miércoles, 29 de diciembre de 2021

El jardín de invierno.


Las ramas desnudas del Arce "Sango Kaku" destacan por su magnífico color carmín.

Tengo que confesar que hasta hace un par de años mi interés por el jardín durante el invierno era prácticamente nulo. Un simple lugar de trabajo donde plantar nuevos bulbos y terminar de podar plantas vivaces y arbustos. Un lugar sin color y casi sin forma, excepto por los setos y bolas de arbustos de hoja perenne. Había visto jardines ingleses de invierno, con todos esos arbustos de troncos coloridos y herbáceas que se mantienen en pie, pero en la Barrosa no había nada que se le pareciera. Fue cuando empecé a hacer fotos y a esforzarme por buscar algo de interés, cuando realmente me di cuenta de que este jardín también puede tener destellos de belleza incluso en el invierno. Los contrastes de luz pueden tener mucho interés en las mañanas heladas, o justo cuando sale el sol. También las ramas de los árboles o el color de las hojas que quedan. Una única rosa mustia ofrece un punto de color inequívoco en medio de las ramas muertas de las vivaces. Este año he añadido algunos arbustos de Cornus cuyas ramas tiene un intenso color rojo, pero aún son demasiado pequeños para apreciarlos. También las hojas caídas y heladas ofrecen mucho interés para la fotografía además de las gramíneas que ya empiezan a hacerse notar. Al final se trata de entrenar el ojo a fijarse en detalles de los que antes no era consciente. Tengo intención de ir prestando más atención al jardín de invierno y esto es solo un comienzo.

 


Gramíneas y Acebo  helados.


Un rayo de sol ilumina y destaca la forma ondulada del seto de hoja perenne y el Phormium "Maori Sunrise".


Se acaba el año y, como siempre, uno empieza a plantearse si hay cosas que deberías cambiar de cara al año que comienza. La rutina lleva al empobrecimiento y al hastío. Dos años sin viajar comienzan a hacer mella. Todos estamos hartos de este coronavirus y de cómo nos ha cambiado y limitado la vida. Hace ya algunos años que escribo este blog y uno se plantea si merece la pena continuar. Los blogs tuvieron su sentido hace unos cuantos años, pero ahora, creámoslo o no, ya han pasado de moda. Dicen las estadísticas que la gente solo dedica de media unos ocho segundos a ver una fotografía en Instagram o un video en Youtube. Nos hemos quedado tan anticuados y viejunos como las antiguallas del rastro, esa es la realidad. Además, no nos queda más remedio que reconocer que, en este país, la jardinería es una batalla perdida. Ni ha aumentado el interés por la jardinería con el coronavirus, ni lo hará nunca. Es como predicar en el desierto. Mientras que en Inglaterra los aficionados a la jardinería han aumentado exponencialmente durante estos dos últimos años, aquí ni los hay ni se les espera. Más del 60% de las personas que visitan este blog son de otros países. Y si uno quiere ver el interés por la jardinería de este país no tiene más que darse un paseo por los barrios residenciales de las afueras y contemplar los míseros jardines que rodean la mayoría de las casas. Se te cae el alma a los pies si lo comparas con un barrio similar en Inglaterra o USA. Sin duda una realidad innegable.

 


Dos únicas rosas en blanco y rojo.



Ciertamente no me siento muy optimista cuando se acaba el año. Después de las fiestas espero poder marchar a algún sitio y el blog permanecerá cerrado un par de meses. A la vuelta tal vez vea las cosas de otra manera.








Las dos gramíneas junto a la pérgola son  "Anemanthele lessoniana"


Hojas del Gingko bilowa heladas.


Nueva situación del globo solar en medio de la hierba helada.



Comienzan a florecer las Bergenias en torno al estanque.














Arboles frutales.










Algunos frutales en la pomarada aún conservan las hojas.



Esta bola de Acebo variegado contrasta con las últimas hojas del "Berberis thumbergui".


Pajarillo congelado.



Este Physocarpus "Little Devil" aún conserva la hoja rojiza.



Nogal de corteza blanca bordeada de brezo.



En el invernadero no existe el invierno y mi limonero sigue dando fruto.

domingo, 19 de diciembre de 2021

Felices Fiestas desde las majadas cubiertas de nieve del Puerto San Isidro.

 


Paisaje del Puerto de San Isidro, cerca de el Fielato.

