martes, 27 de septiembre de 2022

Espinarèu y una reflexión sobre el hórreo asturiano.

 


Rincón de Espinareu con un hórreo de buena factura y típicas casas de piedra.

La mitad de los hórreos asturianos se han perdido en los últimos 20-30 años. Según un recuento del 2020, quedan unos 20.000 hórreos en Asturias. Parecen muchos, pero eso no evita la enorme pérdida cultural y paisajística que supone la desaparición de miles de estas construcciones de madera, en muchos casos de hace cientos de años, por dejadez de la administración, de los dueños y porque inevitablemente se han hecho obsoletos y han perdido el uso y la función para la que fueron construidos. Todos los que vivimos o hemos vivido alguna vez en un pueblo de Asturias, hemos visto cómo en el espacio de nuestras vidas, la mitad o más de los hórreos que existían cuando éramos niños han desaparecido.

 


Una de los enormes paneras de Espinareu propiedad de varias familias.

Como casi todo el mundo sabe, los hórreos son graneros, principalmente de madera, construidos a modo de palafitos, para el almacenamiento de cereal y otras cosechas. Su función principal era conservarlas secas y fuera del alcance de roedores y otras alimañas.  Su forma y uso se extiende por muchas zonas del mundo, siendo muy común en los países del norte de Europa, incluida España. Lo curioso es que este tipo de construcción adopta formas muy diferentes en cada zona y para muestra basta ver la diferencia entre los hórreos asturianos y los gallegos, dos zonas muy cercanas geográfica y culturalmente. En cuanto a su origen, el hórreo es probablemente anterior a la época romana, donde ya aparecen estructuras redondas con techo de paja y patas de madera o piedra en algunos castros. En Asturias alcanzan su máximo apogeo entre los siglos XVI y XIX, cuando el cultivo de maíz y patatas traídas de américa, se convierten en  el medio de vida y base de la alimentación de la región. En el XVII y XVIII los hórreos aumentan de tamaño y se construyen enormes estructuras rectangulares, con seis o más patas a las que llaman paneras, ya que en Asturias es costumbre llamar pan a cualquier cereal que se utilice para ese fin. La construcción de estos enormes hórreos o paneras era a menudo comunal y en ella participaban varias familias, por eso muchos hórreos suelen tener varias puertas, ya que cada familia utilizaba una parte del edificio. Su construcción estaba muy tecnificada. Se hacían con madera de castaño o roble y casi nunca se utilizaban clavos. Todo se hacía encajar con tornos de madera ya que el hórreo debía poder desmontarse y transportarse a otro lugar en caso de necesidad. Muchos se construyeron en lugares públicos de las aldeas, con lo cual sus dueños no son propietarios del terreno, lo que ha creado numerosas dificultades y ha influido notablemente en su desaparición. Algunos hórreos están decorados con pinturas o tallas de madera propias de los artesanos de cada zona o época.

 


Decoración con cenefas de pintura roja y negra en un liño, característico de estilo primitivo, probablemente del siglo XVI


Fabas en rama puestas a secar colgando de gavitos, uno de los usos tradicionales del hórreo.

En Asturias, desde el 2001, exista una Ley de protección del hórreo que declara Bien de Interés Cultural los hórreos anteriores a 1900 y establece algunas ayudas económicas para su mantenimiento, pero al mismo tiempo restringe su uso y su construcción –solo vinculados a viviendas y con los mismos usos tradicionales-. Desde que salió la ley probablemente han desparecido otros diez mil hórreos. Las causas principales son el abandono de los pueblos y de la agricultura tradicional, la propiedad compartida de muchos de ellos, la escasa cuantía de las ayudas y el enorme coste de la reparación a la manera tradicional, la falta de uso o la imposibilidad de darle otro uso más adecuado al momento presente, el poco interés de la administración en su conservación y en buscar soluciones a su abandono, etc. No sé cuántos hórreos sobrevivirán en los próximos 20 años. Quizás menos de la mitad de los que hay ahora. Al menos quedan pueblos como este de Espinareu, donde se pueden contemplar algunos de los mejores hórreos y paneras que aún permanecen en pie en Asturias. El único problema es que estos pueblos se están convirtiendo casi en museos etnológicos y, según van desapareciendo las personas de cierta edad que aún cultivan la tierra y viven al modo tradicional, los hórreos acaban siendo tan solo elementos decorativos del paisaje, ligados a segundas residencias. Ese es su futuro. Mientras, la polémica sobre el cambio de uso de estos preciosos edificios de madera, es un tema de discusión bastante común en los bares asturianos.



