Comienza a salir el sol un día de invierno y la hierba se tiñe de esmeralda. Solo el rojo de las bolas de Berberis contrasta en color con el verde oscuro de los arbustos. |
A muchos de nosotros puede
parecernos que el jardín no tiene demasiado interés en invierno, especialmente
los jardines del norte, cuando ya no hay flores y la mayor parte de las Vivaces
han muerto y sus ramas yacen tumbadas por el suelo. Es cierto que en algunos
grandes jardines ingleses hay zonas
especialmente diseñadas para lucir en invierno, con arbustos de ramas coloridas,
e incluso plantas específicas que florecen en esa época, pero en la Barrosa no
hay nada de eso, y aun así, basta un cierto conocimiento de las técnicas de fotografía
para conseguir instantáneas que mantienen un indudable interés y transmiten esa
sensación de paz y tranquilidad que es la función principal del jardín, la
mayor parte del año.
En invierno recobran su
importancia las ramas y troncos de árboles y arbustos, tanto perennes como
caducos. El color de la corteza de los árboles y su forma, tiene mucho interés
para la fotografía, especialmente los más viejos. También los líquenes y musgos
que crecen en la corteza. Ponerlos en primer plano o reflejar el paisaje a
través de ellos es una de las técnicas más comunes. También aquellos arbustos cuyas
ramas tienen una coloración diferente, bien en tonos rojizos, amarillos o
grises. Los arbustos y árboles perennes también cumplen su función, ya que
ellos conservan sus hojas y su forma. Es el momento de destacar los arbustos
con formas topiarias o las coníferas de diferentes tipos. Utilizar sus ramas o
troncos para encuadrar paisajes es fundamental, así como utilizar sus volúmenes
para crear profundidad o resaltar otras plantas. Las bayas o las pequeñas
flores de algunas plantas tempranas como las primaveras o las azaleas son un
buen motivo de muchas fotografías. También las gramíneas, phormium, yucas y
otras plantas con formas arquitectónicas quedan muy bien en cualquier
instantánea. La escarcha, la nieve y la niebla transforman el paisaje creando sensaciones totalmente novedosas.
Difuminan o resaltan los volúmenes y añaden colores nuevos y misterio o
profundidad a las fotos.
Un arce de ramas rojas y las hojas secas de un haya destacan en el fondo oscuro
En el estanque un rayo de sol incide sobre unas hojas manteniendo el resto en penumbra.
La fotografía es principalmente
luz reflejada y, como tal, es una parte fundamental para conseguir una buena foto que transmita algo más que el objeto que
refleja. La luz en invierno es completamente diferente al resto del año. Si el
día es gris y sin sol, las sombras desaparecen, y los volúmenes se difuminan y
pierden consistencia. Si no hay niebla o, al menos un sol tibio, el paisaje
puede resultar plano y sin interés pero basta el menos rayo de sol para que
todo cambie. El mejor momento para hacer fotos de invierno es justo cuando el
sol comienza a insinuarse en el horizonte o asoma detrás de una montaña, como
ocurre aquí en el norte. Durante más o menos media hora la luz cambia y el
paisaje se transforma creando contrastes que ya no vuelven a repetirse pasado
ese tiempo. Justo cuando un rayo de sol incide en una planta o árbol, puede
dejar otras partes en completa oscuridad. Es ese el momento que debemos buscar para
resaltar ramas rojizas, bayas, pequeñas flores, cualquier cosa que tenga color
y destaque sobre un fondo oscuro. Algunas de las fotos que veréis aquí utilizan
esa técnica. También la hierba tiene una extraña luminosidad que influye en su color a esa hora de la mañana. Si
hay nieve o escarcha, las formas se acrecientan
y la luz reverbera incrementando los colores. En los estanques el agua
se vuelve oscura y podemos fotografiar reflejos que de otra forma sería
imposible. Siempre que queremos destacar algo, conviene buscar un fondo oscuro
o neutro. A veces basta con cambiar de posición o moverse hacia un lado para lograr
este efecto. Debemos acostumbrarnos a dedicar unos segundos antes de disparar a contemplar en la pantalla
o en el visor lo que de verdad estamos fotografiando en todos los detalles. No
hace falta tener un gran equipo fotográfico para hacer buenas fotos pero si
tenemos que acostumbrarnos a utilizar la forma manual, colocando nosotros la
apertura y la velocidad. En la posición
automática nunca vas a lograr buenas fotos cuando los contrastes son muy
pronunciados. Y sobre todo mucha práctica. El invierno es tan bueno como
cualquier otro momento del año para hacer fotos en el jardín que tengan interés
o tal vez mejor. Animaros a hacer fotos buscando ese momento mágico de la
salida del sol y seguro que lograreis cosas magníficas. Espero que os gusten
estas fotos de la Barrosa y el pueblo de Cuérigo.
Feliz año 2021.
Las bayas y ramas de la Nandina domestica son de una gran belleza en invierno.
El fondo oscuro acentúa el contraste entre el color del Berberis y el Acebo.
Un acebo recortado que durante el resto del año es casi invisible
Escarcha en el tejado y ramas de arbustos.
Boje y Phormium.
Bodegón.
Primavera y hojas secas.
Primeros brotes de una Azalea.
Flores secas de una Hortensia
Las hojas de las hayas permanecen en el árbol casi todo el invierno y son muy fotogénicas con luz frontal en invierno.
Viejos nogales.
Manzano ornamental con sus pequeños frutos.
Cerezo cubierto de liquen. Al fondo la nieve en las montañas.
Gramineas y plantas vivaces. |
El huerto |
Mirando a través de un cerezo cubierto de liquen. |
Arboles enmarcando el paisaje. |
Cortezas de Nogal y Abedul. |
Figuras topiarias al fondo del jardín. |
El macizo central de arbustos. |
Cuérigo desde el Otero. |
Los tres pueblos del valle: Cuérigo, Collanzo y Santibáñez de la Fuente. |