martes, 2 de mayo de 2023

La playa de Prah Nang, en Tailandia, considerada una de las cinco mejores playas del mundo, hace años que también sufre la desgracia del turismo de masas.


Playa de Prah Nang en un día gris del 2023


 En una entrada anterior ya hablé de la masificación del turismo que está sufriendo Tailandia en estos años, no solo en algunas de sus preciosas islas, sino también en otros lugares que durante años permanecieron como refugio de mochileros y de un turismo joven, principalmente occidental. Ya no. El turismo de masas ha llegado a todas partes. 


La misma playa en 1991, la primera vez que la visité.

 A principios de los 90 esta playa de Prah Nang, en la península de Krabi, a la que solo se podía llegar en barco, comenzó a ponerse de moda, de boca en boca, entre los mochileros que frecuentaban los hoteles de Kaosan Road en Bangkok. Si es cierto que hacía poco se había construido el lujosísimo hotel Rayavadee en un trozo de selva en torno a la playa, pero en el resto de la península apenas había unos pocos hoteles y restaurantes, hechos en su mayoría con bambú y materiales locales. La península carecía de puerto y carreteras. El único acceso era en barca a través de una de las playas cubiertas de manglares y, durante la marea baja, había que caminar casi un kilómetro por el agua y el fango con la mochila en la cabeza. No había otra forma de acercarse. Eso sí, los clientes del lujoso Rayavadee descendían del barco hacía unas plataformas construidas sobre unos tractores de enormes ruedas que rodaban entre el barro y el agua. Eso lo recuerdo muy bien. Si conseguías llegar allí y encontrar habitación en uno de los rústicos hoteles, podías disfrutar durante unos días de una de las cinco playas más hermosas del mundo (Eso decía la guía Lonely Planet en los 90). Tan solo la caminata por un pequeño sendero a través de la selva, viendo manadas de monos saltar de un lugar a otro entre las paredes y túneles de caliza que llevaban hasta Prah Nang te dejaba anonadado. Cuando de repente intuías el agua, y la selva dejaba ver aquella playa de agua verde esmeralda, de la que sobresalían enormes rocas cubiertas de vegetación tenías la impresión de haber llegado a algún lugar mágico, a un mundo dentro de otro mundo, algo que solo existía en alguno de los libros de aventuras que había leído de niño. Si a esto añadías unos fondos de coral llenos de innumerables peces de colores, llegabas a pensar que tan hermoso era el paisaje fuera como dentro del agua. No había otro lugar más hermoso en el mundo. Visité Krabi al menos otras dos veces desde aquella primera vez en el 91. Vi como los hoteles se multiplicaban por diez y luego por cien. Un año construyeron un enorme embarcadero flotante de plástico y desde entonces la llegada de personas y la construcción de hoteles se aceleró exponencialmente. 


En un barco, en una playa cercana en 1991


En el 2004 el tsunami de Sumatra destrozó un buen número de hoteles, se llevó los fondos de coral y con ello los peces, y las cosas se calmaron un poco. Incluso el lujosísimo hotel Rayavadee sufrió numerosos daños. No duró mucho tiempo. En pocos años se reconstruyo y se amplió todo lo destruido y los turistas volvieron a fluir a cientos y miles. Hoy en día, miles de turistas vienen en barcas al embarcadero y pasan el día en la preciosa playa para regresar a la tarde a sus lugares de alojamiento. El sendero hasta la playa se ha ampliado y se ha colocado un firme de hormigón. El Rayavadee se ha atrincherado detrás de altas verjas de madera y han construido un muro de roca sobre la misma playa para evitar futuras inundaciones. 

En estas fotos de 2007, unos pocos años después del tsunami, la playa aún tiene un aspecto idílico, a pesar de las colas del turismo de mochileros esperando por las barcas, pero aún no había llegado el verdadero turismo de masas.


Mochileros caminando hasta las barcas antes de la construcción del embarcadero flotante.


La playa de Prah Nang en 2007 aún tiene una imagen idílica, con muy poca gente.




En la cercana Railay West, aún se respira tranquilidad y sosiego. Nada que ver con el estado actual.


La exótica playa de Prah Nang, una de las cinco playas más hermosas del mundo, aún sigue conservando mucha belleza, pero la magia de los años 90 ya no existe. Al menos han puesto unos topes flotantes para evitar que las barcas se acerquen hasta la playa y la construcción de nuevos hoteles parece haberse detenido, pero el trasiego de personas y barcas en las otras playas de la península de Krabi y en el entorno de Prah Nang es absolutamente demencial. Es un caos de ruido y gente. El paraíso destruido por un puñado de dinero. Esa es la realidad.




Dos vistas de la playa de Prah Nang este año. En la segunda foto se aprecia parte del dique de piedra construido por el hotel Rayavadee.




Esta vez me alojo en el cercano Ao Nang, y cojo una barca como estas para acercarme hasta la playa de Prah Nang cada día.


Barcas haciendo el trayecto hasta Railay.


El sendero entre rocas y selva se ha convertido en un gran paseo turístico.



Un mono nos contempla desde la verja del hotel Rayavadee.


Falos de madera en una gruta cerca de la playa como ofrenda a la diosa de la fecundidad.


Vista de las grandes monolitos rocosos frente a la playa. La cinta de arena es más pequeña que en el 91.




El agua sigue conservando un precioso color verde, a pesar de la desaparición de todo el coral en el tsunami del 2004.



El entorno de la playa es de una gran belleza.




Ipomea pes caprae, creciendo en la playa.


Aproveché un día de lluvia para hacer estas fotos con muy poca gente en la playa.





Lujosas cabañas en el hotel Ravayadee, cercano a la playa. 


Formaciones rocosas en la playa.




Un kayak navegando entre dos grandes rocas.



Camino de vuelta con la valla del hotel Ravayadee. En el 91 era un estrecho sendero entre la selva y las rocas. No existía esta valla.





Hoteles y restaurantes en el pueblo de Railay West, cercano a esta playa, que aún conserva algo de su pasado turismo de "backpackers".


En la playa de Railay West no coge una barca más. Resulta difícil acercarse al agua. Nada que ver con la foto del 2007.


Atardecer en la playa de Ao Nang. Cientos de estas barcas trasportan turistas todo el día de una playa a otra llenando el agua de ruido y huno del diesel de sus motores.




Idílica puesta de sol en  Ao Nang.








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