lunes, 11 de noviembre de 2024

Primeras Jornadas de Puertas Abiertas de Otoño en el Jardín de la Barrosa.

 


Paisaje otoñal en la Barrosa.

El pasado fin de semana, tal como había anunciado con anterioridad, abrí por primera vez el jardín de la Barrosa al público para que todos pudieran disfrutar de los colores del otoño. Mi intención principal era dar a conocer la singularidad y la belleza de los arces japoneses, que en esta zona de la montaña asturiana son bastante desconocidos para la mayoría de la gente. Para ello había preparado una muestra didáctica con algunos paneles con información sobre estos árboles y su importancia y significado en la cultura japonesa, una muestra de arbolitos de bonsáis y arces germinados de semillas, tipos de sustratos para utilizar con estas plantas y hasta una pequeña venta de semillas con instrucciones claras para su germinación.

 


Contraste entre el dorado del Acer palmatum Sango Kaku y Bloodgood en rojo.

El sábado hice una charla coloquio a la que asistieron un grupo pequeño de personas interesadas en éstos árboles, y a la tarde visitaron el jardín un buen número de personas de varias partes de Asturias. Me sorprendió que algunos de los visitantes se desplazaron desde Gijón, Pola de Laviana y otros pueblos de Asturias. En contraste no hubo mucha asistencia de los pueblos de los alrededores, que era de donde más visitas esperaba. Quizás no se enteraron o el mal tiempo desanimó a mucha gente. El domingo abrí el jardín durante la mañana, y a pesar de que llovía a chuzos también se acercaron un buen número de personas, la mayoría también de otros lugares.

 


Muestras de hojas de los arces de la Barrosa.

Este año el calor de las dos semanas anteriores no fue muy bueno para la coloración de las hojas y, de alguna manera, ha distorsionado el proceso normal de cambios de color, ya que mientras en algunos arces las hojas se secaron antes de tiempo, otros permanecían  aún verdes como si estuviéramos en verano. Está claro que el cambio climático está influyendo en muchos de los procesos normales de las plantas, desde las floraciones hasta el reposo antes del invierno. No tengo ni idea que puede pasar dentro de unos años. Los arces japoneses llevan evolucionando durante siglos y están acostumbrados a una climatología determinada. Son árboles bastante resilientes pero el calor les afecta sobremanera y llevan muy mal la subida de las temperaturas. Hace unos pocos años, un verano extremadamente cálido en Inglaterra, hizo que las hojas de miles de arces se secaran en pleno Agosto dejando los árboles casi desnudos pero, por lo que he leído, parece que la mayoría se recuperaran bastante bien al año siguiente.

 

Quiero dar las gracias  a todos los que se acercaron por aquí este fin de semana y espero que hayan disfrutado de la belleza de estos arbolitos símbolo de la cultura japonesa. Os dejo unas fotos de la Barrosa en estos días. Espero que os gusten.



Arce y Crisantemos.




Exposición de pre-bonsáis y arces de Semilla.




El Gingko comienza ahora a cambiar de color.



El segundo Acer palmatum Sango-kaku al lado del tejo en forma de pirámide.


Hojas rojas en entre la hierba.


Parterre circular del cedro.




Vista parte central del jardín.



Muestra de sustratos para cultivo de arces.


Paneles con información sobre los arces japoneses.



Desde el mirador.





Mirando hacia la montaña.



Pequeño arce de semilla en la pumarada.





Desde la terraza.



Blanco, amarillo y rojo.



A través de las ramas de arce.


Hojas de Osakazuki.




La fuente de las caras.



Acer palmatum Osakazuki.



Arces en rojo a arbustos de Hibiscus en amarillo.


























Acer palmatu base y Bloodgood.




En este pequeño parterre un cerezo japonés enano.



La salvia amistad aún sigue floreciendo el este parterre.




Cornus controversa variegata.


El estanque.


lunes, 28 de octubre de 2024

Templos en O´Hara. Kioto 2023


 


Jardín para meditar del templo Sanzen-in.

O´Hara es un pequeño pueblo en las montañas cercanas a Kioto, que guarda, casi ocultos entre bosques, varios pequeños templos y monasterios construidos hace más de mil años. Durante varios siglos, esta zona fue lugar de refugio y retiro para miembros de la realeza o monjes ascetas que deseaban vivir lejos del mundanal ruido y de los avatares de la corte. Siglos después esta pequeña localidad aún existe como lugar de peregrinación para locales y algunos turistas que se cercan desde la ciudad de Kioto. En otoño, los bosques de la zona se tiñen del color rojizo y dorado de los arces y gingkos que crecen alrededor de sus numerosos arroyos y las visitas aumentan, pero está muy lejos de las aglomeraciones de Kioto, y ciertamente para mí fue uno de las visitas más relajadas y hermosas de mi viaje a Japón de hace un año.  


