lunes, 24 de abril de 2023

Un poco de lluvia a finales de Abril.

 


Acer palmatum atropurpureum y Viburnum plicatum "Mariessi" junto al estanque.

No hay más que escuchar las noticias estos días para darse cuenta que algo grave está sucediendo en casi todo el país: apenas ha llovido esta primavera y la agricultura y la ganadería han puesto el grito en el cielo. Cosechas fallidas, frutales que necesitan agua con urgencia y pantanos casi vacíos en amplias zonas del país. La guerra del agua está servida. Mientras algunas comunidades piden trasvases urgentes de agua, de una cuenca a otra,  otras acusan al gobierno de no hacer nada para paliar la sequía en todo estos años. Hace tiempo que los científicos vienen avisando sobre el cambio climático que se avecina pero en realidad pocos se han creído sus advertencias agoreras, incluidos la mayoría de los políticos de diferente índole que nos han gobernado en estos años. Todavía estamos a tiempo decían y dicen aún. Unos pocos, cada vez menos, aún no terminan de creérselo. “Siempre ha habido sequías en este país desde que tenemos memoria y, a la larga, tarde o temprano volverá a llover”. Ahora, y después de varios años seguidos cada vez más secos y calurosos, muchos ya no están tan seguros de ese “volverá a llover como antes”. Los que ya tenemos ciertos años, y casi siempre hemos mantenido alguna relación con el campo y la naturaleza  sabemos que se avecina algo, y que las cosas ya no son como antes, de eso estamos seguros.

 


Weigela y Berberis "Sunjoy gold"


Este pequeño arriate al lado de la casa lo planté el año pasado.

En el norte siempre consideramos el agua (la lluvia, el frío, la nieve, etc.) casi como una desventaja y cada vez que llueve tres días seguidos soñamos con el regreso del sol y achacamos gran parte de nuestros males, físicos y psíquicos, a la humedad y al frío. Ya no pensamos así. Ahora, al contrario, cada vez comentamos más y con más preocupación,  la ausencia reiterada de lluvia. Hace años que no llueve varios días seguidos, decimos. Apenas ha caído nieve este año. Las lluvias cada vez son más cortas y duran menos. El viento cálido se ha convertido en un elemento casi permanente en Asturias. Algo que antes tan solo ocurría en otoño. Y para terminar, este mes de Abril apenas ha llovido un par de veces, cosa que antes era impensable. Si de algo tengo memoria es de la lluvia incesante de Abril, de los pastizales a reventar de hierba y de las vacas resoplando a boca llena mientras engullen bocados de jugosas flores mezcladas con briznas de hierba esmeralda. Este Abril la hierba ha sido muy escasa y la alarma ha cundido entre los ganaderos. “Si no llueve ahora apenas habrá hierba que segar en verano y no podremos mantener nuestros animales”, algo impensable hasta ahora. A estas alturas del año nadie sabe qué ocurrirá el próximo mes. Todos confían en las lluvias de mayo como única salvación. Después, las cosas ya no tendrán remedio. Eso dice todo el mundo.


Acer palmatum Bloodgood al lado de la cabaña de madera.

 


El Viburno "bola de nieve" nunca falla. Aquí contrastando con el rojo granate del Prunus Pissardii.

