Un poco de nieve en la Barrosa antes de Navidad. |
La semana pasada la Barrosa se
cubrió de una ligera capa de nieve antes de la Navidad. Hacía bastante tiempo
que esto no ocurría. La última vez fue una nevada en Noviembre que destrozó
decenas de árboles frutales y causó un auténtico desastre en el jardín. Esta
vez ha sido una suave nevada que espolvoreó el jardín y las montañas de una
manto de azúcar y apenas duró un par de días. Lo suficiente para transformar el
paisaje y soñar con aquellos años de la infancia en que lo común eran esas
navidades blancas que ya parecen un recuerdo tan lejano, que uno duda de que
haya sido real alguna vez. El cambio climático ha cambiado tanto las cosas como
la vida en general. En un tiempo donde las mentiras y los bulos campan a sus
anchas en todos los ámbitos de la sociedad, uno empieza a dudar hasta de sus
propios recuerdos. Lo cierto es que en mi memoria si hay muchas navidades
blancas por mucho que se empeñen algunos en decir que las cosas siempre han
sido así.
Se acaba un año más para el
recuerdo. La Barrosa ha sobrevivido como todo lo demás, con sus días buenos y
otros no tan buenos. El jardín ya parece tan viejo como quien lo cuida. Esa es
la realidad. No hay reemplazo y el jardín se convertirá algún día en una selva
sin control, como casi todos los prados que lo rodean. La naturaleza ocupará de
nuevo su lugar. Algunas plantas sobrevivirán y muchas otras no en la dura pelea
por la existencia. Es algo inevitable.
Este año abrí por primera vez la
Barrosa al público en otoño, para que la gente pudiera contemplar el colorido
de los arces y de otros árboles y arbustos. No fue tan brillante como esperaba,
en parte debido al mal tiempo y también porque los otoños tampoco son lo que
eran. Los cambios de color de las hojas cada vez se retrasan más. Nada es
previsible y mucho menos en jardinería. Aún sigo con la misma ilusión que
cuando comencé, a pesar de que las cosas en el mundo de la jardinería en este
país apenas cambian. Ya han comenzado a abrirse al público otros jardines privados
en Asturias; dos o tres. Son jardines de
grandes mansiones que se visitan con guía. Algo es algo. La Barrosa es solo un
grano de arena en ese mundo.
En cuanto al mundo de los blogs
de jardinería, la mayoría han desaparecido, aquí y en todas partes. Se han
quedado viejos y anticuados. La gente ya solo quiere ver videos cortos que
impacten, o todo lo más unas pocas fotos en Instagram. Ya no hay tiempo o
interés para más. Lo cierto es que no me importa demasiado. Si algo te enseña
la jardinería es a ver el mundo de otra manera: a ser paciente, a tener ilusión
en el futuro, a fijarte en las cosas pequeñas, a disfrutar cada momento, a ver
el sol y el paisaje que cambia cada día, a ser consciente de tus propios
límites y en última instancia a ser consciente de la transitoriedad de todo lo que existe. Pero también nos enseña de que al
final del invierno siempre hay una primavera. Un gran consuelo y una dicha nadie te puede quitar.
Felices Fiestas a todos los que os acercáis por aquí y espero que 2025 os traiga
lo mejor que podéis desear. Pronto llegará la primavera.
!Que tendrá la nieve que tanto transforma el paisaje!. |
Con la nieve se puede apreciar la extraordinaria belleza de las ramas de los arces japoneses. |
Los dos grandes cedros sobresalen sobre el resto de los árboles. |
La nieve añade quietud y misterio al paisaje. |
Una de las razones por las cuales mantengo siempre los magnolios podados en forma de bolas es por la nieve que suele romper con facilidad sus pesadas pero frágiles ramas. |
Los arbustos con hojas suelen doblarse pero rara vez se rompen. |
La montañas y los prados frente a la Barrosa están preciosos con el manto de la nieve. |
Cactus de navidad en flor y otras plantas crasas. |
Los geranios continúan floreciendo sin inmutarse y hasta el limonero sigue dando fruta. Es asombroso lo que un pequeño invernadero puede hacer en un jardín del norte. |
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