jueves, 22 de diciembre de 2022

Felices Fiestas y Próspero 2023.


Nandina domestica con bayas y Parrotia pérsica.

Se acaba un año extremadamente cálido en la Barrosa (hoy con temperaturas de casi 20 grados a finales de diciembre) y uno no sabe ya que pensar sobre lo que nos espera en el próximo. Aquellas navidades blancas, tan comunes en esta parte de Asturias, años atrás, parecen ahora casi un espejismo, como si habláramos de otro lugar, o de un tiempo muy lejano. No queda más remedio que aceptar las circunstancias y tratar de adaptarse a estos cambios impredecibles. La Naturaleza, las plantas, también los seres humanos, somos extremadamente resilientes. Lo importante es tener siempre algún plan para el año siguiente, imaginar algo nuevo, algo que nos ilusione, por pequeño que sea.

A los que nos gusta la jardinería siempre lo tenemos más fácil que los demás. Tenemos la suerte de poder imaginar la belleza de los primeros brotes de primavera en medio del invierno más oscuro. Tenemos esperanza y somos pacientes. Estamos acostumbrados a los imprevistos y a los resultados adversos. Si esta planta no crece aquí, la cambiamos de lugar y si se muere la sustituimos por otra. Al final la vida continúa imparable. Nada la detiene.

 




A pesar de los sobresaltos continuos de la política, la guerra de Ucrania y la inflación desbocada, yo pienso que aún hay esperanza al final del camino. El coronavirus ha dejado de ser una amenaza permanente y eso nos da bastante seguridad en el porvenir, al menos de momento. Los bares se han llenado de gente y los viajes se han reanudado, lo que da sensación de normalidad. Para mí esto es extremadamente importante, ya que podré viajar de nuevo como lo hacía anteriormente. Además, tengo planes para ampliar el invernadero, hacer cambios en alguno de los parterres, germinar nuevas semillas de plantas perennes, regenerar el huerto…..Bastan unas pocas cosas para que el futuro cobre sentido, se haga necesario. Estoy seguro de que el próximo año será mejor que este, con menos sobresaltos. Aunque tal vez seamos un poco más pobres, nadie podrá quitarnos la belleza de la primavera, los macizos a reventar de flores en el verano, el sabor de la fruta madura y los colores dorados del otoño. Por eso seguiremos con nuestros blogs y nuestras pequeñas historias, aunque cada vez haya menos gente que se tome el tiempo de leerlos o contemplarlos. Os deseo lo mejor para estas fiestas y el próximo año 2023.

Aquí os dejo unas fotos de La Barrosa a las puertas de un invierno que aún no llega.





































lunes, 12 de diciembre de 2022

Oasis Botanic en Fuerteventura, uno de los mejores jardines de Cactus y plantas crasas de Europa.


Cactus, Dragos y Palmeras en el Oasis Botanic de Fuerteventura.

Asombra bastante llegar a este pequeño pueblo de Fuerteventura, La Lajita, y ver este gigantesco parque natural, difícil de calificar, y que se extiende por casi 1 millón de metros cuadrados de laderas y terreno pedregoso. Uno no sabe muy bien qué es, ya que incluye una Granja de camellos en plena producción, un parque zoológico de animales que conviven en un gran jardín semitropical (Oasis Wildlife Park) , un Vivero de plantas, un Jardín Botánico de cactus, un Centro para la conservación de la vida salvaje y alguna otra cosa más que se me escapa. Según leo en Wikipedia la aventura comenzó en 1985 cuando tres majoreros (así se llama a los nativos de la isla de Fuerteventura) se juntaron y comenzaron con una granja de dromedarios para la producción de leche. De ahí a lo que se ve ahora hay un abismo y una enorme inversión de dinero, ya que todo es privado. Ciertamente el precio de la entrada es similar a la de los grandes parques temáticos de Tenerife, con descuento para estudiantes y mayores de edad, y ver todo lo que hay alrededor, incluidas las actuaciones de animales como las focas o loros, llevaría un montón de tiempo, pero yo solo he venido a ver el jardín de cactus y ciertamente creo que merece la pena.



Entrada al Jardín de Cactus




En pocos sitios he visto un jardín de Cactus y plantas crasas tan bien conjuntados, paisajísticamente, y con ejemplares tan hermosos. Muchos jardines de cactus que he visto se asemejan más bien a una enciclopedia, con las plantas organizadas por especies y distribuidas en grupos sin apenas atención a la estética. Aquí, al contrario, las plantas crecen en un paisaje muy natural, de arena y piedras volcánicas. Parecen mezcladas al azar, pero no es así. Las plantas de diferentes países y formas parecen convivir con naturalidad unas junto a otras. Así plantas nativas de Canarias conviven al lado de otras procedentes de Madagascar o las islas Galápagos. Hay muchos Aloes o Yuccas en flor lo que contribuye a crear una gran belleza en el conjunto. Según caminas por los solitarios senderos, te sorprende la enorme cantidad de pájaros e insectos que vuelan de un sitio para otro, mientras por el suelo se arrastran lagartijas, lagartos y otros bichos. Sin duda un auténtico paraíso natural. Uno casi se imagina estar en algún lugar muy lejano del Oriente, tal vez en esas famosas islas de Socotra, en pleno Oceáno Indico.

 


Según leo en un folleto que eme entregan al entrar, aquí conviven “miles de ejemplares de varios cientos de especies de todo el mundo y conforman una de las colecciones más extensas de plantas crasas de Canarias. Cactáceas y piteras (Agaves) de las zonas áridas de México, el área del Caribe y el norte de Sudamérica, más de 40 especies de áloes africanos y de la península arábiga, extraños “árboles pulpo” (Didierea y Alluaudia) de Madagascar, grandes euforbias … todo ello integrado armoniosamente en las laderas de un pequeño valle recorrido por senderos con árboles de sombra. Llaman especialmente la atención los enormes cactus columnares (Pachycereus, Stenocereus, Escontria, Browningia, Polaskia y otros) y los numerosos cactus de barril (Ferocactus, Echinocactus), llamados a veces popularmente “asiento de suegra”. No faltan las especies autóctonas, como el escaso cardón de Jandía (Euphorbia handiensis), que crece de forma natural únicamente en algunos valles del sur de Fuerteventura, la “cuernúa” (Caralluma burchardii) y algunas especies del género Ceropegia”.

Si algún día visitáis la isla de Fuerteventura y os interesan las plantas no dejéis de visitar este jardín de Cactus en la Lajita. Sin duda merece la pena.






Antes de llegar al Jardín de Cactus se camina a lo largo de numerosos entornos naturales de ambiente tropical donde conviven aves y animales de muchos países.



Estanque con Flamencos rosados.



Estanque tropical con peces bordeado de palmeras y plataneras.



A la entrada, zona ajardinada con plantas crasas y cactus.






Grupos de Ferocactus entre dragos y palmeras.



Agaves y palmeras.



Camino bordeado diferentes tipos de Acacias, Euphorbias, Agaves, etc.



Aloes y Euphorbias.


Gigantescas Beaucarneas, entre palmeras y Euphorbias.



Palmeras, Aloes y Kalanchoes.



Aloe principis.



Diferentes tipos de Opuntia.





Aloe Dichotoma, extraño y casi parecido al drago.



Esta extraña Opuntia viene de las Islas Galápagos.



En el centro Aloe Dichotoma, que parece un árbol



Otro tipo de Aloe arbóreo gigante.


                         Combinación de crasas, palmeras y Cactus creando un paisaje muy atractivo



Otra combinación de Opuntias, Agaves y Euforbias muy placentera.



Kalanchoe daigremontiana en flor.



Cactus gigantes.


Kalanchoes y Euphorbia handiensis.



Pachycereus, Stenocereus, Cactus y Kalanchoes.


No recuerdo el nombre de esta extraña planta en forma de gran patata, pero la he visto con anterioridad en otros jardines.





domingo, 4 de diciembre de 2022

En lo profundo del bosque. (un ejercicio fotográfico).

 


El sol colándose a través de un bosque de hayas.

Fotografiar el bosque en otoño es una apuesta casi segura de obtener unas preciosas fotos, dados los contrastes en la vegetación, los dorados de las hojas y el verde intenso de los prados. Sin embargo, no es tan sencillo como aparece a primera vista, incluso si uno tiene una buena cámara y algunos conocimientos de fotografía. En los bosques de Asturias los desniveles del terreno crean enormes contrastes de luminosidad: zonas casi totalmente oscuras en comparación con otras muy iluminadas o sobreexpuestas. Esto hace que muchas fotos queden demasiado oscuras o, al contrario, muy claras si abrimos demasiado la lente, perdiendo nitidez y detalles.

Sin embargo, si uno sigue un par de consejos es posible utilizar estas desventajas a tu favor y obtener unas fotos llenas de detalles interesantes y colores intensos.

Mi primer consejo es fotografiar el bosque cuando ya el punto álgido del otoño haya pasado. No queremos fotografiar el bosque cuando todas las hojas tiene el mismo color dorado sino algo después, cuando ya la mayoría se han caído y solo unas pocas quedan pegadas a las ramas, o solo unos pocos árboles conservan aún las hojas.


Un rayo de sol ilumina los árboles del frente mientras el, resto permanece en penumbra creando un magnífico contraste.

Mi segundo consejo es levantarse temprano, justo antes de que salga el sol, y aprovechar los enormes contrastes que crean los primeros rayos de sol incidiendo sobre un punto, mientras el resto del bosque permanece en penumbra. En invierno los rayos del sol están más bajos y, según avanza, el día van iluminando unas zonas y dejando en penumbra a otras. A veces un rayo puede iluminar un solo árbol, mientras el resto quedan casi a oscuras. Son esas diferencias de luminosidad las que queremos aprovechar.

Hay que disparar deprisa ya que la luz cambia demasiado pronto en Diciembre. Si bien la mayoría de los fotógrafos profesionales utilizarían un trípode en estas circunstancias, yo prefiero el enfoque rápido y arriesgado, sin demasiados miramientos ni pericias técnicas. Siempre digo que vale más el ojo de un fotógrafo con sentido de la estética que la perfección o conocimientos de la técnica.


Los portillos de entrada a los prados y las paredes de piedra seca son un buen motivo fotográfico.


Eso implica hacer fotos a contraluz, de cara al sol, a veces simplemente sombreando el objetivo con una mano o un trozo de papel. De la misma manera no queda más remedio que hacer fotos a velocidades bajas, sujetando la cámara firmemente con la mano. A veces pueden salir algo movidas, pero no debe preocuparnos demasiado. Lo importante es captar esa luz especial incidiendo sobre una hoja, o ese tronco de árbol cubierto de musgo.

 


Pared de piedra seca creando un meandro a lo largo del paisaje.

Esta mañana las montañas han aparecido espolvoreadas de nieve y la escarcha cubriendo los prados y una luz dorada bañando los bosques ya casi sin hojas a la espera del invierno. No he podido resistirme a coger la cámara y caminar por los senderos y los bosques que rodean la Barrosa. Estas son algunas de las fotos que he hecho en un par de horas de camino. Espero que os gusten.

 


Las hojas dorados del avellano salvaje son las últimas en caer.


Las hojas de los robles son marescentes y permanecerán en el árbol hasta casi la primavera.


Camino de subida a las caserías del monte.


Una única haya conserva las hojas entre los troncos de las demás.



Cabaña entre la vegetación


Contraste en el bosque entre árboles con hojas y otros ya desnudos.


En estas dos fotografías la oscuridad era casi total. Están sacadas a muy baja velocidad sujetando la cámara firmemente con las manos.




Los montes del Puerto de San Isidro espolvoreaos de nieve.


Robles con las hojas ya secas.


La poca nieve caída en las montañas de roca.


El valle de Felechosa con el pico Torres nevado al fondo.


Atravesando un bosque de hayas. La hiedras que cubren algunos troncos complementan los colores dorados de las hojas.






Hayas y robles se mezclan en el bosque en torno al pueblo de Cuérigo.


Otra cabaña a la sombra del bosque.


Grandes robles cubiertos de hiedra. Al fondo el pico Torres.


El camino de vuelta.


La cabeza nevada del pico Torres sobresaliendo sobre el bosque de avellanos silvestres.




Rama de un gran roble.


Musgo y portillo de entrada.


Ramas de avellano y pared de piedra seca en un prado.