En la Barrosa el jardín no parece haber sufrido demasiado. La tierra arcillosa y cultivada durante años, aún conserva bastante humedad, ya que el calor aún no nos ha castigado demasiado todavía, pero las cosas pueden cambiar si las temperaturas suben demasiado pronto y las lluvias de Mayo no llegan. La ausencia de heladas ha hecho que los arces crezcan de forma exponencial, al igual que las plantas perennes que han salido de la tierra en poco tiempo. Todo parece normal aunque las pocas floraciones  son más cortas y los frutales han florecido menos que otros años, aunque dada la vecería de los manzanos, eso suele ser lo habitual. El año anterior la cosecha fue muy buena. Sigo haciendo cambios de arbustos y he dividido algunas plantas perennes y cultivado otras nuevas de semilla. Las floraciones de los bulbos, sobre todo de los tulipanes, han sido escasas. Está claro que los tulipanes hay que cambiarlos todos los años, como hacen los ingleses, pero a mí me cuesta hacerlo ya que es mucho trabajo y las fuerzas menguan. El único beneficio de la escasez de lluvias ha sido que la hierba ha crecido menos, lo que me ha ahorrado horas de cortacésped, pero de seguir así pronto cambiara de color y el jardín tendrá un aspecto muy diferente. No lo sé. No quiero aventurar nada, tan solo disfrutar de la frondosidad y la belleza de esta primavera que está alarmando a gran parte del país aunque aquí cuesta creer que tal vez las cosas ya nos sean igual en los próximos años. Espero que os gusten estas fotos de una Barrosa aún exultante de verde.


Acer dissectum Green Globe y la Glicinia en plena floración.


Glicinia y Hayas con hojas de invierno aún. 


En el parterre del huerto las plantas perennes comienzan a levantar la cabeza.


Las primeras en florecer son las Aguileñas.


Estoy muy orgulloso de mis arbustos de arándanos que comienzan a florecer, ya que su cultivo no es fácil en esta tierra arcillosa.


Hacía tiempo que esta higuera no tenía tanta fruta.


La Clematis Montana se encarama por el nogal.


La frondosidad de la Barrosa se hace palpable en este día gris lluvioso.








Los dos arces más antiguos, Bloodgood" y Palmatum plantados al mismo tiempo.



La cabaña de madera casi tapada por los arbustos.


Aún siguen en flor el Alissum saxatile "Gold Kobold" 


Arce "Sango Kaku" a la izquierda y "Uno Yama" a la derecha.



Aguileñas e Iberis sempervirens.


Flor blanca del Viburnum contrastando con las hojas granates del arce atropurpureum.



El amarillo del Berberis "Sunjoy Gold" y el Evonimo rastrero contrastando con el granate del Berberis thumberghi.



El árbol pagoda Cornus controversa esta a punto de florecer.




Patio trasero.




El Acer Palmatum tiene una frondosidad espectacular esta semana.


Pequeño macizo triangular con un Salix caprea que crece muy poco cada año.


Comienza a florecer el espino rojo.




Viburnum tomentosun Mariessi en plena floración.





lunes, 17 de abril de 2023

El Museo del Queso Majorero y otros lugares de interés de la isla de Fuerteventura.


Museo del Queso majorero en Fuerteventura.

El año anterior pasé 10 días en la isla de Fuerteventura y tal vez fue la isla que más me sorprendió de todo el archipiélago de Canarias. No había vuelto a poner los pies allí desde los años ochenta y apenas tenía un vago recuerdo de un paisaje extremadamente seco y pobre, playas desangeladas y vacías, y rebaños de cabras en las laderas peladas. A principio de los ochenta había estado de profesor en el cercano Lanzarote, que en esa época, y gracias al pintor Cesar Manrique, se había convertido en algo excepcional en el panorama turístico canario y nacional.  No solo había conseguido crear verdaderos hitos en la arquitectura y el paisaje de la isla sino que había conseguido atraer a un turismo refinado y cargado de dinero, complementado por una intensa vida cultural: conciertos, exposiciones de arte, ferias y congresos de todo tipo, fiestas de alto nivel, etc. A su lado, la isla de Fuerteventura parecía abandonada de la mano de dios y de los hombres. Un lugar perdido en el tiempo y sin apenas futuro por delante.

 


Montaña de Tindaya cerca de la Casa de los coroneles en la Oliva


Vista de Fuerteventura desde uno de sus miradores.