Espinaréu está a unos 50 klm. de Oviedo, en el Concejo de Piloña. Es uno de los pueblos con los hórreos mejor conservados de Asturias. Cuenta con unos 20 hórreos y 6 paneras.



Iglesia de Espinaréu al otro lado del río.


En algunos lugares o plazas hay hasta 4 o 5 hórreos, uno al lado del otro.


Muchas casas tienen preciosas macetas y plantas.


Panera a la salida del pueblo con dos puertas.


Las casas de piedra con corredores son muy comunes.




El pueblo se extiende a ambos lados del rio en torno a una fértil vega.



Pequeño restaurante con un hórreo como comedor.



Las begonias crecen con profusión al lado del río.


Los corredores se añadieron a los hórreos con posterioridad, para facilitar el transporte de las cosas.



Curioso corredor circular.


Gigantesca panera rectangular con varias puertas. El tamaño de las tablas de más de un metro de línea, da idea de los enormes árboles que debieron talarse para construirla





Hórreo rodeado de hortensias y plantas en macetas.


El pueblo está muy bien cuidado con pequeñas zonas ajardinadas y numerosas macetas con flores.



En la parte baja del hórreo solían almacenarse la leña, los carros de transporte y otros artilugios del campo. Hoy suelen usarse como aparcamiento de coches o lugares para almacenar trastos viejos. En muchos casos están bastante descuidado.




Begonias y geranios en los corredores.


Otro grupo de hórreos cerca de la carretera.


Casas típicas por todas partes. Muy bien cuidadas.





Vista de la vega y del entorno del pueblo.


Grupo de casas en la parte alta de la aldea.


Bosque a pocos kilómetros de Espinarèu.



Esta área recreativa llamada de la Pesanca es un lugar precioso, rodeado de robles, castaños y árboles de ribera.


Está a poco más de 1 klm, del pueblo, al lado del río y es un sitio muy agradable para pasar un rato.




miércoles, 21 de septiembre de 2022

A mediados de Septiembre florecen los Aster, los Crisantemos y los Sedum.

 

 


Asteres, Gramíneas y las incombustibles flores de Rudbeckia fúlgida "Goldsturm"

A mediados de Septiembre las floraciones de verano comienzan a apagarse y si el verano ha sido muy seco, como ha sido este, el jardín suele tener un aspecto cansado y derelicto. La única forma de hacer revivir un jardín en Septiembre es poner algunas plantas de floración tardía y esperar que las lluvias y la ocasional tormenta hagan revivir las pocas floraciones de verano que quedan, como es el caso de las Dalias o las Hortensias, a las que basta una pocas gotas caídas del cielo para que revivan y se llenen otra vez de flores (no ocurre lo mismo con el agua de riego y resulta difícil de entender el porqué)

 


Las dalias suelen revivir con la más mínima lluvia. Hace casi tres meses que esta Dalia "Gloire of Noordwijks" florece sin un respiro.

