domingo, 10 de mayo de 2020

Floración del espino albar en los bosques de Aller.



Espino albar en una ladera entre matas de Genista hispanica.

Justo una semana después de que el Crataegus Paul Scarlett se llene de flores rojas en la Barrosa, comienza la floración del Espino albar (Crataegus monogyna) en los bosques y montañas de los alrededores. Es el momento de salir temprano con la cámara de fotos y caminar montaña arriba entre las caserías y los prados que comienzan a llenarse de flores  hasta el Campón de Cocha la Viesca, una pradera amplia que hace de lindero entre las parroquias de Cuérigo y Bello desde hace siglos. De camino se ven las copas blancas de los espinos como grandes bolas de nieve. Desde allí arriba se contempla la cordillera que separa Asturias de León y el Pico Torres con sus 2.200 metros de altura. En esta época solía conservar aún grandes neveros en sus vertientes, pero hace años que este clima tan variable y con temperaturas altas se lleva la nieve antes de tiempo. También es el momento de ver el Gamón o varilla de San José (Asphodelus albus) levantar sus grandes espigas blancas. Cuando florecen en grupo forman un paisaje bastante exótico y llamativo que recuerda vagamente lugares de Sudamérica. Los ganaderos suelen odiar esta hierba cuando crece en los prados ya que sus varillas son duras al secarse y al ganado tampoco le gusta, así que de niños solían mandarnos a recogerlas de entre la hierba segada y deshacernos de ellas, cosa que también odiábamos hacer. Nunca me parecieron atractivas hasta ahora.

Dos espinos (Crategus monogyna) cubiertos de flores blancas.

El valle de Felechosa. En primer termino Asphodelus albus y Helianthemun.

Erica Arborea.



Me asombró también la gran cantidad de Jacintos de los bosques (Hyacinthoides hispánica) que crecen en las laderas desnudas de las montañas entre las hojas secas de los helechos. Siempre creí que preferían los bosques y lugares sombríos. Ciertamente para cuando la flor se ha marchitado los helechos han vuelto a crecer proporcionando sombra y humedad al bulbo que queda bajo tierra hasta la primavera siguiente y florece antes de que las ramas de los helechos salgan de nuevo. Es una especie de simbiosis muy beneficiosa. También crecen en los prados de montaña, entre la hierba. En Inglaterra hay una auténtica pasión por las “Spanish bluebells” hasta el punto de que tuvieron que protegerse ya que la gente recogía los bulbos salvajes en masa hasta hacerla casi desaparecer. En primavera los mercadillos están llenos de macetas con las espigas azules de las “campanillas españolas” y los grandes jardines de la Royal Horticultural Society tienen abundantes extensiones de bosques sembrados de campanillas que la gente visita en masa. Aquí apenas se conocen ni se cultivan. Tal vez sea mejor así y poder disfrutarlas en su estado silvestre.



"Spanish Bluebells" en un prado (Hyacinthoides hipanica)

Verónica Chamaedry, unas flores muy delicadas.


En los prados comienza ya la gran batalla por la supervivencia entre las anuales y las perennes. Cada una compite por ocupar su espacio, florecer durante unos días, atraer a los insectos polinizadores que las fecunden, producir a toda velocidad sus semillas, esparcirlas y dejar sitio a las siguientes. Aún no están en su mejor momento, pero ya han dado comienzo a su espectacular sinfonía de colores. A principios de junio llegará el momento culmen. Mientras, comienzan a salir las hojas de los carbayos  (Quercus robur) de un gris plateado) y las de las hayas (Fagus sylvatica) de un amarillo traslúcido.  En el bosque los colores aún no se han uniformado y son suaves y luminosos, casi transparentes entre la niebla y la lluvia. En el cielo las nubes vagan de un lugar a otro entre un azul lechoso y cambian de color anunciando lluvia. Es el momento de regresar. Aquí os dejo unas fotos de las montañas y prados cercanos a la Barrosa

En el bosque destaca el blanco de las flores de los espinos.




Anthyllis montana entre Genista y Crataegus.

En el camino Cytisus scoparius (escoba común)

Aguileñas en un prado.

Aquilegia vulgaris.


Muscari comosum.

Trébol común (Trifolium pratense)

Los arroyos bajan llenos a rebosar. Chaerophyllum hirsutum al lado del agua.





La Polygala alpestris tiene una pequeña flor azul muy llamativa.

Camino del Campón de Cocha la Viesca.


Casería de Fayaescusu en los montes de Cuérigo.



Sinfonía de color en los prados.

Caserias y al fondo montes de Pelúgano.

Una mata de Gamón (Asphodelus albus)
Campón de Cochá la Viesca. Al fondo el Pico Torres.

Caballos pastando en una ladera.



Leucanthemum vulgaris y Anthyllis montana entre la hierba.

Rhinanthus minor (paxarinos) y Echium vulgaris.



4 comentarios:

  1. Estás en un entorno precioso amigo Jose, lo mire por donde lo mire no tiene desperdicios estás rodeado de belleza. También entiendo que los inviernos son duros porque si fuesen inviernos suaves todas esas zonas seguro que estarían mucho más habitadas. Eso si es estar y vivir disfrutando de plena naturaleza.
    Esta madrugada sobre 6,-h hemos tenido una tormenta y el jardín se ha regado bastante bien, pues seguro que ya no nos llueve hasta septiembre o octubre eso si llueve.
    Ha sido un precioso recorrido acompañado por hermosas fotografías.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Tienes razón que este paisaje no sería igual sin la lluvia y los inviernos duros, aunque ya no tanto como hace años. Esta primavera llevamos muchos días de lluvia y todo está particularmente frondoso, pero hemos visto muy poco el sol. No se puede tener todo. Al menos parece que ha llovido bastante en casi todo el país, así que espero que tu jardín también se haya beneficiado.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Qué maravilla de paisajes! Me encantan las fotos, Jose Antonio. La de los Asphodelus albus me parece preciosa. Disfruta mucho de ese entorno. Un abrazo!

    ResponderEliminar
  4. Muchas gracias Mónica. Asturias está siempre magnífica en primavera.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar