jueves, 28 de septiembre de 2017

Pueblos de Aller: Llanos


 
Casas de Llanos arracimadas sobre la ladera a la orilla del río Aller.
Muy cerca de “La Barrosa”,  en la carretera que va de Collanzo al puerto de San Isidro se encuentra Llanos, uno de esos pueblecitos en los que rara vez uno se detendría porque, a primera vista, no hay nada que destaque en ese grupo de casas arracimadas en la ladera de la  montaña, a la orilla del río Aller. Ni siquiera tiene una pequeña iglesia de espadaña triangular como la mayoría de los pueblos de los alrededores, ni una casona de recias piedras talladas como en los pueblos vecinos. Nada. Tan solo un grupo de casas y hórreos amontonados, ocupando el menor espacio llano posible, sin duda con la intención de preservar el escaso terreno fértil a la orilla del río para el cultivo y el mantenimiento del ganado. Y eso a pesar del nombre: Llanos.
Antiguo camino del Ende por la margen derecha del río.
Hace unos pocos años, durante la remodelación de la carretera, un poco más abajo de Llanos, se descubrieron restos de una antigua iglesia y cementerio medieval lo que explicaría por qué Llanos no tiene una iglesia  propiamente dicha –tan solo una pequeña capilla de construcción reciente- y pertenece a la parroquia de Santibáñez de la Fuente. Las crecidas del río Aller debieron modificar a lo largo de los siglos la fisionomía y la historia del pueblo que pasaría a ser un barrio más de Santibáñez, quizás construido con posterioridad, y en un lugar fuera del alcance de las crecidas del río.
Hoy Llanos es solo una aldea más a la orilla del río, donde convive el abandono debido a la despoblación, con otras casas bien cuidadas y restauradas. Como muchos otros pueblos de la zona, si en 1850, según el Diccionario Geográfico de Madoz, tenía unos 178 habitantes y daba abundantes cosechas de casi todo, hoy apenas viven de forma permanente una fracción de los de entonces, pero si uno se adentra en el interior de sus retorcidas callejuelas  se encuentra detalles que nos hablan de un pasado rural laborioso y digno, con magníficos hórreos de grandes vigas de castaño y casas de buena factura de piedra con balcones y solaneras para secar los productos de la tierra. También buenas huertas, prados, bosques de castaño y un río de aguas verdes que desciende rumoroso de las montañas cubiertas de nieve en invierno

La aldea de Llanos a la orilla del río.





Matas de Lythrum salicarium en los márgenes del río.


Casas y hórreos conforman un espacio urbano de intensa tradición agrícola y ganadera.


La piedra de las casas y cuadras es de color amarillento y marfil, en su mayoría procedente del río.


Los bajos de los hórreos se han reutilizado para cocheras y almacenes.








Típica casa sin modificar con la solana y balcón muy deteriorados.



Línea de tres grandes hórreos seguidos en condiciones de mantenimiento aceptables.

 


Típica pared de "cebato" construida con ramas entrelazadas y argamasa.


Corredores y galerías son comunes en todas las casas. Se utilizaban para secar el grano y para guardar el calor en invierno.
 




Hórreo con añadido de galería probablemente para su uso como vivienda, algo bastante inusual.


Una pequeña ermita en la parte más alta del pueblo.


Pila de piedra utilizada como maceta. Antes se utilizaban para echar la comida de los animales.


Los exteriores de los hórreos siempre se utilizaron para secar el maíz o, como en este caso, la cosecha de cebollas.




 
 Esta columna piedra, reutilizada en un hórreo, parece indicar una procedencia muy diferente y probablemente más noble.



Dintel con cruz grabada en la piedra.


Típico corredor de madera en casas adosadas.

 
Una Althaea rosea pone una nota de color en el tejado


 
Hórreo bien pertrechado de aperos de labranza.


Vista de Llanos desde el río.
 

La carretera hacia el puerto San Isidro a su paso por Llanos.
 

viernes, 22 de septiembre de 2017

Nueva sección: Viajes en el pasado


Rueda del destino (Dharma chakra) en el templo de Jokhang, Lhasa. 