Huertos y casas en el pueblo de O´Hara.

Se puede llegar a O´Hara en un autobús local desde Kioto en algo menos de una hora y, si uno sale temprano, la subida hasta el templo Sanzen-in por un camino al borde de un arroyo bordeado de arces es de una belleza abrumadora. Hay varios templos para visitar pero sin duda el de Sanzen-in tiene uno de los jardines más hermosos que uno puede visitar.


Hall principal del templo Sanzen-in.

 Sanzen-in fue inicialmente construido a mediados del siglo VIII como lugar de retiro de Saicho, un monje budista que fundó la escuela Tendai en el cercano templo Enryakyu-ji del monte Hiei, su templo principal. Desde entonces  varios miembros de la familia imperial japonesa han residido durante temporadas en este templo que es uno de los más importantes de esta escuela budista. El templo está rodeado de un gran muro de piedra, como si  se tratara de un castillo  y uno entra al lugar cruzando la imponente puerta Goten-mon. El edifico principal es de una gran belleza y simplicidad, como casi todos los templos japoneses, pero sus grandes salas se abren a uno de los “jardines para meditar” más hermosas que se puedan ver en este país. El leve sonido del agua en varias fuentes rituales, pequeños estanques con peces donde se reflejan las hojas rojas de los arces contribuye a crear un espacio mágico y espectacular. Te quedas anonadado mirando ese paisaje tan elaborado que parece irreal, casi con temor a que desparezca en un instante.

 


Reflejos en el estanque. Templo Sanzen-in.

Saliendo del Hall principal uno camina entre enormes cedros y el jardín se extiende a lo largo de varias terrazas con pequeños templos y ermitas, estanques y arroyos, estatuas de buda, grandes rocas con inscripciones, y aquí y allá y decenas de retorcidos arces dejando caer sus ramas escarlata y oro entre el musgo, bultos redondeados de camelias y azaleas, linternas de piedra de todas las formas y tamaños.  Sin duda uno de los jardines más hermosos que he visto en mi vida.

 


Cedros y arces. Sanzen-in.

Hay varios templos más en O´Hara y uno camina casi como en un sueño, porque todos son de una belleza abrumadora. Entro en otro templo algo más pequeño “Hosen-in”, también con un precioso jardín para meditar y otros dos pequeños jardines para pasear. Este templo data del siglo XII y aquí la vista principal es un gigantesco y retorcido pino de 800 años cuyas ramas parecen tentáculos de un gran animal  y moldean un paisaje con estanques, arbustos recortados y pequeños arces. En el exterior, pequeños senderos de piedra te hacen descender a través de un cuidado jardín de musgo, rocas, vasijas de piedra, fuentes y sobre todo arces moldeados en todas las formas posibles y colores del dorado al escarlata.




Una parece casi sentir el sindrome de Stendhal ante una belleza tan abrumadora, así que en ese momento lo mejor es caminar por los huertos que rodean el pueblo y comer en uno de sus pequeños restaurantes un buen curry de ternera o tomar un baño en alguno de sus numerosos “onsen”. Pasar un día en O´Hara equivale a experimentar en miniatura una versión simplificada  de toda la cultura japonesa y de su historia. Ciertamente no defrauda y vuelvo a Kioto satisfecho y aún con ese “vértigo de Stendhal en la cabeza.



 (El síndrome de Stendhal puede catalogarse como una enfermedad psicosomática que causa un elevado ritmo cardíaco, felicidad, palpitaciones, sentimientos incomparables y emoción cuando el individuo es expuesto a obras de arte, especialmente cuando estas son consideradas extremadamente bellas). Wikipedia.






Camino al lado del arroyo en el pueblo de O´Hara.




Puerta de entrada el templo Sanzen-in.



Diferentes vistas del "Jardín para meditar" del templo. Abierto al menos por tres de sus lados este hall desde donde se contempla el jardín, es de una belleza abrumadora.






Reflejos en el estanque.





Fuente para abluciones.



Jardín exterior del templo Sanzen-in.


Hay numerosos templos y estancias esparcidos a lo largo del jardín entre lagos y pequeños bosques.





Estanque y linterna de piedra.


Otra pequeña ermita interior.


Escaleras y puertas tori comunican las diferentes terrazas del templo.




Rocas naturales con inscripciones.




Estatua de "jizo", dioses guardianes que representan a niños muertos prematuramente.



Estatua de uno de los ocho inmortales de la mitología china.



Caminando por O´Hara.


Grabados en otro de los templos.






Interior en el templo Hosen-in.


Jardín para meditar del templo Hosen-in con las ramas del gran pino de 800 años.



Estanque en el interior del templo.



Jardín exterior del templo Hosen-in.




Una casa en O´Hara y abajo paisaje del pueblo con huertos y viviendas tradicionales.