Hoy la isla ha cambiado exponencialmente y está logrando competir a la misma altura que el resto de las  canarias, con una agenda cultural significativa, como sus “Simposios Internacionales de Escultura” que ha llenado la isla de más de 180 obras escultóricas de artistas nacionales o internacionales y ha convertido la isla majorera en una sala de arte al aire libre, o sus Festivales de la Ópera en el recién estrenado “Palacio de Formación y Congresos” en Puerto de Rosario. Se han restaurado numerosos edificios históricos en las ciudades más significativas: Puerto del Rosario, Betancuria, Antigua, la Oliva, etc., además de muchas otras  iglesias y capillas con siglos de antigüedad, molinos, casas históricas como la Casa de los coroneles de la Oliva, y se han construido numerosos miradores desde donde contemplar su precioso y austero paisaje de tierra roja.  Si a esto añadimos sus cuidados arenales y playas, tanto en el norte como en el sur, sus pequeños pueblos costeros y puertos de pescadores,  sus atractivas urbanizaciones turísticas y hoteles, no es extraño que la isla haya recibido el último año antes del coronavirus, casi dos millones y medio de turistas. La isla que contemplo en este viaje apenas se parece en nada la que guardaba en la mente de mis primeras visitas en los años ochenta.

 


Pintura mural en la ermita de la Ampuyenta (S XVIII) considerada la "capilla sixtina" de Canarias. Sorprenden las flores en torno al santo que, con el cuerpo cubierto de cilicios, se baña en una bañera agua helada como símbolo de mortificación.


El museo del queso majorero con su magnífico jardín de cactus es una de los lugares que uno no puede uno perderse si visita la isla. Construido aprovechando edificios de una antigua granja de cabras, es un lugar magnífico y lleno de encanto, dedicado a contar la importancia de la producción de queso en la economía de la isla. Cuenta además con un molino de viento original, con toda su maquinaria, una sala de degustación de quesos y ese cuidadísimo jardín de cactus que enmarca el paisaje y lo dota de una excepcional belleza, ya que los ejemplares, tanto los autóctonos: dragos, cardones, crasas, etc. como otros, llegados de otros lugares secos, son de gran tamaño, y están enmarcados en el paisaje de forma totalmente natural. En esta primera entrada incluyo también algunas capillas notables que me encontré en el camino y una par de cosas más. Habrá más entradas sobre esta isla, ya que cero que es una gran desconocida para muchos españoles. No dejéis de visitarla si tenéis la oportunidad. Espero que os gusten las fotos.



Casa de los Coroneles en la Oliva al atardecer.


La extraordinaria Ermita de Ampuyenta con sus pinturas murales.





Interior de la Ermita totalmente cubierta de pinturas murales y cuadros.




Las pinturas han sido atribuidas a varios maestros pintores del siglo XVIII, aunque nada se sabe con certeza. Las pinturas muestran un gran colorido y una gran maestría.





Hospitalito de la Ampuyenta, legado del doctor Mena en el siglo XIX.


Molino de viento entre dragos en el Museo del Queso majorero.



Dragos, Opuntias y otras plantas autóctonas de la isla.



Vista general del museo del Queso con el molino de viento en primer término.



Maquinaria en el interior del molino. Aún se pueden ver un buen número de estos molinos de viento en varios pueblos de Fuerteventura.



Interior del museo.




Jardín de picón y grava volcánica.


Euphorbia cooperi.



Ferocactus robustus.


Pachycereus Sp.



En primer término Aloe vera.



Ferocactus pilosus.


Cactus y Euphorbia canariensis.





Euphorbias y Agaves.




Llegando a Antigua.


Iglesia de la virgen de Antígua, comenzada su construcción en el siglo XVI.


Interior de la iglesia con excelentes retablos y artesonado.


Casona canaria convertida en Biblioteca municipal en Antigua.



Paisaje cerca del mirador de los Gigantes.





Esculturas monumentales de los reyes Guise y Ayose, antíguos reyes de la isla, antes de la llegada de los españoles. Son obra del escultor Emiliano Hernández y miden 4.5 metros de Altura.