lunes, 23 de octubre de 2017

Los crisantemos son para los muertos

Si, esa es la realidad. En este país es raro ver crisantemos en los jardines y, lo que es más, nadie regalaría un ramo de crisantemos a su novia o a su mujer por su cumpleaños. No se considera apropiado. Los crisantemos se reservan para el Día de los difuntos y es una pena porque sus floraciones tardías son fundamentales para dar luz a los jardines durante el otoño.

La tradición de dejar flores en las tumbas de los difuntos aparece ya documentada hace casi 13.000 años y así ha seguido hasta nuestros días en casi todas las religiones. Las flores son un símbolo de la belleza y pureza del alma del difunto. En cuanto al hecho de dedicar un Día  a los difuntos, a los que se han ido, es común en muchas culturas. Los celtas celebraban Samhain, el Día de los muertos al final de la cosecha y del solsticio de verano. Durante esta festividad se invitaba a los difuntos a visitar a los vivos y se dejaban alimentos y flores a las afueras de las casas para tener contentos a los espíritus. Esta fiesta se romanizó luego durante la ocupación de estos pueblos por el Imperio romano. En cuanto a los cristianos, siempre atentos a adaptar cualquier costumbre pagana en su beneficio, declararon el 1 de Noviembre como Fiesta de todos los Santos con el fin de honrar a los  mártires y, por extensión,  a todos los difuntos. Y ahí llegaron los crisantemos, una de las pocas plantas que florece justo por esta época para cumplir el oficio de honrar a los muertos.
 
Crisantemos en la Barrosa
 
Claro que antes de que llegara esta economía de consumo feroz, los crisantemos se cultivaban en los pequeños huertos cerca de las casas. Allí tenían reservado su espacio, a poder ser al lado de un muro soleado. Y si uno se pregunta porqué los huertos en España nunca han evolucionado hacia una función más ornamental como los "cottage gardens" ingleses, es porque aquí las plantas de flor  casi siempre tuvieron una función utilitaria para decorar las iglesias, no las casas -al menos entre las clases medias y bajas-. Así era común en estos mismos huertos plantar celindos, filadelfos, rosas y lirios para poner en la iglesia durante  Mayo, el mes de las flores, al igual que las dalias y crisantemos para el Día de difuntos. Algunas de las fotos de esta entrada todavía constatan, en los pocos huertos que quedan en este pueblo, la presencia de crisantemos y dalias con esta función.
 
¿Quien ha dicho que las coles y crisantemos no pueden ir juntos?
 
Yo apenas he comenzado hace un par de años a plantar algunos crisantemos en la Barrosa y, puesto que los viveros de esta zona no ofrecen ninguno a la venta, los he conseguido de esquejes pedidos a algunos vecinos y que he logrado enraizar sin problemas. Hay que tener en cuenta que la mayor parte de las plantas que se venden en las grandes superficies o en los comercios chinos esta semana, son plantas de temporadas que es difícil que sobrevivan al invierno en un jardín. Eso sí, la mayoría de estas plantas -algunos cientos de miles- morirán de deshidratación en las próximas días en nuestros cementerios ya que cada vez es más común dejar la planta con su maceta al lado de la sepultura o sobre ella. !La industria de lo efímero es un buen negocio!.  En cuanto a su cultivo en jardín, es de lo más sencillo, al menos aquí en el norte, si se plantan crisantemos de "clima frío" que aguanten las heladas. Conviene recortar su crecimiento durante la primavera una o más veces -hasta principios de Julio, no más- para que la planta ramifique y la floración sea más uniforme y extensa. Aquí os dejos unas fotos ilustrativas de crisantemos esta semana.
 
 
Crisantemos que crecen esta semana en la Barrosa. Desgraciadamente no conozco la variedad de cada uno de ellos ya que provienen de esquejes que se cultivan en los huertos cercanos.
 


Crisantemos, Salvias y Gauras.

 
 
 





Crisantemos y Centaureas aún en flor a finales de Octubre.
 

Crisantemos en los huertos cercanos a la Barrosa.
 
Crisantemos y acelgas.




Crisantemos al lado de una pared de la casa.

Crisantemos en una jardinera junto a la casa.

 
Crisantemos a la venta en Oviedo.
 
Crisantemos en los puestos de flores  en el mercado del Fontán en Oviedo.

La variedad de colores de los crisantemos se acrecienta cada año que pasa.




