unos días después el jardín recobra su aspecto habitual.


Aspecto del magnolio de flores malva tras una poda severa.


El "Acer palmatum base" comienza su coloración otoñal.


Acer "Sango kaku" -amarillo y "Osakazuki" -rojo.





Las salvias vuelven a levantar la cabeza tras la nevada.






Mirador.


Este color verde del césped parece casi fosforescente


Frutales.





Acer  palmatum dissectum "Green globe" y bonsáis.


En mi opinión el Acer palmatum "Osakazuki" tiene la mejor coloración otoñal de todos los arces japoneses.








Acer palmatum "Ueno yama", un arce joven bastante delicado.


Hojas de dissectum "Green globe".


Hojas de Gingko.


Hojas de diferentes arces japoneses.



 Hojas de manzano.


Y para terminar un par de fotos del estanque.

 

jueves, 17 de noviembre de 2016

Puesta de sol en los montes de Cardeo con dron.

Sobrevolando los montes de Cardeo al atardecer.
 
Hace unas semanas acompañé a unos amigos que querían grabar con un dron el otoño, en los montes cercanos al "Jardín de la Barrosa". Ya era tarde así que nos apresuramos por una empinada pista de tierra en dirección a los montes de Cardeo, una zona de pastos y caserías de montaña cerca del pueblo Santibáñez de la Fuente, del cual hice una entrada no hace mucho. En esta zona rápidamente se alcanzan los 1200-1300 metros de altura  y como podéis comprobar por las fotos las vistas son magníficas con varias cadenas de montañas en sucesión. Cerca de la última mini-cordillera -Montes del Aramo-  que veis en esta primera fotografía está la capital de Asturias, Oviedo, a unos 60Km. de distancia. El manejo de drones exige su aprendizaje y ciertamente son parte de un futuro muy cercano. Tienen ya cámaras magníficas y sus usos son múltiples, aunque a mi me siguen pareciendo aquél juguete que todos quisimos tener de niños. La visita fue una disculpa para sacar unas preciosas fotos del paisaje y de la puesta de sol que os pongo a continuación. La grabación del dron ocupa una enorme cantidad de espacio y no es posible ponerla en este blog sin un complejo tratamiento de la imagen que yo no se hacer. Espero que os gusten.
 
 Subida hacia los montes de Cardeo.


Vistas del valle de Cardeo.







Gran parte del bosque a esta altura es de  hayas (Fagus silvatica)


 Mirando al sur hacia los puertos de Vegarada.y Piedrafita

 




 El dron sobrevolando a gran altura la pared de roca caliza.
 

 
Puesta de sol.