Sin duda las mejores plantas para alegrar un jardín a principios del otoño son los Ásteres y sus parientes los Crisantemos. Desgraciadamente, al menos aquí en el norte, no resulta fácil hacerse con buenas variedades de Ásteres y Crisantemos perennes y que aguanten los inviernos húmedos y fríos. No existe mucha tradición de plantarlas en los jardines. La mayoría de las variedades de estas plantas que se venden aquí,  suelen ser las de origen asiático, y esas no suelen aguantar el invierno. Además, a menudo  se venden con la única función de decorar los cementerios durante la época de  Difuntos y en su mayoría son híbridos, específicamente forzados para florecer unos pocos días por estas fechas. Eso no quiere decir que no existan Ásteres y Crisantemos perennes, solo que aquí no resulta fácil hacerse con ellos. Otra dificultad añadida es que la reproducción por semilla no suele dar resultado como descubrí por mí mismo. Las nuevas plantas rara vez se parecen a la planta original y lo normal es que tiendan a la base azul, la más común, y de la cual, se deben de haber originado una gran mayoría de las variedades de otros colores y formas.

 


Chrisanthemum rubellum "Mary Stoker y Sedum telephium "Emperor´s Waves"

 En cuanto a las variedades de Sedum de gran tamaño que se pueden utilizar en el jardín al lado de otras perennes, tampoco se encuentran con mucha facilidad, a pesar de que son extremadamente fáciles de reproducir. Otro problema importante con los Sedum es que aquí en el norte crecen demasiado, debido a la humedad, y terminan cayéndose por todas partes. Yo suelo cortarlos a diez centímetros del suelo al menos dos veces  desde que comienzan a crecer en primavera, y tampoco es suficiente. Necesitarían al menos tres cortes para llegar a tener una floración de ramas erguidas en Septiembre. Es cuestión de ir midiendo cada año y dependiendo de la climatología actuar según convenga.

 


Asteres y Hidrangea paniculata "Lime light".

En la Barrosa este año aún se mantiene un buen número de plantas en flor a mediados de Septiembre. Algunas, como las Echinaceas, las he cultivado este año de semilla, así que han florecido más tarde de lo acostumbrado, ya que lo normal es que a estas alturas del año las flores ya se hubieran marchitado. Unas pocas variedades de Echinacea se reproducen relativamente bien de semilla, aunque algunas de las plantas suelen tender a la variedad rosa “Echinacea purpurea” que suele ser el patrón original de casi todas ellas. Alguna Dalia ha revivido con las escasas lluvias de la semana pasado. También las salvias vuelven a tener una floración espectacular después de una poda a mitad de verano. Es el caso de la incombustible salvia “Amistad”. Una buena poda en a mediados de Agosto asegura una buena floración en Septiembre y casi hasta la llegada del frío. Pronto comenzarán a cambiar de color las hojas de los arces y otros arbustos y entonces ya no harán falta las flores para que el jardín se llene de luz y color. Tan solo necesitamos un poco más de lluvia como en casi todo el país. Espero que os gusten estas fotos de la Barrosa a mediados de Septiembre.



Sedum, Salvias y Rosal "Red Drift".


Sedum Matrona, Rudbeckia fulgida y Helenios.


Debajo del "Cornus controversa" lucen las bayas rojas del "Hipericum Androsaemum".


Sedum y rosales arbustivos.


Este Hibiscus es el último en florecer.


Estoy rehaciendo el estanque con una nueva pila de granito y cambios en las plantas que lo bordean
.


Asteres y Rudbeckia fulgida.


El círculo de las Heucheras que construí este año ya parece que ha estado ahí siempre.






Este pequeño rosal tiene flor de forma contínua desde principios de verano con una ligera poda a principios de Agosto.


Echináceas de semilla germinadas este año.


Salvia michrophila "Royal Bumble"


Las ramas ya marchitas de la Coreopsis ayudan a crear esta imagen ya casi otoñal.


Echinaceas y Agastache aurántica "Apricot Sprite".





Liriope muscari y Asteres.




Heuchera "Caramel" y Cerastotigma plumbaginoides.


Salvia Amistad y Aeonium "Schwarkopf".


Hesperantha coccinea "Major" y Agastache aurantica "Apricot Sprite".



Salvia "Amistad" y Asteres.


Las flores Lila de la Lagestroemia contrastan en esta mezcla de colores.





Echinacea de semilla "Yellow Mellows" germinada este año.


Los Asteres combinan muy bien con la Salvia "Amistad".


Macetas de Salvia junto a la casa.