Crisantemos orientales de flores grandes y colores aterciopelados y casi imposibles, como el dorado de la fotografía de abajo.


Crisantemos de flor pequeña, los más comunes

 
 
Combinaciones de dos colores.
 

Últimamente se ha puesto de moda combinar varios colores en la misma maceta creando un caleidoscopio de color. La industria de lo efímero en todo su apogeo. Lástima que solo existan durante unos días.

domingo, 22 de octubre de 2017

Subida al "picu Esturbin", el techo del concejo de Aller

El Estorbin con su forma piramidal. A la izquierda los Picos de la Liebre.
El Estorbin es una de esas montañas que pareces ver desde cualquier parte, no en vano es la más alta de este concejo de Aller, con 2.115 m.. Su aspecto casi piramidal, escoltada por los llamados picos de la Liebre, le dan un aspecto inconfundible y en los días despejados su cima parece alcanzar el cielo. Más arriba ya no hay nada. Las palabra "estorbin o esturbin" como se suele decir por esta zona, proviene, como muchos otros topónimos, del latín "turbidum", turbio, enmarañado, y alude a las nubes frecuentes que lo envuelven y a la escasa visibilidad. Quizás por eso el momento más conveniente para alcanzar su cima es en otoño, en uno de esos días claros de luz dorada, cuando las hojas de los abedules brillan como monedas de oro y las ramas de las arandeneras son de  color carmín o sangre.
 
La subida al Estorbin no es muy dura y, a pesar de que el desnivel es grande, cualquiera puede lograrlo. Los habitantes de esta zona decimos que un allerano que se precie debe subir, al menos una vez en la vida, a la cima de Estorbin, así que hace una semana convencí a mis primos y al fotógrafo Camilo para que me acompañaran en la excursión. Hay muchas maneras de llegar allí. De hecho la subida más fácil se hace desde el pueblo leonés de Tonín, pero también se puede llegar atravesando el valle del Río Negro, parroquia de Murias, y luego seguir en un todoterreno por una pista forestal hasta la antigua mina del Escalar. A partir de aquí se empieza a caminar ladera arriba por diferentes valles y vaguadas cubiertas de brezo y arandaneras hasta alcanzar los picos de la Liebre y ya bordeando estos picos, se llega con facilidad  a la cima del Estorbin. En total, la excursión se puede hacer en unas seis horas de camino. Se recomienda llevar comida y agua, y tomárselo con tranquilidad, disfrutando del paisaje.
 
Durante la ruta vimos veces corzos saltando a gran velocidad sobre las matas de brezo y urcias. Imposible fotografiarlos. También águilas y buitres gigantescos volando sobre los acantilados en busca de carroña. El día fue inmejorable y la visibilidad impecable. Desde la cima se puede ver una buena parte de Asturias - no en vano está situado en la cordillera central, justo en medio de la región- y uno se da cuenta de lo impenetrable que resulta esta gigantesca sucesión de cadenas montañosas que nunca parece tener fin. Esto es Asturias. El paisaje ya empieza a tener esa coloración otoñal tan hermosa, aunque al bosque aún le falta unos días. Aquí os dejo unas fotos de la excursión.
 
Cabaña en la subida al Estorbin

El valle del Río Negro con algunas de las poblaciones de la parroquia de Murias.

Valle de montaña del Rasón, una de las mayores praderías de alta montaña (1.400 m.) de Asturias.

Vista hacia el valle de Nembra, bordeando los Picos de la Liebre.

Luz amarillenta de media mañana.
Mis primos y Camilo con el trípode al hombro.



A la izquierda se empieza ya a apreciar la cumbre del Estorbín.

Laderas cubiertas de arandaneras y brezos.

La única planta con flor que encontré en el camino. Sin identificar.

La gran mole de Peña Ubiña aparece detrás de la vaguada.

Conos en sucesión de los picos de la Liebre (1800-50 m.)



Camilo arrastrando su pesado equipo hacia la cima.

En la cima.

Cadenas de montañas en sucesión. Así es una gran parte de Asturias.

La primera cadena es la mole de Peña Mea. La última el macizo central de los Picos de Europa.

Camilo sacando fotos, sin duda mucho mejores que las mías.

De vuelta, con luz de atardecer. Foto de Camilo.
La luz del atardecer tiñendo de oro y carmín  las laderas.

Abedules (amarillos) y arandaneras (rojas)


No podían faltar las ultimas vacas de este otoño.
En el descenso. Foto de Camilo.