Pradera a la entrada del Castillo de Sissinghurst. |
Según la guía que nos acompaña en
nuestra visita por varios jardines ingleses,
cuando ella pregunta, al final del viaje, qué jardín les ha parecido el
mejor, casi siempre la respuesta se repite y la mayoría suele considerar a Sissinghurst
como el mejor jardín de todos los que han visto.
Yo también estoy de acuerdo con
la respuesta. El conjunto formado por los restos de esta magnífica construcción
de origen medieval y los jardines realizados a lo largo de los años por Harold
Nicholson y su mujer Vita Sackville-West conforman el escenario ideal de lo que
uno considera estética y funcionalmente una obra maestra. Es como un cuadro
donde nada falta y cada detalle es en sí mismo de una gran perfección.
Sissinghurst está formado por varias casas y edificios de diferentes épocas. Los jardines sirven de conexión entre ellos. |
Nadie duda de que la jardinería
es un arte extremadamente complejo. Tan complejo como una sinfonía o una
pintura. Conseguir que cientos de variedades de plantas, cada una con sus
necesidades a cuestas, sus diferencias de tamaño, forma o color, crezcan al
unísono y produzcan un efecto estéticamente armónico y bello no es un asunto
baladí. Es extremadamente complejo. Conseguir aún más, que este entorno vegetal
envuelva una arquitectura determinada y que de paso la complemente e incremente
su valor estético es algo todavía mucho más difícil. Lo cierto es que jardín y arquitectura en
Sissinghurst parecen haber sido creados el uno para el otro y no se podrían
imaginar de otra manera. Sin embargo, al igual que en Great Dixter, del que escribí
con anterioridad, Sissinghurst era tan solo un conjunto de ruinas cubiertas de
maleza cuando Harold y Vita la compraron en 1930 y, con el tiempo, la
convirtieron en su obra maestra. La obra maestra de dos escritores y poetas con
sensibilidades muy diferentes pero que se complementaron con un absoluto esmero
para crear el Sissinghurst que vemos hoy: la elegancia y armonía de la mano de
Harold en el diseño junto a la profusa creatividad romántica de Vita en las
plantaciones de los diferentes arriates.
Sissinghurst es un oasis de
belleza difícil de describir y de abarcar en su conjunto. Siguiendo el modelo
de jardinería del “arts and craft movement” de aquella época, Harold y Vita
diseñaron una serie de espacios cerrados, pero a su vez comunicados unos con
otros, en torno a la dispersa arquitectura de la casa. Cada uno de ellos es un
mundo privado dentro del conjunto del jardín: cada uno con su propio diseño, su
forma de ser, sus colores y su propia atmósfera. Caminar de uno a otro es como
un juego de sorpresas. Altas paredes de ladrillo y piedra, o gigantescos setos
de tejo, milimétricamente recortados, ocultan la vista de lo que viene a
continuación. Son las pequeñas puertas o ventanas entre la vegetación las que
dejan intuir lo que hay en el siguiente espacio. Esculturas o adornos
estratégicamente situados complementan los espacios y añaden esa sensación de
calma y reposo que te invade cuando entras en un nuevo estancia-jardín. Y
siempre la presencia de la alta torre medieval en la que imaginas a Vita contemplando
el atardecer desde esa eterna atalaya.
La torre medieval se levanta imponente al final del primer patio. Gran parte de los edificios de la época Isabelina ya estaban en ruinas y fueron irrecuperables. |
Sissingurst es un lugar magnífico. El jardín blanco que Harold y Vita diseñaron ya casi al final, es sin duda su obra más sublime, el culmen de sus conocimientos en jardinería, diseño, poética, teatro, etc. Blanco, plata, gris con un leve toque de azul, como una sorpresa, crean un espacio de una perfección absoluta. La arquitectura de pérgolas, columnas antiguas, jarrones conforman un escenario que no parece ser de este mundo. Es como la belleza pura de un amanecer entre la niebla.
Dicen que hay que ver el jardín primero desde lo alto de torre para hacerse una idea de conjunto. Aquí el primer patio de entrada. |
Puede que al final sea cierto que
Sissinghurst es el mejor jardín de Inglaterra, o al menos a mí me lo parece.
Cuando yo lo visité a principios de junio las floraciones ya eran
espectaculares, pero creo que mantiene el interés todo el año. Puede, también,
que estas fotos no sean capaces de transmitir la belleza de ese jardín, pero al
menos intentan aproximarse a lo que vieron mis ojos. Espero que os gusten.
Desde la torre se ven los diferentes espacios delimitados por muros y setos de tejo que Harold y Vita crearon para dar estructura al jardín y comunicar los diferentes edificios. |
Uno de los jardines cerrados. Detrás del muro se puede ver el vivero donde cultivan las plantas que se utilizan en los distintos arriates. |
No lo conozco, pero me parece un jardín precioso por las fotografías. A ver si algún día lo puedo corroborar en persona. Qué envidia me das! :-)
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