lunes, 25 de abril de 2022

Viajes en el pasado: Tribus y mercados del norte de Vietnam. 2001

 


Mujeres en el mercado de Sapa vendiendo sus coloridos bordados.

Ya han pasado más de 20 años de aquel viaje, pero aún quedan estas fotografías llenas de color para despertar los  recuerdos de aquellas aldeas bordeadas de campos de arroz  verde esmeralda, de las mujeres vestidas con sus exóticos trajes bordados el día de mercado, de los niños que apenas sonríen y te miran con cierta tristeza y seriedad impropia de esa edad. Aún hay demasiada miseria en todo el país en el 2001.

 


Aldea en  la región de Sapa. Norte de Vietnam.



Una niña de la tribu Hmong contempla el río.
Tras más de veinte años de guerra, primero con los colonizadores franceses y luego con los americanos, en 1976 Vietnam se convierte en una República Socialista. Quedan aún por delante muchos años de miseria para un pueblo totalmente exhausto y destrozado por la barbarie de la guerra. La colectivización socialista y la abolición de la propiedad privada no mejoran mucho las cosas y el pueblo sigue subsistiendo en la miseria. Finalmente en 1996 el gobierno comunista decide cambiar las cosas y promulga la doctrina del “Doi Moi” o cambio. Esto implicó la apertura del país al exterior, la entrada de dinero e inversión extranjera, la lenta reintroducción de la propiedad privada, el abandono paulatino de la colectivización y la aparición de negocios privados en manos del pueblo.  Cuando yo visité el país, hacía 4 años que la carrera por hacer dinero había comenzado y el país bullía de emprendedores y de optimismo (alguno incluso te explicaba con seriedad que el Doi Moi predica que “cuanto más rico eres mejor comunista eres porque así más puedes contribuir al bienestar del pueblo”). Algunos miles de turistas comenzaban a llegar a través de las agencias de viajes, incluidas las españolas, y unos pocos viajábamos por nuestra cuenta a través del larguísimo país (2000 Km. de norte a sur) utilizando anticuados trenes y autobuses. En las ciudades casi todo el mundo te sonreía intentando sacarte amablemente algo de dinero. En los pueblos, al contrario, te miraban con bastante indiferencia. Estaban acostumbrados a sufrir, a pasar hambre y a que las cosas casi nunca cambiaban para ellos. Su única preocupación era tener comida suficiente para sus familias. Los turistas no les parecían muy diferentes de los oficiales del gobierno que van y vienen con sus cambiantes planes. Esa era la realidad.

Cuesta trabajo creer que, a pesar de la uniformidad introducida por los años de comunismo en todo el país, en el norte aún pervivan pueblos y tribus tan diferentes y tan ancladas a su precaria forma de vida agraria, pero lo cierto es que a lo largo de casi toda la historia del país los más de 54 grupos tribales que aún quedaban en las montañas del norte y centro del país eran considerados poco menos que “salvajes”, pueblos de origen desconocido con los que apenas se mantenía contacto y se les consideraba al margen de la sociedad, llegando incluso algunos reyes de la dinastía Nguyen a prohibir todo contacto con ellos. Los colonizadores franceses los explotaron hasta la saciedad e intentaron convertirlos al cristianismo y “civilizarlos” sin mucho éxito. Los sucesivos gobiernos comunistas mantuvieron una postura bastante similar intentando reeducarlos y convertirlos en buenos ciudadanos con escaso éxito. Cuando yo estuve allí gozaban de cierta autonomía, seguían con sus costumbres, y comenzaban a aparecer los primeros negocios turísticos en la región de Sapa y Bac Ha.



Mujer con un niño a la espalda.


Visitar los mercados y las aldeas de los alrededores con un guía o por tu cuenta, eran las principales actividades que los pocos turistas que pernoctábamos allí podíamos hacer. La belleza de un paisaje casi prístino contrastaba con la miseria que aún se percibía en los pueblos y pequeñas ciudades. La crianza de perros y gatos para el consumo humano era una de las actividades más lucrativas de estos pueblos  ya que se consideraban una delicatesen en las ciudades y especialmente en las cercanas ciudades chinas al otro lado de la frontera.  Estas fotografías escaneadas de las diapositivas que hice entonces, son una muestra de estos pueblos tan peculiares que probablemente hayan cambiado bastante desde entonces. Espero que os gusten.





En los huertos el cultivo del maíz convive con el arroz. 



En casi todos los arroyos hay un pequeño molino que funciona casi de forma automática.


Los grandes búfalos se utilizan para el cultivo de la tierra y como medio de transporte





Casi todo el transporte es de tracción animal y apenas se ven coches o camiones.


Muchacha volviendo del mercado con sus mejores galas.


Los niños rara vez sonríen, al contrario que en otros lugares.









Los Hmong tiñen las ropas con índigo de un color casi negro.

Interior de una cabaña.



Los pequeños cerdos vietnamitas tiene un importante valor monetario.


El paisaje es de una gran belleza.


Mujeres trabajando en un campo de arroz.


Mi pequeño grupo haciendo una ruta por los alrededores de Sapa.


Campos de arroz en terrazas.



Escenas de mercado de la localidad de Sapa.


El gran mercado se celebra una vez a la semana y casi todo el mundo vende algo y come en el mismo mercado.





Los hombres usan menos el traje regional que las  mujeres.


La forma y decoración del traje indica la tribu de procedencia y aquí conviven gente de varias grupos diferentes.



Pequeños caballos y mulas esperando para el transporte de las mercancías.


Llueve casi toda la mañana.


