domingo, 27 de noviembre de 2022

Los Arces japoneses de la Barrosa en primavera y otoño.


Arces y Gingko en el Jardín de la Barrosa este semana

Los que venís siguiendo este blog desde hace un tiempo, sabéis que durante todos estos años he estado cultivando un puñado de arces japoneses que poco a poco van creciendo en carácter y tamaño hasta ser parte importante del paisaje de este jardín. También sabéis que no es fácil que lleguen a ser árboles adultos ya que si bien en los últimos años el arce japonés es un árbol relativamente común en los jardines del norte, la mayoría de los que crecen en jardines públicos terminan teniendo un aspecto bastante lamentable y una gran parte de ellos sucumben al abandono o a las inclemencias del tiempo. Ese es un hecho que he comprobado en casi todos los jardines de Asturias, incluido el botánico de Gijón.

 


Primavera en la parte baja del jardín 

Los arces japoneses son árboles de sotobosque. Crecen casi siempre al amparo de otros árboles que les proporcionan sombra y una relativa humedad, en un suelo ligeramente ácido, pero bien drenado. Reproducir esas condiciones en un jardín no siempre es posible. Aun así, los arces japoneses son relativamente adaptables y, con un poco de cuidado, pueden crecer perfectamente en cualquier jardín en el norte de la península.


Arce con Verticillum. Ha perdido casi toda
la parte superior, pero está comenzando a 
recuperarse.

Lo primero que debemos tener en cuenta si vamos a tener un arce en nuestro jardín es que hay cientos de variedades de arces japoneses en el mercado, con formas de hoja, tamaño y colores muy diferentes. La mayoría son reproducidas por esquejes a partir de un primer árbol que produjo esa variante por pura casualidad, debido a la enorme variabilidad genética de esta especie. Estas variaciones llevan aparejadas diferentes necesidades y capacidad de adaptación.  Por regla general ninguna de estas variedades van a ser igual de resistente que el “Acer palmatum base” del que proceden todas las demás. Comprar un Arce japonés base, de hojas verde, es la decisión más adecuada para quien no quiere complicarse la vida o no tiene muy seguro las características de su jardín, o el árbol va a estar a pleno sol.  Además son mucho más baratos que las variedades injertadas.


Otra característica fundamental a tener en cuenta al cultivar un arce japonés -y que explica los muchos fracasos y muertes repentinas de estos árboles-, es la facilidad con la que pueden contagiarse del hongo llamado Verticillum. En realidad muchos de ellos traen el hongo ya de origen, el cual permanece inactivo hasta encontrar el momento apropiado. Es un hongo vascular que va ascendiendo desde las raíces a las ramas superiores, 

Arce con Verticillum muerto este
verano.
deteniendo la llegada dela savia, lo que produce la muerte repentina de un grupo de ramas o a veces de todo el árbol. Por lo general este hongo suele atacar durante el invierno, por exceso de humedad en las raíces. Es relativamente fácil de detectar, pero no existe ningún tratamiento para detener la enfermedad. Suele atacar árboles debilitados o con pocas raíces. A veces ataca una parte del árbol y, si eliminas esa parte dañada a tiempo, como veis en las fotos, el árbol suele recuperarse y parece quedar inmune después. Algunos de los arces de la Barrosa has estado enfermos de Verticillum y han sobrevivido pero al menos cuatro de ellos han muerto en los últimos diez años. Este que veis en la foto se han muerto este mismo verano, en gran parte por mi culpa, ya que debido al calor extremo estuve regándole casi diariamente, lo que llevó a la pudrición de las raíces y la extensión del Verticillum de forma vertiginosa por todo el árbol. En menos de un mes ya estaba muerto y ni siquiera me había dado cuenta hasta casi el final.  Esta vez era un arce cultivado de semilla, pero lo mismo ocurre con cualquiera  de las variedades que pueden valer 100 euros o bastante más por un árbol de poco más de un metro.

