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Contraste entre el amarillo de las hojas del Gingko y los Arces japoneses. |
Debo tener un poco de alma
oriental para entender esa fijación mía con los colores de otoño. Viviendo en
la montaña asturiana es casi natural esa transición de las estaciones hacia el
ocre y amarillo de la mayor parte de los árboles y arbustos de las montañas,
pero guardo un recuerdo en la memoria de hace bastantes años que de alguna
manera inspira los colores de otoño de este jardín. En aquella época trabajaba en Los Ángeles y llegado
el mes de noviembre, justo por el puente de Halloween, alguien me ofreció una
casa para pasar el fin de semana en San Francisco. Llegamos de noche y al día
siguiente una luz carmesí se filtraba por las ventanas al amanecer. El pequeño
jardín en torno a la casa era una explosión de color de los Arces japoneses, Liquidambar
y Gingkos, mientras en el suelo las hojas competían en un tapiz de escarlata y
oro que nunca había visto en mi vida. Tampoco conocía esos árboles. Eso fue antes
de que existiera este jardín, pero la imagen perduró en mi memoria y se ha
quedado ahí como el paradigma de ese otoño “existencial” y “perecedero” al que
nos lleva inevitablemente el paso de los años. Siempre he pensado que quería un
lugar así para cuando llegaran “esos años”.
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Los geranios aún sobreviven en el mirador. |
Ha llovido bastantes en estos últimos
días, pero al menos el viento ha sido bastante benigno y aún no se ha llevado
las hojas de los Arces ni del Gingko que centímetro a centímetro crece un poco
más cada año. No creo que haya otro árbol más hermoso en este mundo que un
Gingko en otoño. Sus hojas doradas son capaces de iluminar el rincón más oscuro
de la memoria. Lástima que se vean tan
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Es el tiempo de las hojas en la Barrosa. |
poco en los jardines. Este fin de semana
he plantado un par de ellos en la finca del monte y otro aquí en la Barrosa. Los
había comprado por unos pocos euros en un vivero en Galicia y los tuve en una
maceta hasta que enraizaron bien y se aclimataron. Es lo mismo que hago con los
arces japoneses. Siempre los tengo un par de años en una maceta hasta que se
aclimatan al lugar. Son demasiado valiosos para jugárselo todo a una baza. Los
árboles, como las personas, necesitan un tiempo para reconocer el lugar y
adaptarse a él. Sobre todo, esos árboles que crecen con mucha lentitud y a
menudo duran bastante más que el término de una vida humana. Quizás reconforte
el pensar que seguirán creciendo después de que te hayas ido, si es que los
dejan.
Estas semanas he plantado nuevos
bulbos de Tulipanes, he construido un nuevo parterre, y sobre todo hemos
recogidos decenas de cestos de manzanas para hacer sidra. Este año se anunciaba
una gran cosecha en Asturias pero la falta de agua durante el verano hizo que
los árboles se deshicieran de un buen número de ellas, antes de tiempo, por
pura supervivencia. Es algo que hacen casi todos los frutales. Aun así, la
cosecha no ha sido mala y las lluvias de principios de mes permitieron que un
buen número de frutos alcanzaron un tamaño excelente y un sabor incomparable. La
cultura de la sidra y su fabricación artesanal por las familias va
despareciendo año tras año, al tiempo que los pueblos se vacían y los grandes
supermercados invaden las pequeñas villas. Es el progreso.
Nunca acabo de entender por qué
las salvias en la Barrosa alcanzan su mejor momento durante el otoño y, sobreviven
hasta las primeras heladas, mientras se pasan el verano casi en blanco. Es un
misterio para mí. En cuanto a los Crisantemos no tengo mucha suerte con ellos.
No logro que sobrevivan al invierno y, los que quedan, suelen florecer antes de
tiempo. Nunca lo hacen cuando deberían. Antes se cultivaban en todos los
huertos del pueblo. Ahora ya no queda ninguno. Es mucho más fácil comprarlos en
los chinos o en las floristerías. El problema es que han desaparecido especies resistentes
que aguantaban bien los inviernos en estas latitudes y esas variedades se han
perdido ya para siempre. Esa es la realidad.
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Bayas del Clerodendrum trichotomum. |
Aquí os dejo unas fotos de la
Barrosa estas semanas. Ahora el color de las hojas sustituye a las flores y créanme
que no se echan de menos. Esta vez incluyo unas fotos de la finca de monte “La
Corraina el Quentu”, una casería con todo el color de la montaña Asturiana.
Espero que os gusten.
