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Pescadores en una de las playas de Muine. |
A
lo largo de la historia, lo que hoy conocemos como Vietnam nunca estuvo
unificado sino repartido en diferentes reinos, a menudo luchando unos con
otros, cuando no intentando expulsar a invasores extranjeros del reino Cham,
Jemer o Chino. La influencia cultural de estos tres reinos es notable en la
cultura y el desarrollo de las ciudades, sobre todo en Hue y Hoi An, las
consideradas ciudades históricas del país. Hue, situada a medio camino entre el
norte y el sur del país, fue capital de diferentes prefecturas del reino
Champa, casi desde el siglo IV, hasta que, con la llegada de la dinastía
Nguyen, se convirtió en capital imperial y administrativa del reino unificado
de Vietnam entre 1802 y 1945. Se reconstruyó la enorme ciudadela para disfrute
del emperador y se dotó de numerosos palacios, templos y edificios
administrativos. Poco queda de aquel esplendor. La ciudadela fue bombardeada
sin descanso por los franceses durante la ocupación de Vietnam y más tarde por
los americanos.
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Pagoda de la Dama celestial. Hue. |
Llego
a Hue después de viajar toda la tarde y noche en un destartalado autobús
durante los casi 700 km desde Hanoi. Estoy destrozado. Al día siguiente visito
los restos de la ciudadela imperial. Parece que, tras permanecer totalmente en
ruinas durante años, el gobierno decidió recuperar todo lo posible del lugar con
vistas al turismo y lo cierto es que han hecho un trabajo aceptable. Uno puede
imaginar cómo debió de ser esta enorme ciudadela llena de exquisitos edificios,
jardines y estanques llenos de nenúfares. Apenas hay gente así que voy a mi
aire, sin prisas. La arquitectura
vietnamita es un poco diferente de la de los países cercanos como Tailandia o
Camboya. Tiene más influencia de China, pero es más delicada que la de este
país. Al menos esa es mi opinión. Los
edificios son principalmente de ladrillo visto y madera oscura, con tejados
lacados y muy decorados. Entre unos y otros hay estanques, jardines y puentes.
Da una sensación de equilibrio y delicadeza. Al día siguiente, cuando visito
las tumbas de los emperadores Nguyen, en las afueras de la ciudad, confirmo
esta opinión. Estos emperadores construían sus propias tumbas en vida, en
fincas de recreo rodeadas de paredes de piedra, al lado del río. Tan hermoso es
el interior como el exterior. En medio de jardines y estanques hay pequeños
edificios de madera con exquisitos miradores sobre grandes cisternas cubiertas
de flores de loto. A veces con pequeñas islas y embarcaderos. Se dice que los
emperadores venían aquí a meditar, a recitar poemas, a contemplar la belleza
del entorno desde pequeñas barcas de remos. Entre los árboles hay numerosas
estelas de piedra con poemas o instrucciones confucianas. Sin duda un lugar muy
hermoso para disfrutar estando vivo o muerto.
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Palacios y estanques en la Ciudadela de Hue. |
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Barcas de bambú en la playa de Hue. |
Hoi
An. Unos 84 km más al sur se encuentra esta pequeña joya de ciudad que fue el
puerto principal de los Champa y un gran centro comercial desde los siglos XVI
al XVIII. En esa época convivían japoneses, holandeses, indios, y hasta
portugueses y españoles que conocían la ciudad como Faifo. A partir del XVII
los japoneses dejaron de comerciar y fueron los chinos los que tomaron el
relevo. Muchos se casaron con mujeres vietnamitas y a ellos se debe gran parte
de los edificios y grandes casas y templos que aún se pueden ver hoy en día. A
partir del XIX el puerto entró en decadencia y la ciudad se conservó
milagrosamente tal como estaba en esa época. Hace apenas dos años (1999) que la
ciudad fue declarada Patrimonio de la Humanidad, así que aún no ha llegado el
turismo de masas. Visito alguna de las abigarradas casas y mansiones chinas
abiertas al público. Me levanto a las seis de la mañana para ver la descarga
del pescado en el puerto. Luego alquilo una barquita con una mujer al remo que
me lleva por los canales y el puerto entre un enorme ajetreo de actividad. Los
peces de las cestas de mimbre brillan bajo el sol de la mañana entre oro y
plata. La ciudad es hermosa hasta la saciedad. Paso el resto del día en una
playa de arena blanca donde casi nadie se baña porque al agua está tan caliente
que quema.
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| Pescadora en uno de los canales de Hoi An. |
Dieciocho
horas de autobús hasta Nah Trang son muchas horas, pero no queda otro remedio.
Las carreteras son desastrosas y están siempre en obras. Ningún vehículo
circula a más de 40 km por hora. El paisaje cambia varias veces. Tan pronto se
hace más seco, con dunas, como fértil con palmeras y campos de arroz. Esta
ciudad se ha convertido en el lugar de playa de para los turistas occidentales,
pero aún está lejos del Benidorm que será, 20 años después. Tal solo se ven un
par de edificios altos. El resto son hoteles para “backpackers” al lado mismo
de la arena. Una excelente playa de arena amarilla y cocoteros, agua
transparente y fresca, cerveza barata, buena comida. No se puede pedir más. A
la tarde me acerco hasta el pueblo pesquero donde los hombres extienden enormes
redes en la playa y las mujeres las llevan por el mar desde esas barquitas
cesto tan extrañas que se ven por todas partes. La luz es magnífica con el sol
del atardecer, y no paro de hacer fotos. Paso varios días metido en el agua y
me apunto a un viaje en barco donde casi todos los turistas jóvenes terminan
borrachos. Sirven una especie de vino dulce con hielo y sin límite además de
mucha fruta (“fruit and wine partry”, se llama) Algunos siguen bebiendo metidos
en el agua en ruedas de goma. Visitamos un par de islas y hacemos snorkelling
en un par de lugares.
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Una trabajadora de una fabrica de palitos de incienso. |
Unos
días después desciendo por la costa hasta otro lugar de playa –casi secreto- de
nombre Mui Ne. Apenas un pueblecito de pescadores rodeados de dunas e
interminables playas de arena blanca. Es uno de los lugares más hermosos que he
visto nunca. A la noche el mar se llena de lucecitas blancas de pescadores en
sus barcas-cesto. A la tarde, extienden sus largas redes y, al recogerlas,
llenan la arena de pescaditos que saltan como navajas de plata. Me levanto a
las cinco de la mañana para verlos regresar y caminar sobre las dunas con sus
balancines llenos de peces. Permanezco varios días de relajo total sin otra
cosa que hacer que comer, leer, charlar con otros viajeros y permanecer en el
agua. En algún momento debo coger otro autobús hasta Saigón.
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Campos de arroz cerca de Hoi An. Puente chino de Hoi An. |
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Dos casas coloniales se reflejan en el agua en los canales de Hoi An. |
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Estanque en una de las tumbas de los emperadores Nguyen. |
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Amanecer en Hoi An. Paseo en barca por los canales. |
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Puerto de Hoi An. |
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Tienda de farolillos. |
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Interior de un templo. |
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En la playa de cerca de Hoi An. |
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Recogiendo pescado de las redes en Phra Nang.
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Puesta de sol en Phra Nang. |







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