Casas de Llanos arracimadas sobre la ladera a la orilla del río Aller.
Muy cerca de “La Barrosa”, en la carretera que va de Collanzo al puerto
de San Isidro se encuentra Llanos, uno de esos pueblecitos en los que rara vez
uno se detendría porque, a primera vista, no hay nada que destaque en ese grupo
de casas arracimadas en la ladera de la
montaña, a la orilla del río Aller. Ni siquiera tiene una pequeña
iglesia de espadaña triangular como la mayoría de los pueblos de los
alrededores, ni una casona de recias piedras talladas como en los pueblos
vecinos. Nada. Tan solo un grupo de casas y hórreos amontonados, ocupando el
menor espacio llano posible, sin duda con la intención de preservar el escaso
terreno fértil a la orilla del río para el cultivo y el mantenimiento del
ganado. Y eso a pesar del nombre: Llanos.
Antiguo camino del Ende por la margen derecha del río. |
Hace unos pocos años, durante la
remodelación de la carretera, un poco más abajo de Llanos, se descubrieron
restos de una antigua iglesia y cementerio medieval lo que explicaría por qué
Llanos no tiene una iglesia propiamente
dicha –tan solo una pequeña capilla de construcción reciente- y pertenece a la
parroquia de Santibáñez de la Fuente. Las crecidas del río Aller debieron
modificar a lo largo de los siglos la fisionomía y la historia del pueblo que
pasaría a ser un barrio más de Santibáñez, quizás construido con posterioridad, y en
un lugar fuera del alcance de las crecidas del río.
Hoy Llanos es solo una aldea más a la orilla del río, donde convive el abandono debido a la despoblación, con otras casas bien cuidadas y restauradas. Como muchos otros pueblos de la zona, si en 1850, según el Diccionario Geográfico de Madoz, tenía unos 178 habitantes
y daba abundantes cosechas de casi todo, hoy apenas viven de forma permanente una fracción de los de entonces, pero si uno se adentra en el interior de sus retorcidas callejuelas se encuentra detalles que nos hablan de un
pasado rural laborioso y digno, con magníficos hórreos de grandes vigas de
castaño y casas de buena factura de piedra con balcones y solaneras para secar
los productos de la tierra. También buenas huertas, prados, bosques de castaño
y un río de aguas verdes que desciende rumoroso de las montañas cubiertas de
nieve en invierno
Típica pared de "cebato" construida con ramas entrelazadas y argamasa.
Corredores y galerías son comunes en todas las casas. Se utilizaban para secar el grano y para guardar el calor en invierno.
Hórreo con añadido de galería probablemente para su uso como vivienda, algo bastante inusual.
Una pequeña ermita en la parte más alta del pueblo.
Pila de piedra utilizada como maceta. Antes se utilizaban para echar la comida de los animales.
Los exteriores de los hórreos siempre se utilizaron para secar el maíz o, como en este caso, la cosecha de cebollas.
Esta columna piedra, reutilizada en un hórreo, parece indicar una procedencia muy diferente y probablemente más noble.
Dintel con cruz grabada en la piedra.
Típico corredor de madera en casas adosadas.
Una Althaea rosea pone una nota de color en el tejado
Hórreo bien pertrechado de aperos de labranza.
Vista de Llanos desde el río.
La carretera hacia el puerto San Isidro a su paso por Llanos. |