Todos los arces japoneses tienen una preciosa coloración otoñal y algunos también son muy vistosos en primavera. Esta vez he decidido poner fotos de los mismos árboles en primavera y en otoño para que disfrutéis de su evolución. Como veis, algunos de estos árboles han sido germinados de semillas, recogidas de los árboles más antiguos y, puesto que crecen con extrema lentitud, aún tiene un tamaño pequeño. He intentado un par de veces esquejar alguna de las variedades más valiosas pero hasta ahora no he tenido éxito. Nada es fácil con el cultivo de estos árboles pero su belleza recompensa los esfuerzos. Espero que os gusten estas fotos de los arces japoneses de la Barrosa.

Primavera


Acer palmatum base, el primero que planté en la Barrosa. Tiene ya tamaño de árbol adulto.


Acer palmatum dissectum "Green Golbe".


Acer palmatum "Bloddgood" de hoja granate, uno de los más resistentes a pleno sol. 


Acer palmatum "Ki Hachijo", una de las últimas adquisiciones.


Acer palmatum "Umo Yama" para mí el mejor arce de la Barrosa. Abajo detalle de la hoja en primavera.




Estos son los dos arces más antiguos de la Barrosa.


Arces "Sago Kaku" y Red Wine".


Este precioso arce de semilla estaba así en primavera y, a mitad de verano, estaba muerto por Verticillum. Foto superior.


Acer palmatum "Osakazuki". Tuvo Verticillum pero parece haberse recuperado
 Extraordinaria coloración otoñal.


Acer palmatum Sango Kaku. También tuvo Veryicillum pero se ha recuperado del todo después de perder casi toda la rama superior.


En primer término Acer palmatum Seiriyu. Detrás otro A. palmatum base. 

Otoño.


Acer palmatum Seyriyu. Abajo detalle de la hoja.




Acer palmatum de semilla de Osakazuki.


Acer plamatum "Sango Kaku".


Acer palmatum "Bloodgood".


Contraste de hojas entre "Sango Kaku" y "Bloodgood"


Acer palmatum "Atropurpureum".


La coloración del A. "palmatum "Osakazuki" es excepcional.


A. palmatum  base y "Sango-kaku"


Otro arbolito cultivado de semilla.


Acer palmatum base de tamaño ya adulto.


A. dissectum "Green Globe"

Acer palmatum "Umo Yama". Abajo contraste de hojas con Parrotia persica.





A. palmatum "Ki Hachijo". Al fondo Parrotia pérsica.



Vistas generales del  jardín esta semana.







Las hojas de arces y gingkos crean bonitas imágenes en bebederos y estanques.

viernes, 18 de noviembre de 2022

Tejos, acebos y hayas en el entorno del “Infierno la Texera”

 


Entrada al desfiladero del "Infierno la Texera" con dos imponentes tejos.

Este año me he propuesto hacer un seguimiento de la flora de este paraje de montaña del Puerto de Vegarada, único por su formación geológica, así como por el microclima que se crea en el desfiladero y las simas del entorno, lo que propicia el crecimiento de una flora extremadamente variada. Mi intención es publicar un artículo, conjuntamente con un geólogo, en la revista cultural “Estaferia Allerana” que se publica en este concejo. Ya hablé de este lugar en una entrada anterior.  Conozco este sitio desde niño, y siempre me ha parecido un lugar fascinante y único, que debería tener algún tipo de protección, dado que apenas quedan un puñado de los grandes tejos centenarios que debieron crecer en su interior y en los alrededores desde hace siglos. No en vano el topónimo “El infierno de los Tejos”. Muchos se cortaron probablemente hace muchos años, como atestiguan los grandes tocones que he encontrado por toda la zona. Hay que tener en cuenta que la madera de tejo es extremadamente duradera. Puede durar siglos y, en este lugar donde los ganaderos pasaban largas temporadas con el ganado durante la primavera y verano, escasea la madera duradera para construir cabañas y establos. El haya y el acebo, que son los otros árboles que crecen en los bosques de los alrededores, no sirven, ya que la madera de estos árboles se pudre rápidamente en el clima húmedo asturiano de inviernos lluviosos y con abundante nieve.

