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La ciudad de Edimburgo desde Calton Hill. |
Edimburgo es una ciudad
monumental que impresiona por sus gigantescos edificios de piedra oscura, su
clima intempestivo y la marea humana de visitantes que deambulan por sus calles
como si buscaran el santo Gríal. Uno puede quedar abrumado por tanta historia y
tanto edificio histórico que visitar. Afortunadamente no faltan en cada esquina
excelentes pubs victorianos donde tomar una Guinness o viejos cafés donde cada
mañana sirven sublimes scones con pasas sultana. La capital de Escocia reúne
todo lo bueno y lo malo de las ciudades históricas de la Gran Bretaña: un
exceso de turistificación de su historia y sus edificios, y espacios verdes
donde perderse cuando uno ya no aguanta más.
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Jardines de Princess Street. |
Edimburgo fue la capital de los escoceses
desde el siglo XI, gracias a su monumental castillo, casi inexpugnable,
edificado sobre una colina desde la que se domina toda la ciudad. Desde allí
guerrearon una y mil veces contra los ingleses o entre ellos mismos ya que
Escocia siempre estuvo controlada por varios clanes, a menudo enfrentados los
unos a los otros, y ferozmente orgullosos de su terruño particular. Durante
toda la Edad Media fueron frecuentes las guerras con los ingleses. En el siglo
XVI, María I de Escocia es decapitada por su media hermana Isabel I en Londres,
y pocos años después, el hijo de María, Jacobo I, unifica el reino pasando
Escocia a formar parte del Reino Unido, más o menos, porque aún siguió
manteniendo su independencia “de facto” durante varios siglos más nombrando sus
propios reyes. La historia de la reina escocesa está intrínsecamente ligada a
Edimburgo y bien representada en todos los edificios históricos de la ciudad,
desde el castillo al palacio de Holyrood. Está por todas partes.
Palacio real de Holyrood, sede de la monarquía escocesa. |
Durante el XVIII y gran parte del
XIX Escocia alcanza un gran desarrollo industrial y cultural, bien representado
en los lujosos e inmensos edificios y monumentos de Edimburgo, hasta el punto
de ser llamada la “Atenas” de Europa. En esa época se termina la Royal Mile,
los Monumentos a Nelson y Scot, la Galería Nacional, el Monumentos Nacional, la
Gran estación de tren, el Hotel Balmoral, la Ciudad Nueva, etc. Sin embargo, tras
la primera guerra mundial, la decadencia de la industria empobreció a muchos
escoceses, que se vieron obligados a emigrar al Nuevo Mundo. El descubrimiento
de petróleo en el Mar del Norte y el turismo –el petróleo del siglo XXI- han
vuelto a reconvertir la ciudad de Edimburgo en una de las más activas y
visitadas de Gran Bretaña. No podía ser de otra manera.
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La conocida Victoria Street con sus fachadas de clores. |
Además de esos grandes edificios
de piedra, ennegrecidas por la lluvia, la ciudad merece la pena por sus
espacios verdes. Los jardines del Palacio de Holyrood tienen tanto interés como
el propio palacio y su historia. El Jardín Botánico de Edimburgo es uno de los
mejor cuidados que he visto en Europa. Los jardines de Princess Street son un
buen lugar para pasear contemplando la vista del castillo. Calton Hill, con sus
grandiosos monumentos, merece una visita para contemplar la ciudad desde lo
alto, aunque no sobraba un poco más de atención a la naturaleza que lo rodea.
El cementerio de Greyfriars o el cercano al palacio de Holyrood son también lugares
verdes llenos de historia y de monumentos olvidados. En cuanto a los museos,
uno de no debe perderse la Galería Nacional, pequeña pero llena de grandes
joyas de los mejores pintores europeos. El Museo Nacional de Escocia sorprende tanto
por la belleza del edificio como por las grandes exposiciones que alberga.
Ambos son gratuitos así que no hay disculpa para no visitarlos. Sin duda
Edimburgo es una gran ciudad para pasar unos días embobado con su monumentalidad e historia. Lo suficientemente
pequeña para ir caminando a casi todas partes, pero con suficientes atractivos para
llenar varios días. Si extendemos la visita una semana más recorriendo las Highlands y los grandes castillos
y jardines, el viaje será mucho más completo. En realidad, una visita a
Escocia es casi como ir a otro país europeo de tamaño medio. Os animo a
visitarla. Os encantará.
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La catedral de Saint Giles y capilla interior. Iniciada en 1124, sufrió numerosos incendios y asaltos en su larga y agitada historia. |
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Grandes edificios de piedra en el Royal Mile. |
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Pubs y tiendas típicas en esta calle. |
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La Plaza de West Parliament en el Royal Mile. |
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El castillo desde Princess Gardens. |
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Jardines en Princess Street. |
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Los jardines ocupan el lugar de una marisma, Loch Nor, que fue drenada en 1820. |
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La fuente Ross de 1872, que estuvo antes en la exposición Universal de Londres. |
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Vista de Old Town desde los jardines de Princess Street. |
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Puerta de entrada al castillo. Sus orígenes datan de 1124 durante el reinado de David I. |
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Edificios en el interior del castillo. |
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Muralla interior. |
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Vista de la ciudad desde el castillo. |
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Palacio de Holyrood, residencia principal de los monarcas escoceses desde el siglo XVI. Fue ocupado por incontables monarcas incluida la más conocida, María I. |
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Patio interior del palacio. |
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Abadía agustina de Holyrood construida en 1128 por David I de Escocia. |
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Jardines del palacio. |
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Cementerio de Canongate. |
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Monumento a Sir Walter Scott. |
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Sala de la Galería Nacional. |
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Pintura española en la Galería Nacional. |
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Sala del Museo Nacional de Escocia. |
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Cementerio de Greyfriars. |
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Monumento Nacional de Escocia, con sus gigantescas columnas de estilo Dórico. |
lo tengo como destino pendiente, si mejorase mi ingles seria ya... jejejej precioso reportaje!
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