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Acebos (Ilex Aquifolium) en el camino de la Barrosa. |
En el camino que lleva a la
Barrosa hace tiempo que crece una mata de acebos que cada año incrementa su
tamaño y lucen llenos a rebosar de bayas rojas. Antes, por Navidad, no hubieran
durado mucho tiempo ya que los muchachos del pueblo solíamos competir por
encontrar el acebo más grande y más hermoso para llevarlo a nuestras casas y colocarlo a la
entrada, decorado con unas tiras de espumillón y quizás alguna bola dorada o roja. Es
bueno que los tiempos hayan cambiado y, hoy en día, pocos en Asturias cortarían
un acebo para llevarlo a sus casas sabiendo que es un árbol protegido y que donde mejor está es en el monte para
disfrute de todos.
El acebo ha sido un árbol
venerado en casi todas las culturas desde tiempo inmemorial, tal vez por la
forma de sus hojas perennes y brillantes o de sus bayas rojas. Para los
nórdicos era el árbol sagrado donde murió el hijo de Odín, alcanzado por una
flecha, y sus bayas rojas simbolizan la sangre derramada. Para los romanos, las
espinas de sus ramas protegían de los malos espíritus y ya Plinio el Viejo
recomendaba plantar uno de estos árboles a la entrada de la casa. En la
religión Cristiana el acebo se popularizó como árbol de la Navidad allá por el
siglo XVIII en Irlanda e Inglaterra, ya que sus hojas puntiagudas recuerdan a
la corona de espinas que llevó Jesús en la cruz y, sus bayas, a su sangre
derramada. Por suerte hoy en día los acebos pueden comprarse en macetas o de
algún material artificial para seguir decorando nuestras casas.
En Asturias los acebos crecen con
profusión en casi todas partes pero sobre todo en los puertos de montaña donde
sirven de refugio y comida no solo a los animales salvajes sino también a vacas
y caballos que ramonean sus hojas tiernas en verano y se refugian a su sombra
para dormitar y huir de los insectos. En jardinería ha tardado en popularizarse
en nuestro país. Es un árbol extremadamente útil ya que acepta muy bien la poda
y el recorte y con el tiempo puede adquirir cualquier forma. Luce
extremadamente bien en invierno cuando se cubre de bayas y las plantas vivaces
ya se han muerto. Crece con bastante lentitud, aunque no tanta como la gente
cree. A la sombra y con suficiente humedad, suele aumentar de tamaño
relativamente rápido. El acebo es un árbol dioico. Hay árboles macho y hembra,
con lo cual conviene plantar más de uno si queremos tener bayas. En Asturias
ese no suele ser un problema ya que hay árboles salvajes en muchas partes y el polen suele viajar por el viento o los
insectos. En la Barrosa tengo unos cuantos, la mayoría recortados como bolas o
pirámides. Crecen tan bien al sol como a la sombra y no les importa mucho el
tipo de tierra. También tengo algunas variedades de acebos ornamentales de colores
variegados. Otra cosa importante es que tan pronto tienes alguno, comienzan a
salir arbolitos nuevos de las bayas caídas en el suelo. Yo suelo plantarlos en
macetas y con mucha paciencia esperar a que sigan creciendo. Son muy útiles
para regalar o como bonsáis.
Ya solo me queda desearos lo
mejor para esta Navidad y el próximo año que viene a todos los que os acercáis
de vez en cuando a este blog. Espero seguir contándoos algunas cosas de los lugares que visito, de mis viajes
pasados o presentes y sí, también del jardín de la Barrosa donde siempre habrá
alguna novedad. Quiero terminar con esta cita de Monet. Espero algún día poder
visitar ese jardín también. Sin duda mi deseo de Navidad.
Mi jardín es mi
más bella obra de arte. Todo lo que he ganado ha ido a parar a estos jardines.
Todo el mundo discute mi arte y pretende comprender, como si fuera necesario,
cuando simplemente es amor. (Claude Monet)