martes, 22 de mayo de 2018

Viajes en el pasado. Amazonia 3.: De Santarem a Belem. Ilha do Marajo. Brasil 2011

Cabaña e iglesia baptista en la orilla del río Amazonas.
 
De Santarém a Belem hay aún unos 1200 km. de viaje a través del gran río, así que me esperan tres días de navegación y dos noches durmiendo en una hamaca, aunque ya he comenzado a acostumbrarme. No es tan fácil dormir en una hamaca y necesitas un tiempo para que tu cuerpo se haga a la idea de dormir en una postura tan extraña. También hay mucho tiempo para tomar cerveza, charlar con los pasajeros y los pocos turistas extranjeros que viajan en el barco, y sobre todo contemplar los pueblecitos de las orillas y el ajetreo del río. Esta vez nos cruzamos con un par de gigantescas tormentas que duraron un par de horas inundando la cubierta de agua y zarandeándonos como en un tiovivo pero, aparte del mareo, nadie pareció preocuparse y el barco continuó su ritmo sin inmutarse, a pesar de que los extranjeros estábamos un poco nerviosos. 
 
 
Al tercer día llegamos a Belem, la capital de estado de Pará, en la desembocadura del Amazonas. Con algo más de dos millones de habitantes, es la decima ciudad de Brasil y, al igual que Manaos, vivió su época de esplendor a finales del XIX y principios del XX, durante la época del auge del caucho. Desde su puerto se controlaba la salida de las mercancías de la selva hacia Europa. 

Desde entonces ha llovido mucho y su gran centro histórico y su puerto ha pasado por años de decadencia y de abandono. Decenas de edificios coloniales y modernistas se encuentran aún  cubiertos de maleza. debido en gran parte a que la gente más pudiente se ha trasladado a los nuevos rascacielos que crecen como hongos a la orilla del río abandonando el centro histórico de la ciudad. Hoy la municipalidad parece haber iniciado una importante campaña de rehabilitación de edificios en su centro históricos. Hay un cierto boom económico. Todo Brasil lo está viviendo, pero Belem aún está bastante lejos de alcanzar el desarrollo turístico y comercial de otras ciudades como Río de Janeiro o Salvador de Bahía. Aún hay decenas de edificios coloniales en completo abandono y se ven muy pocos turistas extranjeros por las calles. Es una ciudad tranquila donde la mayor parte de la actividad está a la orilla del río y es un lugar fabuloso para ver sus mercados y detenerse a contemplar las decenas de frutas extrañas, tubérculos, animales de todo tipo y otras cosas comestibles salidas de la selva.


Belem. Al fondo mercado "Ver-o-Peso" fundado ya en el siglo XVII por los portugueses para controlar las mercancías del Amazonas.
Tras pasar unos días en Belem, cogeré de nuevo un barco para trasladarme a la Ilha do Marajo, la mayor isla marítimo-fluvial del mundo, de un tamaño similar a Suiza. Apenas está aún desarrollada para el turismo extranjero y sus habitantes viven en gran parte de la agricultura, la ganadería y la pesca. Encontré un hotelito muy agradable en un lugar bastante aislado, llamado Joanes, al lado de una preciosa playa donde los marineros llegan todas las mañanas con sus barcas cargadas de pescado. El pueblo apenas lo forman un pequeño grupo de casas y una iglesia. Nada parece haber cambiado desde hace 200 años. Es el lugar ideal para relajarse, descansar, hacer caminatas por el interior y disfrutar del agua durante unos días. Están de fiestas, lo cual no se si es bueno o malo. A la vuelta ya tengo billete de avión para Brasilia y continuar mi viaje por este país.

Barcos en uno de los pueblos del trayecto a Belem.

Espectaculares puestas de sol desde el barco.


La nueva cubierta atestada de gente.

Establecimiento en la orilla del río.

Cabañas a la orilla del río.

Un hombre con dos niños trata de anclar su lancha al barco.

Típico barco en la ruta del Amazonas.

Alrededores de Belem.
Puerto antiguo de la ciudad de Belem.


Los edificios coloniales y los bloques de pisos se mezclan en toda la ciudad.

Típico edificio colonial con azulejos portugueses en la fachada.

Catedral metropolitana de Belem.

Una calle de la ciudad de Belem.

Puerto pesquero y mercado.


 

Una mujer vende medicinas locales hechas con plantas y animales.

El consumo de bacalao en Brasil es casi tan importante como en Portugal. Un puesto de bacalao en el mercado de Belem.

Población de Joanes en Ilha do Marajo.

Iglesia de Joanes.

Pousada Ventania do Rio Mar. Joanes. Ilha do Marajo en la desembocadura del Amazonas.

La playa desde la Posada. El agua es principalmente dulce debido al río.

Barcas al atardecer-.

Preparando las redes en la playa.

Justo al amanecer, los hombres lanzan grandes redes desde la playa y todos colaboran en recoger los diminutos peces.

Los niños recogen los peces más pequeños.

 

Un pescador de Joanes con las capturas del día.
El mar frente a la Pousada.


Lagunas en el interior de la isla.

