Vista del Pelourinho, con sus coloridas iglesias y casas. Salvador de Bahía. |
En la primera década del 2000
hice tres viajes casi seguidos a Brasil, durante el verano, coincidiendo con la
presidencia de Lula da Silva. El país rezumaba optimismo. Los funcionarios
acababan de tener una importante subida del salario y llenaban los hoteles de las
ciudades turísticas y los parques nacionales. La economía iba bien y el país
crecía a buen ritmo. Mucha gente había salido de la pobreza extrema y el país
parecía tener décadas de crecimiento por delante. No fue así. La crisis del 14
hundió el país económica y socialmente. Le siguieron gobiernos inestables,
medidas económicas que no dieron resultado, bajada del PIB y acabó con el
gobierno de extrema derecha de Bolsonaro, tan perjudicial para el medio
ambiente como para la población más pobre y con menos recursos. Lula da Silva
acaba de ganar las elecciones de nuevo y el país parece que se encamina en otra
dirección. Esperemos que la suerte le acompañe y en el país vuelva a reinar el
optimismo.
Barrio histórico de Salvador de Bahía, una ciudad de 4 millones de habitantes. |
En aquél año comencé mi viaje en
Salvador de Bahía, la antigua capital colonial hasta la independencia en el
siglo XIX. La ciudad tiene una historia muy especial ya que es parte importante
del origen y desarrollo del país durante muchos siglos. A pesar de años de
abandono y de caída de la actividad económica a favor de Sao Paulo y Rio de
Janeiro, la ciudad parece poco a poco despertar de sus cenizas y su enorme
casco histórico, el Pelourinho, repleto de iglesias, conventos y casonas -declarado Patrimonio de la Humanidad en
1985- parece al menos haber recibido una mano de pintura.
Muchacha con el traje tradicional bahiano. |
La capital fue fundada más o
menos casi a los inicios de la colonización, allá por 1533 por el capitán
Francisco de Pereira que terminó sus días descuartizado y comido por los indígenas
de la zona, en parte por su terrible comportamiento con ellos. En 1549 arriba
una encomienda de conquistadores portugueses encabezados por Tomé de Sousa, 1º
gobernador de Brasil, con órdenes del rey de fundar una ciudad fortaleza que
sirviera de base para el resto del país. Él fue el primero que trajo esclavos de Portugal, en su propio sequito, y pronto se convertirían en la fuerza motriz de
la colonización portuguesa que fue principalmente privada, a base de
encomiendas concedidas por el rey a nobles y grandes familias. La ciudad crece rápidamente
superando en el XVII al resto de las ciudades coloniales de América. La caña de
azúcar y los esclavos fueron el gran negocio de Portugal en sus colonias
durante siglos. También el oro y los diamantes, aunque eso sería algo más
tarde. Cuando ya no había suficientes esclavos en las colonias de América, se
trajeron de las de África. Hoy en día, casi la mitad de los 210 millones de habitantes
de Brasil son de color (negros o mulatos) descendientes de aquella enorme
cantidad de esclavos que se importaron de África. En Salvador de Bahía este
porcentaje es mayor aún que la media del país. Tal vez por eso la llamen la
Roma negra, la ciudad de la alegría y muchas más cosas.
Esta influencia africana está muy
presente en la ciudad: en la música, la gastronomía, la cultura en general y en
la forma de ser de sus habitantes. Sin duda la ciudad más alegre de todo
Brasil, fuera del Carnaval, y eso se nota en sus calles y en sus bares y
mercados. También en sus iglesias. En Salvador se dice que hay una para cada
día del año. Decoradas hasta la saciedad con el oro descubierto a finales del
XVII, Brasil se convertiría en el mayor productor de oro del mundo entrado el
siglo XVIII, cuando ya la producción de las colonias españolas empezaba a decaer.
Mujer asomada a la ventana en una calle típica. |
Hay muchas cosas que ver en
Salvador de Bahía, incluidas muchas iglesias barrocas, pero el principal
entretenimiento está en la calle, en contemplar a su gente y disfrutar de las
decenas de bandas de música que tocan y bailan en cualquier parte, al igual que
los grupos de muchachos que practican capoeira, esa especie de baile marcial
que se ha convertido en una forma más de identificación de los jóvenes en casi
todo Brasil. Espero que os gusten estas fotos.
Casas con fachadas de estilo Art deco, muy popular en el XIX. |
En el barrio histórico hay tantas iglesias que tardarías días en verlas todas. La mayoría se construyeron entre el XVII y XVIII, los años de mayor riqueza de la ciudad. |
Terreiro de Jesús con el convento de San Francisco al fondo. |
Fachada barroca de la Iglesia de San Francisco. |
Interior de la iglesia del convento de San Francisco totalmente cubierta de oro. |
Plaza de la Catedral metropolitana. |
Una banda ensaya delante del Palacio del Gobierno. |
El puerto está en la parte baja de la ciudad. |
Palacio del Gobierno. |
Mercado en la parte baja de la ciudad, al lado del puerto. |
Calles del Pelourinho. |
Una banda de música anima las calles |
Otro grupo más adelante. |
A la noche numerosos puestos de comida animan las calles. |
Iglesia de Nuestra Señora del Rosario o de los Negros. |
Otra plaza de la ciudad. |
Puerto pesquero en la parte baja. |
Praia Farol de Barra en la misma ciudad. |
A unos pocos kilómetros un barquito que sale justo al lado del mirador Lacerda, te puede acercar a esta playa de Porto de Barra para pasar unos días de descanso. |
Barcos al atardecer. |
Brasil tiene tantas playas hermosas, incluso al lado de las grandes ciudades, que son casi incontables. |
¡Madre mía, José Antonio, que maravilla de viaje!
ResponderEliminarHe disfrutado muchísimo viendo tus fotos e imaginando lo hermoso que es ese gran país visto así, por sus plazas y rincones, sus puertos y sus calles. Has hecho un reportaje muy bueno.
Muchos besos.
Me alegro de que te gusten las fotos. Brasil es un país muy desconocido para muchos españoles y tiene mucho que ver.
EliminarUn abrazo
Hermoso y bello país amigo. Un viaje de los que realmente dejan huella.
ResponderEliminarPrecioso reportaje que he disfrutado. Las fotos son preciosas.
Un abrazo Jose.
Brasil es casi un continente donde a cado paso nos recuerda la herencia común de España y Portugal.
EliminarUn abrazo