En una parte del mercado se venden perros y gatos para el consumo. Los más pequeños viene en jaulas como las gallinas y algunos vendedores los matan y despellejan in situ. No he puesto fotos para no herir la sensibilidad de algunos.


Mujeres de la tribu Dzao con sus grandes tocados rojos.


Niñas de la tribu Hmong.




martes, 19 de abril de 2022

Un paseo por el paisaje de montaña del “Coto Bello” al inicio de la primavera.



Vista de algunas de las montañas que separan Asturias de León desde el Coto Bello (Aller)

 Espero que hayáis disfrutado, esta Semana Santa, de unos días de asueto en algún lugar. La montaña asturiana es sin duda uno de los lugares más hermosos para disfrutar de la naturaleza estos días de buen tiempo, y  en el Concejo de Aller, a unos pocos kilómetros de la Barrosa, hay montones de lugares, muy poco conocidos, que reúnen toda la belleza de la alta montaña asturiana pero con muy poca gente y por ello mucho menos stress. Uno de ellos es este lugar llamado “Coto Bello”, una antigua explotación minera a cielo abierto, que para mí es sin duda  uno de los sitios más hermosos y accesibles que uno puede visitar en Asturias. Situado en el centro del concejo y a una altura de unos 1200 metros, reúne praderías inigualables, vistas de  montañas nevadas y de algunos de los picos más altos de Asturias, bosques de hayas y abedules, decenas de pistas para caminar, fuentes de agua transparente y muchos kilómetros de praderías que ahora, recién derretida la nieve, se llenan de anemonas y margaritas. Sin duda todo un placer para los amantes de los espacios abiertos.

 


Caserías en la subida al "Coto Bello"



Vuelo de parapentes desde el "Coto Bello".

Cuesta trabajo creer que hace apenas quince años, gran parte de estas praderas estaban llenas de enormes camiones y máquinas que extraían cientos de toneladas de oscuro carbón de las entrañas de la tierra. La mina de Coto Bello, una de las mayores del país a cielo abierto, se cerró en 2008 y, tras un proyecto de restauración  llevado a cabo por Hunosa, la empresa pública del carbón, los resultados han sido bastante sorprendentes, aunque siempre habrá algunos que consideren que no ha  sido  suficiente. Durante dicho proyecto se rellenaron los socavones de la excavación y se moduló el terreno en decenas de terrazas. También se hicieron plantaciones extensivas de hayas y abedules además de una concienzuda siembra de gramíneas apropiadas a la zona. Hace algunos años que visito este lugar en primavera y verano y lo cierto es que me ha sorprendido la enorme resiliencia y eficacia de la naturaleza para recuperarse de los destrozos causados por el hombre. También ha contribuido mucho el ganado que todos los veranos pasta en la zona, aportando sus desechos a la nutrición del terreno y su eficacia a la poda de gramíneas y arbustos. Sea como sea y, obviando el hecho de que las caserías antiguas que había en la zona han desaparecido irremediablemente, el lugar puede considerarse un éxito en lo que se refiere a la restauración de una zona degradada por la minería, y un ejemplo para otros lugares similares. Cierto es que la zona central de Asturias, enormemente dañada por la minería del carbón que yo conocí de niño, ha cambiado mucho y  cuesta bastante recordar aquellos ríos teñidos de negro, o las montañas de escombros restos de la energía que movió el país durante muchos años. Hoy todo eso ha quedado atrás y el carbón ha desparecido definitivamente de la superficie y de las entrañas de esta tierra, esperemos que para siempre. Creo que este lugar es una muestra de que no todo se ha hecho tan mal como dicen algunos agoreros, y que, cuando nos lo proponemos, podemos hacer las cosas tan bien o incluso mejor que otros países más desarrollados y con más dinero que nosotros.

 


Anémonas creciendo en las praderas.

 Espero que os gusten estas fotos y os animen algún día a visitar y a disfrutar de este paraje del “Coto Bello”. Esta prevista la construcción en los próximos años de un gran mirador, y es un lugar muy apropiado para el ciclismo y otros deportes de montaña. La carretera de subida forma parte de varios pruebas ciclistas y protagonizó una etapa de la Vuelta a España hace unos años. También es un lugar muy apropiado para recoger setas o simplemente contemplar algunas de las montañas más hermosas de Asturias.




Los prados de montaña destacan por su verde intenso al inicio de la primavera.



Típica portilla de madera de entrada a una prado.



Caserías de montaña muy bien cuidadas, lo que indica el esmero con el que se mantiene el ganado.



Los prados y caserías van alcanzando altura hasta llegar a la zona de la explotación minera donde se expropiaron.


Varios pueblos del Concejo de Aller. En el medio Cabañaquinta, la capital.





Zona del Coto Bello restaurado cubierto de margaritas y matorral.




Las montañas aún conservan algo de nieve esta semana.





Hace apenas una semana que se ha derretido la nieve y las flores renacen entre la hierba.





Las Anémonas (anémona nemorosa) son de las primeras flores que crecen después de quitarse la nieve.


Hayas (fagus silvática) aún sin hojas.





Pueblos en el valle de Nembra.


Todo este terreno verde es parte de la restauración minera.


Detrás de las montañas aparece el macizo de las Ubiñas.


Vista de la parte central restaurada del Coto Bello.







Macizo del  Aramo cerca de la capital, Oviedo sobresaliendo sobre la bruma.


Otra vista de la restauración con laderas de praderías y matorral.


Al fondo puertos de San Isidro y Vegarada con sus picos de algo más de dos mil metros.



Dos últimas vistas del paisaje desde el "Coto Bello".