sábado, 23 de junio de 2018

Viajes recientes. Jardines Ingleses: Great Dixter. La belleza que surge del caos. Inglaterra.

La  casa desde uno de los grandes parterres lineales.

Great Dixter es probablemente el jardín Inglés más emblemático, la "quintaesencia del jardín inglés", traduciendo un término poco adaptable a nuestra lengua. Todo en él nos lleva a ese estereotipo de la Inglaterra de siempre, donde el pasado y el presenta parecen convivir al mismo nivel, en un tiempo sin tiempo. Todo lo que hay de caos y belleza en la cultura inglesa nos lleva a imaginar un lugar así. Esa casa ligeramente ladeada hacia un lado -aparentado reumatismo- parece haber sufrido inalterada el paso de decenas de siglos. Las paredes, las piedras desgastadas por infinitas lluvias, las fantasmales figuras vegetales de animales, el gato real que pasea por los jardines y te sigue con sus ronroneos, la confusión de plantas y árboles que parecen florecer y vivir a su libre albedrío, todo parece haber estado ahí desde siempre y sin embargo no es así. Los ingleses son maestros en el drama de tergiversar la historia y dar apariencia de pasado a lo que solo es presente. También tienen una virtud especial para la permanencia y la contradicción.
El gato es real y te sigue a todas partes. La reencarnación de decenas de gatos anteriores.
Tejos tallados en medio de uno de los jardines laterales.

Este jardín tal como lo conocemos hoy en día es en gran parte la obra de Christopher Lloyd que dedicó toda su vida a la tarea de crear uno de los jardines más bellos de Inglaterra. Nacido en esta misma casa en 1921 murió hace apenas 10 años, no sin antes crear una fundación que continuara con su obra. Sus padres habían adquirido una mansión medieval en completa ruina en 1910 y con la ayuda del arquitecto Edwin Luytens la fueron ampliando con restos de casas antiguas hasta darle el aspecto actual. También sentaron las bases del jardín en forma de diferentes "estancias" cada una con un aspecto diferente, pero fue Christopher el que creó ese estilo de jardinería tan inconfundible: esa mezcla de plantas perennes cultivadas y salvajes que se suceden en una explosión continua de color que no parece tener fin. La densidad de plantación es tan extrema que las decenas de plantas que florecen y conviven en un solo metro cuadrado de tierra es absolutamente asombroso. Ese aparente caos solo puede producir belleza y armonía si hay un control absoluto del tamaño, floración o necesidades de espacio de cada una de las plantas que vemos ensambladas "al azar" en los diferentes parterres. Y eso nos lleva a años de estudios, de ensayo y error y de una maestría sin igual a la hora de crear la "permanente belleza de lo efímero".
Detalle de la "gran bordura" en la parte trasera de la casa a principios de Junio.

Una de las estancias separada por muros de ladrillo y puertas de piedra. En este jardín las plantaciones se complementan a menudo con decenas de macetas con plantas individuales.
Great Dixter llega a producir una cierta ansiedad en el jardinero aficionado, una especie de estupor y hasta de shock. Por mucho que lo intentas no eres capaz de asimilar tantas variedades de plantas juntas, tantas flores diferentes, tantos esquemas de alturas, formas, colores y cuando intentas recordar algún nombre o llevarte algún esquema para su futura aplicación en tu jardín, te quedas con la mente en blanco. Es imposible crear nada mejor, te dices. Es inalcanzable. "Si al menos pudieras extrapolar un pequeño rincón de este jardín y trasladarlo al tuyo...", pero todo te supera. Tan solo puedes seguir caminando de una estancia a otra en una especie de trance, disparar tu cámara con la vana ilusión de captar algo de tanta belleza, tal vez inmortalizarla...pero también es en vano. Ninguna foto puede fijar los olores, el brillo sublime de los colores, la magia de la luz que lo envuelve todo en un día gris y plomizo que acentúa la sutileza del color, que llega inalterado hasta tus ojos. Necesitarías meses para individualizar los cientos de variedades que contemplas, y tan solo tienes unas horas: unas pocas horas de estancia en el paraíso.
La entrada a la casa está precedida de un campo con diferentes variedades de plantas salvajes entre la hierba.

Puerta de entrada a la gran casa, la parte más antigua.


El edificio que aparece entre los árboles es parte de los establos y construcciones auxiliares de la finca. Esa especie de chimeneas se utilizaban para secar el lúpulo, uno de los productos agrícolas de esta zona.

Las diferentes "estancias" crean la imágen de que cada jardín es nuevo y diferente al anterior.
Preciosa combinación de margaritas y amapolas.

Este prado con tejos recortados se deja sin segar hasta finales de verano, para poder disfrutar de las flores salvajes.

En algunas partes del jardín se deja a las plantas crecer de forma desordenada para ofrecer puntos de contraste y crear ese aspecto salvaje y caótico de la fotografía.



En estos grandes parterres de plantas perennes y arbusto siempre hay plantas en flor, manteniendo el interés todo el año. Algo muy difícil de conseguir en jardinería.

Borduras siempre delimitadas por paredes de tejo que sirve para cortaviento y para resaltar la belleza de las composiciones.
La gran bordura desde el prado.

La geometría de los tejos sirven de contraste a la aparente confusión creada por la plantación desordenada de plantas perennes  y salvajes.

En pocos días decenas de esas plantas que se ven en primer término estallarán en una profusa floración que sustituirá a las que se ven al fondo.


Un jardinero trabajando en la parte del huerto. En estos momentos Fergus Garret, que ya había trabajado muchos años con Christopher LLoyds, continúa siendo el jardinero jefe.


En el huerto se mezclan frutales, plantas de flor y vegetales de forma continua.


El color y la forma de las hojas es fundamental para crear contraste, como en esta fotografía.

Extraordinaria gradación de color.

Este "Geranium maderense" exige tu atención de medio de un mar de verde.

Detalle del exterior de los establos.

Geometría de tejos evocando la simetría de la arquitectura de la casa.
En Great Dixter un grupo de 6 jardineros bajo la batuta de Fergus Garret, además otro grupo de aprendices y ayudantes, continúan sin pausa con la rutina de que la efímera belleza del presente y el pasado permanezcan inalterables a lo largo de los siglos venideros. Inglaterra no sería Inglaterra sin lugares como este. Inventados o reales son el alma del país, eso que los demás admiramos con cierta envidia.
El vivero de Great Dixter. Aquí están a la venta muchas de las plantas que se ven en el jardín. Lástima que no esté más cerca.

El jardín tropical no está en su mejor momento.

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