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Trébol de los prados y Ranúnculos. |
¿Por qué son
tan comunes las plantas silvestres que tienen flores amarillas? ¿Y por qué se
asocian tan a menudo con plantas que florecen en rosa o azul? ¿Hay alguna
relación entre el color de la flor y los insectos que las polinizan? Es muy
probable que todo tenga alguna relación. Nada en la naturaleza es casual, y las
plantas han tenido millones de años para perfeccionar los colores y la forma de
sus flores, además de los olores que desprenden sus estambres y pistilos recubiertos de
polen para atraer a los insectos que las polinizan. Y sin embargo cuando uno
intenta hallar alguna respuesta a estas preguntas se encuentra con que o no
existen, o son confusas, cuando no contradictorias. La conclusión es que hay
miles de cosas del mundo natural que aún desconocemos.
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Brezos y Helianthemum en un bosque de robles. |
Últimamente ha
saltado la voz de alarma sobre la desaparición de las abejas, tan importantes
para nuestra agricultura, y nadie parece encontrar una causa concreta, sino
múltiples posibles factores, difíciles de evaluar. Una de esas “causas posibles” tiene que ver
con el color de las flores que normalmente polinizan esos insectos. La
extensión de los grandes monocultivos en todos los países con plantas que solo
florecen en un solo color parece ser un factor importante. Los ojos de las
abejas solo ven en el espectro ultravioleta y tienen preferencia por los colores blancos y
azules/rosados. La desaparición en toda Europa de las praderas con diferentes
comunidades de plantas asociadas, como las que muestro en estas fotografías,
puede estar muy relacionada con la muerte de las abejas. Uno no tiene más que
darse un paseo por Europa para ver cómo, incluso los prados donde pasta el
ganado, apenas tienen flores de uno o dos colores, cuando no ninguno. El uso
masivo de fertilizantes que solo promueven el crecimiento de un tipo
determinado de gramínea para alimento del ganado, ha acabado con las praderas
naturales que aún se pueden ver en algunas partes de nuestro país.
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Pradera de montaña en amarillo y rosa. |
Una de las
cosas que más me llamó la atención en mi reciente viaje a Inglaterra fue
comprobar que, en los prados, apenas se ven más que flores de color amarillo,
cuando las hay. Otra, es la obsesión de gobierno y de la Royal Horticultural
Society en promover en la jardinería, el uso de praderas naturales que, en
realidad, no son nada naturales, sino una mezcla artificial de gramíneas y plantas
perennes o anuales que producen flores de diferentes colores, y que semejan
esas praderas reales que hace años han desaparecido del país. Incluso la reina
tiene su propia “pradera” en Green Park para disfrute de todos los ciudadanos. Además,
hace años que se ha hecho común el dejar estas praderas –y los bordes de las
carreteras- sin segar hasta finales de verano, para que los insectos – y otros
animales- se alimenten y cumplan con su labor. (Uno no tiene más que darse un
paseo por el conocido Hide Park y preguntarse qué fue de aquel césped
inmaculado que lo caracterizaba). Esto,
que parece muy meritorio, acalla muchas conciencias, y hace que muchos se
sientan bien, para nada ataca el problema esencial que es el uso masivo en la
agricultura y ganadería extensiva, de herbicidas y fertilizantes que solo
promueven el crecimiento de un tipo de gramínea de forraje que no produce flores. Y puestos a pensar mal, ahorra al gobierno
cientos de miles de libras en horas de trabajo que antes mantenían los bordes
de las carreteras impecables y los parques y jardines del país con un inmaculado
césped verde. Inglaterra ya no es lo que era. Todo sea por salvar a las abejas,
pero me temo que con promover el uso de una jardinería más “natural” y dejar
los bordes de las carreteras en completo abandono, no se va a solucionar el
problema. Por suerte aquí en Asturias aún tenemos estas preciosas praderas
naturales que, por mucho que se empeñe la jardinería “natural”, nunca será
capaz de emular. Espero que os gusten estas fotos.
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