Viajar es una de mis aficiones favoritas junto con la jardinería, y hace tiempo que vengo dándole vueltas a la idea de ampliar este blog, incluyendo una sección de viajes, o bien creando otro blog paralelo. Ambas ideas tienen sus ventajas y desventajas. Crear otro blog implica un montón de trabajo más. Ampliar el blog de “La Barrosa”, cuyo objetivo primordial es exponer y compartir ideas sobre jardinería y paisaje, con una sección relativamente ajena, tal vez cree demasiada confusión y pierda algunos lectores a los que no les interesen los viajes. Y sin embargo tengo la certeza de que a la mayor parte de la gente que tiene sensibilidad hacia la jardinería les gusta también viajar y conocer otras culturas y paisajes. Al menos eso es lo que yo pienso.

Esta futura sección se llamará “Viajes en el pasado”. ¿Por qué viajes en el pasado? Principalmente porque el mundo cambia demasiado deprisa y algunos de los lugares que yo visité y fotografié hace 20 o 25 años ya no existen o han cambiado irremediablemente. Mi intención es ir describiendo algunos de los sitios a los que viajé (y aún sigo viajando) quizás para que no caigan en el olvido. Este recorrido un poco existencial también esconde una intención egoísta o interesada. De alguna manera quiero obligarme a recordar, a viajar hacia atrás, antes de que sea demasiado tarde. Claro que cuento con los cuadernos de notas que siempre llevo durante mis viajes, así que lo que relate aquí no tendrá datos erróneos o inventados.

¿Quiere decir esto que voy a olvidar mis secciones de jardinería? No, para nada. El formato de este blog no va a cambiar, y la jardinería es el objetivo principal. Simplemente incluiré dos o tres entradas al mes sobre esos viajes a lugares que, estoy seguro, son de interés para alguna gente. Las entradas no van a tener ningún orden cronológico o geográfico. Iré saltando de un lugar a otro del planeta según se me venga a la memoria y cada una será una sorpresa sin relación con la anterior. Las entradas incluirán una escueta descripción del lugar o la experiencia del viaje, lo suficiente para no aburrir, y una serie de imágenes significativas, en su mayor parte diapositivas digitalizadas de mediana calidad. Obviamente no son viajes realizados a través de agencias de viaje o similares, sino con mis propios medios, utilizando transportes locales y, muchas veces, con bastantes peripecias, sobresaltos e incomodidades. La mayoría tuvieron lugar antes de que hubiera teléfonos móviles o internet, así que la información para llegar a los sitios se transmitía de boca en boca o, en su mayor parte, a través de aquella famosa guía de Lonely Planet: la “Biblia del viajero” la llamábamos. Viajar, como lo hacíamos entonces, implicaba bastante de aventura y mucha comunicación, imprescindible para sobrevivir.  Hoy ya queda muy poco de eso. Tal vez esa sea la justificación principal para estas entradas.

Espero que os gusten.

 

