domingo, 18 de agosto de 2019

Viajes en el pasado. La fortaleza de Sirigiya. Sri Lanka.


La ciudad-fortaleza de Sirigiya. Sri Lanka  (Foto tomada de Internet)


Sirigiya, también llamada la Roca del León, es uno de los lugares arqueológicos más importantes del Sudeste asiático. No en vano se le llamó la Octava maravilla del mundo antiguo. Esta ciudad-fortaleza, centro de culto, situada casi en el centro de la isla de Sri-Lanka, la antigua Ceilán, es un lugar donde el mito y la leyenda se hacen realidad. Construida alrededor del siglo V C.D., aunque hay restos de haber sido habitada desde el Neolítico, este gigantesco farallón rocoso parece navegar en medio de la llanura y el bosque como un arca de Noé o una nave interplanetaria. Al abrigo de la enorme roca hay cuevas y dinteles habitados desde hace más de cinco mil años.

Foto antigua que muestra el acceso a la parte superior de la roca 
a través de escaleras talladas en la roca.


A partir del siglo III B.C. fue ocupada sistemáticamente por eremitas que, atraídos por su forma y por su extraña morfología, construyeron templos y pequeños lugares de culto en cuevas o bajo sus enormes piedras, pero fue en el siglo V cuando el rey Kashiapa I, que había usurpado el poder asesinando a su padre y obligando a su hermanastro, el auténtico heredero, a huir a la India, decidió construir aquí una ciudad fortaleza inexpugnable, abandonando la antigua capital de Anuradhapura. En la base de la gran roca sus arquitectos construyeron jardines geométricos, palacios, templos y numerosas fuentes y embalses utilizando sofisticados sistemas hidráulicos para acumular el agua del monzón y reutilizarlo a lo largo del año, pero fue en la cima de la roca donde edificaron el palacio fortaleza del rey, así como estancias para la guardia y sus cortesanos. El misterio es como consiguieron elevar el material por las paredes casi lisas de la roca hasta una altura de doscientos metros para construirlos. Hasta hace unas decenas de años el acceso a la parte superior se hacía por muescas excavadas en la pared a modo de escaleras como muestran unas fotografías antiguas. La cima parecía casi totalmente inaccesible.



Reconstrucción pictórica del león de entrada a la fortaleza de la roca.

Esta fortaleza casi inexpugnable no salvó a Kashiapa de la muerte a manos de su hermanastro, el verdadero heredero, quién regresó en el 495 con un gran ejercito desde la India. Ante la derrota casi segura, se dice que Kashiapa prefirió suicidarse cortándose él mismo el cuello. Tras la batalla, Moggallana, el auténtico rey, regresó a la antigua capital y Sirigiya continuó como monasterio y centro de culto hasta ser abandonada totalmente hacia el siglo XV.

La ciudad fue redescubierta por el Major inglés Jonathan Forbes en 1831 y no fue hasta 1890 cuando los arqueólogos pusieron su atención en los restos arqueológicos y se descubrieron las enormes garras del gran león que se había construido como puerta de entrada a la roca. Sucesivas excavaciones revelaron las construcciones en la cima, los restos de los preciosos frescos con mujeres que adornaban las paredes de la roca y los geométricos jardines y estanques que se extendían en la llanura en torno a la roca. Aún falta mucho por excavar y descubrir, si bien Sirigiya ya consta como Patrimonio mundial de la Humanidad bajo la protección de la Unesco.

Restos del antiguo león que daba entrada a la fortaleza.


 Sirigiya recuerda vagamente a la ciudadela de Machu Pichu y es sin duda uno de esos lugares que atrae por su misterio y su belleza. Se puede pasar un día o más observando la vida alrededor de sus estanques cubiertos de flores de loto o espiando el baño de algún elefante que regresa de una cansada jornada de trabajo. La subida a la roca por las escaleras de hierro colgadas de la pared impresiona bastante, y una puede recrearse en imaginar la vida allí arriba entre las ruinas de los palacios ya desaparecidos, o la batalla entre los dos hermanos a lomos de elefantes, justo enfrente, en la llanura. La luz del atardecer tiñe de dorado las paredes que antes, se dice, estuvieron cubiertas de murales de cientos de mujeres de una extraña belleza que podían verse desde lejos. Hoy apenas quedan unas pocas, pero nadie sabe quiénes son o a quién representan. Un lugar que uno no debe perderse en una visita a Sri Lanka. Espero que os gusten estas fotos.
Calzada de entrada a la ciudad que se hallaba en la llanura frente a la roca.

Según se asciende hacia la roca gigantescas piedras van marcando el camino entre escalinatas de ladrillos y pequeños templos.


Las escaleras de hierro colgadas de la ladera fueron construidas no hace mucho para facilitar el acceso a la cima.

Escaleras de metal hacia la cima.

Restos de los antiguos frescos que decoraban las paredes de la roca. Se dice que había mas de 500 figuras de mujeres.
Obreros construyendo andamios en las paredes de la roca.

En la cima quedan los cimientos de los palacios y edificaciones de la fortaleza que debieron ser de madera en su mayoría.

Además de los restos de los palacios y edificios, hay gigantescas cisternas para suministrar agua a la fortaleza.



Escolares locales contemplan las ruinas y la llanura. 
Estructuras de estanques, jardines geométricos y cimientos de los palacios desde la roca.

A media altura, en uno de los lados de la roca, hay varias construcciones, templos y cuevas.

Templos y ermitas en los abrigos de la roca.



La ciudad está rodeada de grandes estanques o "barays" para almacenar el agua del monzón. Un sistema similar se usaría en Angkor Wat, Camboya, cuatro siglos más tarde.


Los estanques cubiertos de flores de loto son un refugio para una gran variedad de vida salvaje.



Muchacho bañando a uno de los elefantes de trabajo.

El agua almacenada proveía de vida y sustento a los habitantes de este efímera ciudad. Hoy en día siguen funcionando pero solo hay una pequeña población cerca de las ruinas.

En Sirigiya se encuentran algunos de los restos más antiguos de zonas ajardinadas y modificadas paisajísticamente del mundo.




La llanura en la base de la roca fue una importante zona agrícola en el pasado.

1 comentario:

  1. Si Sr. amigo Jose, tienes toda la razón es una verdadera y fabulosa obra de arte. ¡¡Que maravilla!! Es increíble como podían hacer semejantes construcciones. Gracias por compartir.
    Un abrazo

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