Para mi hay pocas cosas más hermosas en estas fechas que un paisaje nevado envuelto en la luz cálida de un día de invierno, quizás porque, de alguna manera, es un anticipo de la cercana primavera. A pesar de vivir en el norte, no me gusta demasiado el invierno. Lo reconozco. Especialmente esos interminables días grises y lluviosos a los que nos tiene acostumbrados el clima en Asturias. Sin embargo la nieve me produce un gran regocijo, así que esta semana he cogido mi cámara de fotos en un glorioso día de sol y me he acercado hasta el Puerto de San Isidro a fotografiar sus majadas y cabañas cubiertas de nieve. Ya os las he mostrado en alguna otra ocasión, pero nunca envueltas en ese precioso manto de nieve. El Puerto de San Isidro está a unos 14 kilómetros de la Barrosa y se tardan unos pocos minutos en acercarse hasta allí. Hace unos años se construyó, con fondos de la minería del carbón, una estación de esquí de pequeño tamaño llamada Fuentes de Invierno. Se intentó vender como un gran motor económico para este concejo pero lo cierto es que está lejos de cumplir esas expectativas. Es cierto que atrae algo de turismo durante el invierno, algunos de los cuales se hospedan en una docena de hoteles de pequeño tamaño repartidos por el concejo de Aller, pero la escasez de nieve durante estos últimos años  y el cambio climático que se avecina no aventuran un gran rendimiento a las estaciones de esquí de la Codillera cantábrica, la mayoría de las cuales se encuentran a unos 1.500 metros de altura, demasiado bajo para mantener la nieve durante largo tiempo.  Sea como sea el paisaje del Puerto apenas ha cambiado con la estación de esquí, y lo que predomina, al igual que ha sido durante cientos de años, es un paisaje ganadero salpicado de pequeñas cabañas de piedra donde los pastores solían residir durante la temporada de primavera y verano. Hace apenas 50/60 años, en esas cabañas se ordeñaba diariamente el ganado y se hacían cientos de kilos de mantequilla que se llevaban a los mercados para su venta. Hoy las vacas ya no se ordeñan, pero la cría de terneros y potros mantiene viva una pujante cabaña ganadera casi tan numerosa como lo fue en el pasado. 



Majada de la Marfonda.

En cuanto a las cabañas, siguen más o menos como estaban hace decenas de años años, aunque el uso haya cambiado, y en la mayoría de los casos se utilizan con fines recreativos o de descanso. Puesto que la mayoría de ellas están construidas en terreno público, el Ayuntamiento mantiene un férreo control para que no se conviertan en chalets de lujo o segundas residencias. Muchas han mejorado el interior con algunas comodidades pero el exterior se mantiene más o menos igual que siempre. Tampoco se conceden permisos para nuevas construcciones, lo que impide que proliferen nuevas cabañas. Esto permite que este precioso paisaje de montaña se mantenga más o menos igual en la mayoría de las zonas de la montaña asturiana, y esperemos que continúe así durante muchos años más. Espero que disfrutéis de estas fotos invernales llenas de esperanza y de futuro. Ya solo me queda despedirme y desearos lo mejor para estas fiestas y para el año que se avecina y, aunque el coronavirus parece que no va a darnos tregua aún, intentar pensar de que las cosas ya solo pueden ir a mejor y que pronto no será más un mal recuerdo. 


Cabañas en el Fielato.



El Río Braña a su paso por el valle del Fielato.


Cabañas en la misma majada.


Pequeño puente de madera sobre el río Braña.




Majada de Marfonda.


Recias cabañas de piedra en Marfonda.


Cabaña y prados cerca de Collainos.


Prados cerca del río Braña, aquí poco más que un reguero aún.



La majada de Collainos es una de las más tradicionales con numerosas cabañas. Antaño incluso había un bar donde paraban los ganaderos.




Las cabañas se asientan en las laderas cerca del antiguo camino real, hoy carretera comarcal.



Las cabañas solían rodearse de fresnos para resguardarse del sol en verano. Las hojas del fresno servían de alimento para el ganado en otoño.









Los tejados se cubrían de enormes piedras para que la nieve no arrastrara las tejas.






La altura de la nieve es considerable en algunos lados donde solo se ve la techumbre de las cabañas.



La carretera que lleva hasta el Puerto cruza un bosquete de acebos.



En la "Raya" o divisoria de Asturias y León, hay un pequeño poblado de chalets y antiguas cabañas.


También un antiguo camping, hoy en desuso.


El pico Torres de 2.000 metros escolta la salida hacia León.