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Cabaña e iglesia baptista en la orilla del río Amazonas.
De Santarém a Belem hay aún unos 1200 km. de viaje a través del gran río, así que me esperan tres días de navegación y dos noches durmiendo en una hamaca, aunque ya he comenzado a acostumbrarme. No es tan fácil dormir en una hamaca y necesitas un tiempo para que tu cuerpo se haga a la idea de dormir en una postura tan extraña. También hay mucho tiempo para tomar cerveza, charlar con los pasajeros y los pocos turistas extranjeros que viajan en el barco, y sobre todo contemplar los pueblecitos de las orillas y el ajetreo del río. Esta vez nos cruzamos con un par de gigantescas tormentas que duraron un par de horas inundando la cubierta de agua y zarandeándonos como en un tiovivo pero, aparte del mareo, nadie pareció preocuparse y el barco continuó su ritmo sin inmutarse, a pesar de que los extranjeros estábamos un poco nerviosos.
Al tercer día llegamos a Belem, la capital de estado de Pará, en la desembocadura del Amazonas. Con algo más de dos millones de habitantes, es la decima ciudad de Brasil y, al igual que Manaos, vivió su época de esplendor a finales del XIX y principios del XX, durante la época del auge del caucho. Desde su puerto se controlaba la salida de las mercancías de la selva hacia Europa.
Desde entonces ha llovido mucho y su gran centro histórico y su puerto ha pasado por años de decadencia y de abandono. Decenas de edificios coloniales y modernistas se encuentran aún cubiertos de maleza. debido en gran parte a que la gente más pudiente se ha trasladado a los nuevos rascacielos que crecen como hongos a la orilla del río abandonando el centro histórico de la ciudad. Hoy la municipalidad parece haber iniciado una importante campaña de rehabilitación de edificios en su centro históricos. Hay un cierto boom económico. Todo Brasil lo está viviendo, pero Belem aún está bastante lejos de alcanzar el desarrollo turístico y comercial de otras ciudades como Río de Janeiro o Salvador de Bahía. Aún hay decenas de edificios coloniales en completo abandono y se ven muy pocos turistas extranjeros por las calles. Es una ciudad tranquila donde la mayor parte de la actividad está a la orilla del río y es un lugar fabuloso para ver sus mercados y detenerse a contemplar las decenas de frutas extrañas, tubérculos, animales de todo tipo y otras cosas comestibles salidas de la selva.
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Belem. Al fondo mercado "Ver-o-Peso" fundado ya en el siglo XVII por los portugueses para controlar las mercancías del Amazonas. |
Tras pasar unos días en Belem, cogeré de nuevo un barco para trasladarme a la Ilha do Marajo, la mayor isla marítimo-fluvial del mundo, de un tamaño similar a Suiza. Apenas está aún desarrollada para el turismo extranjero y sus habitantes viven en gran parte de la agricultura, la ganadería y la pesca. Encontré un hotelito muy agradable en un lugar bastante aislado, llamado Joanes, al lado de una preciosa playa donde los marineros llegan todas las mañanas con sus barcas cargadas de pescado. El pueblo apenas lo forman un pequeño grupo de casas y una iglesia. Nada parece haber cambiado desde hace 200 años. Es el lugar ideal para relajarse, descansar, hacer caminatas por el interior y disfrutar del agua durante unos días. Están de fiestas, lo cual no se si es bueno o malo. A la vuelta ya tengo billete de avión para Brasilia y continuar mi viaje por este país.
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Barcos en uno de los pueblos del trayecto a Belem. |
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Espectaculares puestas de sol desde el barco. |
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La nueva cubierta atestada de gente. |
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Establecimiento en la orilla del río. |
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Cabañas a la orilla del río. |
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Un hombre con dos niños trata de anclar su lancha al barco. |
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Típico barco en la ruta del Amazonas. |
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Alrededores de Belem. |
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Puerto antiguo de la ciudad de Belem. |
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Los edificios coloniales y los bloques de pisos se mezclan en toda la ciudad. |
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Típico edificio colonial con azulejos portugueses en la fachada. |
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Catedral metropolitana de Belem. |
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Una calle de la ciudad de Belem. |
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Puerto pesquero y mercado. |
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Una mujer vende medicinas locales hechas con plantas y animales. |
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El consumo de bacalao en Brasil es casi tan importante como en Portugal. Un puesto de bacalao en el mercado de Belem. |
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Población de Joanes en Ilha do Marajo. |
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Iglesia de Joanes. |
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Pousada Ventania do Rio Mar. Joanes. Ilha do Marajo en la desembocadura del Amazonas. |
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La playa desde la Posada. El agua es principalmente dulce debido al río. |
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Barcas al atardecer-. |
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Preparando las redes en la playa. |
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Justo al amanecer, los hombres lanzan grandes redes desde la playa y todos colaboran en recoger los diminutos peces. |
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Los niños recogen los peces más pequeños. |
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Un pescador de Joanes con las capturas del día. |
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El mar frente a la Pousada. |
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Lagunas en el interior de la isla. |
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Los búfalos son muy importantes en la economía de la isla. |
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Playa en Ilha do Marajo. |
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Bailes populares en los festejos del pueblo. |
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Todos los jóvenes del pueblo colaboran en los bailes regionales. |
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Hay que reconocer que los brasileños saben divertirse incluso en los pueblos más pequeños. |
Qué pueblo tan colorido, es precioso. El mar, la selva, qué maravilla!!!
ResponderEliminarGracias por compartir las fotos.
Un abrazo, Jose Antonio!