Una calle de la Pola del Pino el Día del Encuentro de las Polas. |
Hace unos días fui a la
celebración de la fiesta de las Polas, que hacía 20 años, sin razón aparente, se había abandonado. Esta vez,
por fin, le correspondió a la Pola del
Pino o Pola “Vieya” como también se conoce, una pequeña población a unos kilómetros
de la Barrosa en dirección al Puerto de San Isidro. Este encuentro de carácter cultural,
gastronómico y festivo trata de mantener el contacto entre las seis localidades
asturianas que mantienen hoy en día en el topónimo el término “pola” (Pola de
Siero, de Laviana, de Lena, de Allande, de Somiedo, del Pino, más otra localidad
en León –Pola de Gordón. Dicho término hace referencia a su fundación, entre el
siglo XIII y XIV, por los monarcas castellano-leoneses que intentaban de ese
modo favorecer el crecimiento de algunas zonas, a menudo periféricas, de su
reino y al mismo tiempo combatir el poder de la nobleza feudal.
Grupos folclóricos para animar la fiesta. |
Un buen número de las llamadas “pueblas
nuevas” fueron creadas por el rey Alfondo X en torno a 1270, con la intención de
controlar el territorio, afianzar el pode real y mermar el poder de los señores
feudales: nobles, monasterios y obispados, que competían por el dominio del
territorio y de la población asturiana con el propio rey. El reconocimiento de estas “polas”, la
mayoría creadas sobre núcleos de población ya existentes, implica la concesión
de una serie de derechos a un determinado núcleo poblacional, que actúa como
capital de la zona, con funciones jurisdiccionales y administrativas, constituyéndose
en lugar de mercado y favoreciendo el desarrollo del comercio y la artesanía y
sirviendo también de núcleo integrador de la zona rural colindante. Estas poblaciones
solo responden ante el rey y no deben pleitesía a ningún otro señor
feudal. Si en esa época se crearon unas 20
poblaciones nuevas en Asturias, la mayoría perdieron el término “pola”
del topónimo original y solo 6 de ellas lo conservan en la actualidad. La
mayoría de estas poblaciones aún son actualmente capitales del alfoz o del concejo
correspondiente y han crecido hasta convertirse en villas o pequeñas ciudades.
Interior de una de las casas "vieyas" abierta para la ocasión. |
No ha ocurrido lo mismo con la Pola del Pino, que fue capital
del concejo de Aller hasta el siglo XVI, pero perdió la capitalidad a favor de
Collanzo, siendo trasladad más tarde a la actual Cabañaquinta. Tal vez ese hecho
se debió a estar demasiado cerca de las montañas y con poca posibilidad de
extenderse más allá de su territorio de influencia, el hecho es que el
crecimiento de la población del alfoz de Aller en los siglos siguientes a su fundación, tuvo lugar principalmente en la
parte baja del concejo, más cercano a la capital, Oviedo, con vegas más
extensas en torno al río Aller. Siglos más tarde el desarrollo de la minería
del carbón, impulsó aún más el acrecimiento de la zona baja del concejo,
mientras la alta se estancaba y la Pola Vieya se quedó convertida en lo que es
hoy: una pequeña aldea asturiana que parece anclada en un tiempo inmemorial y lejano,
sujeta a los ritmos pausados de la vida rural. Tal vez por eso la Pola del Pino
sea el mejor ejemplo para perderse en aquellos tiempos lejanos de los reyes
asturianos, un paraíso de la etnografía viva para quien sepa y quiera
interpretarla.
Uno de los participantes en el concurso de pintura. |
El encuentro de las “polas” tuvo
un enorme éxito, principalmente porque todo el pueblo y todo el concejo se implicó
en ello. El ambiente no pudo ser mejor, con actos culturales de todo tipo desde
concursos de pintura y fotografía, actividades de la vida en el campo, música y
folklore y excelente gastronomía, incluida la preparación del “panchón” uno de
los dulces que más se identifican con el concejo y con su antigua historia. El
pueblo se engalanó como nunca. Casas y hórreos adornados de flores, los huertos
a rebosar, las antojanas relucientes y llenas de artilugios y enseres de otra
época. Puestos de artesanía e información de las diferentes polas, bandas de
música y baile y además una gran carpa con comida y bebida “abondo”. Sin duda
un día excepcional del que disfrutamos todos los alleranos. Espero que os
gusten estas fotos.
Panel con fotografías antiguas del pueblo. |
Grupo de teatro callejero con personajes de otros tiempos. |
Stands informativos de las diferentes "polas" distribuidos por el pueblo. |
Puestos de miel allerana. |
Ca´l Xabu de Cuérigo hace una recreación sobre la mejor forma de elaborar el "panchón", el típico postre allerano, a la antigua usanza. |
Stand de Ca´l Xabu bajo un hórreo. |
Casas típicas con corredores abiertos. |
Interior de una de las casas viejas abiertas al público, magníficamente conservadas. |
´ Mobiliario de una cocina de anataño. |
Delante del "Moyon de la Corralá". |
Casas del pueblo con aperos antiguos, bien conservados. |
"Faciendo cestos" con tiras de madera de castaño. |
Carreña y cebato, tal como se han hecho siempre con varas de castaño trenzadas. |
Sorprenden las bien cuidadas plantas por toda la aldea. |
La escuela se conserva tal como debió ser hace unas décadas. |
Frente a la iglesia de San Esteban, construida sobre restos anteriores del siglo XIII. |
Animadas calles con grupos folclóricos enviados por las diferentes "polas". |
Aperos de labranza expuestos al público en cada esquina del pueblo. Un auténtico museo etnográfico al aire libre. |
Gaiteros animando la fiesta. |
Trajes de la diseñadora allerana Paola Santín Pelaez. |
No faltan hórreos bien conservados en la Pola Vieya. |
Stand con frutos agrícolas de una de las "polas". |
Vista de la "reguera" que cruza el pueblo. |
La escalera circular de una conocida casa del pueblo. |
Grupo de pandereteras. |
Calle del pueblo con balconadas. |
Muestras de la obra del escultor Grela, que construyó la "gaitona" que decora la plaza frente al Ayuntamiento de Cabañaquinta. |
Demostración del antiguo oficio del herrero. |
Casa con tabiques de "cebato", en madera y argamasa. |
"Faciendo una vara de yerba" a la antigua usanza. |
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