 


Vegetación en el interior del desfiladero en Noviembre


¿Qué encontraban los tejos para crecer en este entorno tan áspero, entre pedregales y grietas entre las rocas? ¿Quizás protección frente a los animales salvajes que se comen sus ramas en invierno o frente a las inclemencias del tiempo? ¿Tal vez los nutrientes y minerales que encuentran sus profundas raíces en las grietas de las rocas? No lo sé con certeza. El tejo es un árbol bastante extraño.  No crece con


Tronco doble de uno de los centenarios tejos.

facilidad. Sus semillas germinan en contadas ocasiones y tarda muchos años en alcanzar un tamaño visible. Durante su “infancia”, por decirlo de alguna manera, está fácilmente al alcance de cualquier animal herbívoro que lo encuentra muy apetitoso durante el invierno, cuando hay pocas cosas verdes. Lo cierto es que, si lo comparamos con otros árboles, quedan muy pocos bosques de tejos en estado silvestre en Asturias (apenas un par de ellos) , y cada vez menos, así que los pocos tejos que crecen en este lugar deberían tener algún tipo de protección.  Es cierto que hay algunos tejos protegidos en Asturias, especialmente aquellos árboles centenarios que, en su mayor parte, crecen al lado de Iglesias y ermitas, pero el resto no cuenta con ninguna protección especial.

He catalogado alrededor de ocho tejos centenarios (por su tamaño) en este paraje, además de un número indeterminado de ellos que crecen como bonsáis en las grietas de las paredes verticales del desfiladero. Digo indeterminado porque son muy difíciles de distinguir y se pueden confundir con el enebro rastrero u otro arbusto similar.

 

También he fotografiado decenas de plantas en flor que formarán parte de un somero catálogo de plantas sobre la zona. La mayoría son plantas de rocalla que crecen en las paredes rocosas y en las grietas. Una de mis mayores sorpresas fue encontrar en primavera un precioso Prunus Padus cuajado de flores blancas en medio del desfiladero. Nunca había visto este árbol creciendo silvestre en las montañas de Asturias y puedo asegurar que en todo este Puerto no hay otro igual. Algún pájaro debió traer la semilla que fructificó justo ahí. Dentro del desfiladero y en los alrededores crecen imponentes Hayas (Fagus silvática) y Acebos (Ilex Aquifolium). Aquí os dejo unas fotos de esta visita de otoño tardío, justo antes de la llegada de la nieve. Hoy cuando escribo esta entrada el Puerto de Vegarada se ha cubierto de nieve. Espero que os gusten.




La pista de tierra hasta el Puerto de Vegarada escoltada por hayas en coloración de otoño. 




Un gigantesco roble al lado del camino.


El Río Aller.


Paisaje otoñal en la subida.



Cabaña de Carbayalín  en la subida al puerto. Delante se puede ver un tejo que el dueño compró en un Vivero y plantó hace ya unos años.




Interior del desfiladero con un tejo justo en medio.


Dentro crecen hayas, avellanos y algún otro arbusto.


El desfiladero es un caos de piedras y barrancos. No hay camino para transitar y parece ser un buen refugio para los animales salvajes, incluidos osos en el pasado.




Haya ya desnuda de hojas en el interior del desfiladero.


Sima en uno de los lados del desfiladero.


Desde la cima de una de las paredes se puede contemplar el valle. También se aprecian dos tejos de buen tamaño justo debajo de la roca.


En esta foto más de cerca, se pueden apreciar los dos tejos sobresaliendo sobre los otros árboles ya desnudos. Al fondo a la derecha se ve una pared de Acebos bordeando un prado abandonado.



Aquí se puede ver un tejo doble creciendo entre las rocas. 


Otro tejo escondido tras un haya.


Aquí más de cerca.


Hayas centenarias entre las rocas.





Tocón raíz de un tejo cortado hace muchos años. He encontrado varios tocones que parecen durar eternamente.

Acebos bordeando el camino de vuelta.



Acebos cubiertos de bayas rojas.





Al fondo el Pico Estorbín, el más alto del concejo.


El pequeño río Aller, apenas un arroyo todavía.