Iglesia matriz de Betancuria. |
Fuerteventura fue conquistada por
dos normandos, de nombre Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle y un puñado
de 63 marineros. La isla se hallaba separada en dos reinos, el de Guise y el de
Ayose y apenas se hallaba poblada por un par de miles de habitantes, probablemente
de origen bereber, a los que los españoles llamaron mahos, de ahí la palabra
majoreros con que se conoce hoy a los habitantes de esta isla. La ocupación de
la isla fue fácil ya que los indígenas
apenas tenían experiencia en la guerra y sus armas eran muy primitivas. Recién
ocupada, Betehncourt fundó la ciudad de Betancuria en 1404 en una pequeña
hondonada en el interior de la isla, rodeada de montañas y fácil de proteger, a
salvo de las costas y los contínuos ataques de los piratas. La pequeña villa
sería la capital de la isla hasta 1834 en que se trasladó a la Oliva y más
tarde a Puerto del Rosario, ya en la costa.
Esta descarnada descripción de la
isla por Unamuno, quien fue desterrado a Fuerteventura en 1924 por sus ataques
al rey Alfonso XIII y al general Primo de Rivera, nos da una idea de la soledad
y el escaso desarrollo de la isla hasta que la llegada del turismo la cambió
para siempre.
Detalle de retablo en el destruido
convento de Buenaventura
En poco tiempo se construyó una
bonita iglesia, edificios para cortes y juzgados y a lo largo de varios siglos fue
convirtiéndose en el lugar de residencia de la gente notable, oficiales y
prelados. En 1424 se construyó el convento franciscano de Buenaventura e
incluso se creó el obispado de Fuerteventura por el papa Martin V. Sin embargo
esta tranquilidad duró poco y en 1593 la ciudad fue arrasada por el pirata
berberisco Xabán Arraez quién destruyó la iglesia-catedral y todos los
edificios importantes. La ciudad tardó bastante en recuperarse de esta tragedia
y ya nunca fue la misma. Se reconstruyó la iglesia y algunos otros edificios necesarios para el
gobierno de la isla, pero el convento de Fuerteventura quedó en ruinas hasta hoy
en día. La pequeña ciudad prosperó durante un tiempo gracias al cultivo de
secano, el de la cochinilla y el pastoreo caprino, pero poco a poco fue perdiendo
importancia y ya en el XVIII se comenzaron a desarrollar otros núcleos urbanos,
algunos en la costa, más asequible para el comercio y el intercambio de bienes
con otras islas y la península.
La iglesia se halla en un altozano rodeada de edificios gubernamentales.
Hoy la pequeña villa de Betancuria
es como una joya a través de la cual uno puede trasladarse al pasado y
contemplar retazos de la vida de los siglos XVI al XVIII. Las ruinas del
antiguo convento sorprenden por su belleza y austeridad en medio del paisaje
desértico. La iglesia parroquial es de una belleza abrumadora y conserva
intacto su artesonado mudéjar además de un buen número de retablos y pinturas
de siglos pasados. Se han restaurado un buen número de casas, algunas convertidas
en restaurantes y hoteles, otras como viviendas particulares. Aún quedan
algunos huertos y bancales para recordar su pasado agrícola y ganadero. Las
calles de adoquines, los rincones exuberantes de buganvillas, el pequeño arroyo
seco bordeado de paredes de piedra volcánica invitan a pasear y dejarse llevar
por la sorprendente belleza de la tierra rojiza, espolvoreada de casas blancas
y chumberas. Sin duda un lugar que uno no puede perderse en esta isla tan
extraña que parece un trozo trasplantado de África como bien la describió Unamuno.
Edificios del Antiguo convento, destruido por los bereberes. |
Una retama en flor contrasta con las paredes de piedra seca. |
Interior del convento del siglo XVI. |
Las ruinas del convento se encuentran a poco distancia del pueblo, rodeado de tierras de labor abandonadas. |
Cauce del río seco cercano al convento. Al fondo la silueta de la iglesia. |
Subida a la iglesia. |
Interior de la iglesia de tres naves y de estilo gótico tardío. |
Interior de la sacristía con artesonado mudéjar y un conjunto de pinturas muy notables. |
Extraordinario retablo y púlpito. |
Pinturas en la sacristía. |
Retablo lateral con escenas del Juicio Final y un excelente artesonado. |
La ciudad fue abundante en agua en el pasado, y las casas se construyeron en terrazas en las colinas cercanas. |
Calle de aspecto colonial. |
Casa típica con balcones y paredes encaladas de blancos. |
Abundante vegetación en el entorno. |
Uno de los antiguos pozos que suministraban agua a la ciudad, con su correspondiente noria. |
Casas y huertos en Betancuria. |
En comparación con las laderas secas, el paisaje de la ciudad semeja un oasis de verdor. |
Restos de chumberas del antiguo cultivo de la cochinilla. |
Huertos y palmerales. |
Bonito drago con bayas en una de las calles. |
En una pequeña aldea cerca de Betancuria, sorprende esta magnífica iglesia de la misma época. Iglesia de Nuestra Señora de la Peña. |
Excelente artesonado y retablo |
Todos estos pueblos de las Islas son una maravilla, aparte de sus playas existe otro tipo de turismo que personalmente me encanta.
ResponderEliminarPrecioso reportaje amigo José.
Un abrazo.
Gracias Juan. Yo viví en Tenerife varios años cuando era joven pero ahora las islas están mucho más guapas y han cambiado mucho, y como dices no todo es playa. Incluso Fuerteventura que era un secarral ahora es una isla preciosa con muchos sitios de interés.
EliminarUn abrazo
Todo se ve precioso, todas las islas lo son ( preciosas ). Besos.
ResponderEliminarGracias Teresa. Todas las Canarias están preciosas ahora.
EliminarUn abrazo