viernes, 15 de septiembre de 2017

El Jardín Atlántico de Gijón: más didáctica que estética

Hacía unos años que no iba el Jardín Botánico de Gijón y aquella profunda decepción que me produjo la primera vez que lo visité empieza poco a poco a matizarse. No se puede comparar a ninguno de los grandes jardines botánicos que conozco, sin duda, pero es cierto que ha mejorado notablemente en estos años. Ya no hay plantas ni arbustos secos, ni la sensación de desconcierto o el abandono de los primeros años. Todos los que sabemos algo de jardinería somos conscientes de que un jardín tarda años en madurar y, a menudo, algunas de las cosas que planeábamos al principio se van quedando por el camino o no funcionan. Un poco de todo eso debió de pasar en este botánico. Ahora se empiezan a ver algunas cosas claras y una dirección.
Moderna entrada al jardín botánico bordeado de gramíneas ornamentales.
Ciertamente está concebido más como un jardín pedagógico que estético. Tanto los paneles informativos como las fichas de plantas son las mejores que he visto en ningún sitio. Prima la función general de enseñar sobre botánica, ecosistemas, biología, etc. que el de mostrar un conjunto de plantas que, creciendo juntas, produzcan una sensación de belleza y armonía.  Eso no quita para que algunos aspectos del jardín creen esa sensación de placer y bienestar que uno busca en un jardín.
El Botánico de Gijón, llamado jardín atlántico, está concebido como un conjunto de biosistemas que muestran la vegetación y el paisaje de los países que bordean este océano a uno y otro lado. En este sentido hay partes dedicadas a la flora asturiana, a la de los países americanos o incluso a la de las regiones australes. Incluye asimismo un impresionante bosque autóctono de robles ("carbayeda" en asturiano), varias lagunas, un pequeño río con cascadas, etc. Dentro del jardín hay una reproducción de una casería asturiana que ofrece en su interior diferentes actividades museísticas relacionadas con la botánica, uso de las plantas, plantas comestibles, plantas medicinales, etc.
Carbayeda del Tragamón, una de las más antiguas de Europa.
Como todos los jardines, hay que tener en cuenta que cambian bastante con el paso de las estaciones y, tal vez principios de Septiembre no sea el mejor momento para visitarlo, ya que muchas de las floraciones parecen agotadas, pero creo que mantiene el interés casi todo el año, así que cualquier momento es bueno. Por otra parte, este jardín está en continua expansión y en estos dos últimos años se ha añadido un nuevo bioma, y quedan aún dos más por construir, que veremos en unos años.
Tienda de plantas del jardín botánico de Gijón.
El jardín botánico cuenta con una buena tienda de plantas -www.tiendabotanica.es-, una de las mejores que he visto para plantas vivaces en este país. Es difícil salir de allí sin comprar algo y Marian, la chica que la regenta, es un pozo de información sobre todas y cada una de las plantas que vende. Además, hay que tener en cuenta que el enorme edificio de "La Universidad Laboral" está al otro lado de la calle y es sin duda una visita  obligatoria en esta ciudad, por el edificio mismo, por sus museos y por el jardín que la rodea, así que os animo a visitarlo Aquí os dejo unas fotos
Sección: cítricos

Variedades de Fucsia.

Echium piniana (Tajinaste palmero)

Casería asturiana. hórreo.

Phytolaca americana con sus vistosas bayas (planta medicinal)


Cultivos del "nuevo mundo". Agaves.

Huerto de plantas medicinales.

Canna indica "Achira"
Huerto con plantas del "nuevo mundo". Al fondo el edificio de  "la Laboral".

Frutales del "nuevo mundo": Solanum quitoense (naranjilla) y Pineapple-guava (feijoa). Este último, de hoja grisácea al fondo de la foto), parece adaptarse bastante bien a nuestro clima.













Cultivos del "nuevo mundo":  Cyclanthera pedata y Lhenopodium quinoa.


Pradera de vivaces: Coreopsis, Tagetes, Rudbeckia, etc.







Jardín japonés.



Arbustos, helechos y gramíneas típicas de la jardinería japonesa.






Begonia grandis ssp Evansiana, aguanta bien los suaves inviernos de la costa asturiana.



Helechos arborescentes y begonias.



Hippeastrum en flor y Agapantos.


Rudbeckias.



Colchicum autumnale.


Tapices de Colchicum  e Hippeastrum.


Dhalias y Agapantos.


Colección de arbustos. Clerodendrum


Colección de Hortensias (la floración ya está agotada)


En el jardín se exhiben varias esculturas, algunas modernas, otras del siglo XIX.





Plantas perennes de sombra y cascadas. A destacar sobre todo la excelente colección de helechos de todo el mundo.





La colección de bonsáis se exhibe en varios lugares del jardín. Aquí una muestra.


Bosque de abedules. En el sotobosque diferentes tipos de angélicas (Angelica Archangelica)


 El nuevo bioma llamado : Jardín de la isla, con el edificio de "La Laboral" al fondo.

Dos vistas de los jardines exteriores del edificio de la "Universidad Laboral".