Los búfalos son muy importantes en la economía de la isla.

Playa en Ilha do Marajo.

Bailes populares en los festejos del pueblo.

Todos los jóvenes del pueblo colaboran en los bailes regionales.


Hay que reconocer que los brasileños saben divertirse incluso en los pueblos más pequeños.

Viajes en el pasado. Amazonia 2. De Manaos a Santarem. Brasil 2011

Puerto fluvial de Manaos. En uno de esos barcos haré el primer tramo del viaje hasta Santarém.

El "Cisne Branco" donde viajé durante tres días.
Como ya dije en la entrada anterior el gran río Amazonas es la autopista de la selva. Diariamente salen decenas de barcos en todas las direcciones: hacia arriba, hacia las frontera con Perú, Bolivia y Colombia, o hacia abajo, en dirección a Belem y el océano.

 Navegan las 24 horas del día y  en el recorrido van parando en diferentes poblaciones para cargar materiales y personas. No esperéis algo lujoso. La mayoría de los barcos son muy similares unos a otros, y la gente viaja en grandes cubiertas abiertas al exterior donde cuelgan sus hamacas y sus equipajes. Algunos barcos llevan camarotes cerrados pero, hace tanto calor dentro y son tan incómodos, que la hamaca en cubierta resulta la opción más razonable y la más fresca. Rodeado de gente por todas partes que come, duerme y contempla el paisaje del río, es, sin lugar a dudas, la mejor opción para "vivir el gran río". De camino, continuamente se acercan embarcaciones pequeñas que vienen a vender o a comprar algo. Se adosan al costado del barco y lo siguen durante un tiempo. A veces el río es tan grande que parece que navegas en el mar y no ves las orillas. Otras, el barco discurre por canales más estrechos desde donde puedes ver las cabañas entre la vegetación o los pequeños pueblos. El barco suele llevar su propio restaurante, donde puedes comer, pero son tantas las ofertas de comida del exterior, que casi no te hace falta. He decidido hacer el viaje en dos tramos. Tres días hasta Santarém, donde pararé durante un tiempo para recorrer los alrededores y un segundo tramo de otros tres días hasta la ciudad de Belem en la desembocadura del Amazonas.

Ruta de Manaos a Santarém por el río Amazonas, unos 800 km.
Así viaja la gente, incluido yo. Cada uno con su hamaca colgada en una de las cubiertas.
 
Salida de Manaos

La ciudad de Manaos desde el río Amazonas.

Durante el viaje paramos en las poblaciones de Parintins, Yurutí , Santana y alguna más.


Otra pequeña población en la ruta.

Vendedores tomando el barco por asalto para vender comida.

Puerto fluvial de Parintins.

Típica población de las orillas del Amazonas.

Antes de llegar a Santarém, el gran río se divide en cientos de canales, lagos y diferentes ramales. El barco navega más cerca de la orilla. Cabañas en un ramal del río.



Llegada a Santarém en plena noche.
A pocos kilómetros de Santarém, unos 30 km. río arriba, se encuentra Alter do Chao, un lugar insólito, donde el gran río Tapajos, un afluente de aguas azules y transparentes se une  con el Amazonas dando lugar a un paisaje de dunas, playas e islotes tan singulares, que uno parece estar en la costa del Caribe. Son las conocidas playas del río Amazonas a donde acuden miles de turistas locales a pasar sus vacaciones de playa a miles de kilómetros del mar.


Pasaré unos días en este pueblo  y luego me dirigiré a la "Reserva do Tapajos" donde me alojaré con una familia durante un par de días para explorar la selva de los alrededores. Una semana después continuaré la ruta en barco hasta Belem y la desembocadura del Amazonas.

Escena de playa en Alter do Chao. Playas del Amazonas.

Embarcadero en Alter do Chao.

Niños jugando.

Podría ser una playa del Caribe pero es una laguna formada por el río Tapajos, afluente del Amazonas.

Resultado de imagen de Alter do chao
Alter do Chao desde el aire a mediados de verano con el agua baja. Foto tomada de Internet

Cuenca del Tapajos vista desde una colina en "Ihla Do Amor". Es la misma vista un poco más lejos.

El río Tapajos se une al Amazonas y en algunos sitios su anchura llega a los 45 klm.

Orilla del río Tapajos.

De viaje hacia el poblado con un par de turistas más.


Parada para un baño.

Yo al lado del río.

Aquí vamos a pasar unos días con una familia.
Una de las "suites" privadas.

Parte del pequeño poblado de la reserva.

 
Nuestro anfitrión recolectando latex de uno se sus árboles de caucho y una de sus hijas haciendo la cena.


Una paseo por los alrededores.


Eso es una tarántula, en una de las paredes de madera de la casa. Mejor no tocarla.
 

Una serpiente arborícola deslizándose sobre nuestras cabezas.

Nuestro  guía orgulloso de su barco y algunos compañeros de viaje.

Atardecer al lado del poblado. Río Tapajos.


No es el horizonte del mar sino el gran río Tapajos, un afluente del Amazonas.
De vuelta. La catedral de Santarém desde el río.