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Acer Dissectum "Green Globe". |
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Evonimus europaeus y Acer palmatum "Sango kaku" |
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Hortensias. |
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Las hojas del Acer dissectun "Green Globe" son de un dorado viejo. |
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Salvias y Gauras aún en flor. |
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En el estanque la Alocasia rubra tiene un tamaño gigantesco. |
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La hiedra "Parthenocissus quinquefolia" comienza la coloración otoñal.
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"Acer palmatum "Bloodgood" uno de los mejores arces rojos. |
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Acer palmatum "Sango kaku" |
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Colores de otoño. |
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Arbusto de Weigela variegata entre arces. |
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La nevada del pasado otoño hizo añicos este arce que comienza a recuperarse. |
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Gingko biloba en medio de dos arces japoneses. |
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Un Aconitum de floración otoñal. |
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Un abejorro libando una flor de Salvia.
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Salvia farinácea. |
"La Corraina el Quentu."
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Cabaña de la Corraina. |
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Amarillos: Al fondo el Pico Torres con un poco de nieve. |
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Unas tuyas recortadas y fresnos a la entrada del prado. |
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Cerezos, fresnos y robles crecen en los prados de la Casería. |
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Las hileras de avellanos se plantaban para sujetar la tierra y evitar deslizamientos durante el invierno. |
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Este Liquidámbar es un árbol canadiense que planté hace unos 20 años. |
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Los cerezos son los únicos árboles que en el norte colorean las hojas de carmín en otoño. |
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Al fondo las montañas del Puerto de Vegarada que separan Asturias de León. |
Una preciosidad de colorido... espero verlo algún día en el lugar...
ResponderEliminarGracias Juve. Si vienes por aquí será un placer enseñártelo.
ResponderEliminarSaludos
Amigo José Antonio, creo que ese amanecer tuyo en San Francisco no tiene nada que envidiar a un amanecer en la Barrosa. Tu, ya tienes muy visto tu jardín y conoces cualquier recoveco de él, pero lo que nos muestras hoy son unas bellas estampas otoñales llenas de hermosura y gran belleza que para cualquier pintor serian dignas y bellas imágenes del mejor de los cuadros. Para mí, tu jardín es una maravilla.
ResponderEliminarLa Cabaña de la Corraina, como no podía ser de otra manera en tus manos es otra pasada, el paisaje circundante también una maravilla. Pero la Barrosa enamora, te he felicitado varias veces por tu jardín pero no me canso de hacerlo porque tienes un jardín de revista.
Repaso y repaso las fotos y no sé realmente cual elegir son todas fascinantes, una de las que más me fascinan es la que hace la número 15 una imagen perfecta.
Felicidades por ese otoño celestial en la Barrosa.
Un abrazo amigo
Amigo Jose Antonio, te pido permiso para compartir y enseñar tu hermoso jardín en mi cuenta de Facebook poniendo un enlace que lleve a tu blog. Será todo un placer darlo a conocer si lo estimas oportuno.
ResponderEliminarUn abrazo
Como siempre, muchas gracias Juan por esas elogiosas palabras que siempre animan a continuar con esta afición nuestra que nos da bastantes satisfacciones y algunos trabajos (o muchos trabajos y algunas satisfacciones, según como se mire). Creo que los colores de otoño de la Barrosa mejoran un poco cada año según los árboles se van haciendo mayores, aunque también contribuye mucho la climatología. Me encanta compartirlo con vosotros que disfrutáis de una clima y un paisaje muy diferente. Sin duda tienes mi permiso para ponerlo en tu pagina de Facebook o donde quieras.
EliminarUn abrazo y gracias de nuevo.
Muchas gracias amigo Jose.
EliminarUn abrazo
Muy lindo tu jardín. Saludos.
ResponderEliminarGracias Teresa.
EliminarSaludos
Tu jardín está precioso, Jose Antonio. El color que tiene en otoño es espectacular, tan bonito como en primavera pero con ese aire melancólico que trae esta estación. Me gusta muchísimo.
ResponderEliminarUn abrazo!
Thank you Agnes.
ResponderEliminarGracias Mónica. El otoño aquí en el norte siempre trae mucho color y melancolía, también.
ResponderEliminarUn abrazo.
Precioso está tu jardín en otoño, con los colores mágicos de esa estación y con esa vegetación tan frondosa, es un placer disfrutar las fotos. Un paseo por las montañas de Puerto Vegadara sería maravilloso.
ResponderEliminarMuchos besos!
Muchas gracias por tu comentario, Montse. A ver si para de llover y se puede salir a pasear por la montaña los próximos días.
ResponderEliminarSaludos