Cualquier momento es bueno para
recurrir a mis “viajes en el pasado”, pero este año, sin poder salir del país,
se hace casi inevitable, así que no está de más volver hacia atrás y
reflexionar un poco sobre esos lugares que visité entonces antes de que
desaparezcan totalmente de la memoria. A
principios de la década del 2000 hice tres viajes a Brasil, bastante seguidos,
en estancias de dos meses cada uno, viajando de un extremo a otro del país, coincidiendo con la presidencia de Lula da Silva. Entonces el país crecía a
buen ritmo, la economía estaba desbordada, los sueldos de los funcionarios se
habían doblado y, parecía que la utopía de un Brasil convertido en una gran
potencia económica iba a cumplirse. Desgraciadamente las utopías rara vez
terminan haciéndose realidad, y la crisis financiera del 2008 acabó por
convertir en humo muchos de aquellos sueños. Aún así sigo teniendo la impresión
de que Brasil es uno de los países más incomprendidos y vilipendiados del
mundo, al menos en Europa y particularmente en el nuestro. Brasil es un país de
una enorme belleza, con una sombrosa variedad de paisajes y con un fuerte
componente cultural europeo mezclado con tradiciones indígenas propias y del
continente africano. El resultado de ese crisol de razas y culturas es un ser
humano casi siempre optimista, abierto, amistoso y extremadamente orgulloso del
país en el que vive. Esa es la realidad que yo he vivido. Es cierto que hay pobreza
y violencia también (y una enorme disparidad social y económica), especialmente
en algunos barrios de las grandes ciudades, pero fuera de ahí la vida discurre
con la misma rutinaria tranquilidad como en la de cualquier ciudad o pueblo
español, A parte de eso, Brasil es un país que enamora y siempre pide volver.
Los Apòstoles. Catedral de Brasilia |
Brasilia, la futurista y
utópica capital moderna del país es casi un ejemplo más de promesas incumplidas
o utopías que no llegan a su fin. La ciudad perfecta que diseñaron los
arquitectos Lucio da Costa y Oscar Niemeyer en 1956, en el centro geográfico
del país, es un cascarón polvoriento, lleno de belleza, pero vacío de
contenido. En agosto, la ciudad monumental y administrativa está tan reseca
como la arena del Sahara y cualquier intento de caminar por sus gigantescas avenidas,
plazas y monumentos es absolutamente inviable dadas las distancias y el
agobiante calor. Es una ciudad para ir en coche a todas partes y, a ser
posible, no salir de espacios con aire acondicionado. No es una ciudad para
vivir, sino para ser contemplada a través de los cristales de un coche o un
edificio. Nada más lejos de la ciudad perfecta que Lucio da Costa soñó en forma
de pájaro o avión. Tal vez pensó que, en poco tiempo, los seres humanos nos desplazaríamos
volando a todas partes como los pájaros. A pesar de todo, hoy en día, casi 4
millones de personas viven en la parte no tan planificada de los barrios
exteriores de la gran ciudad a la que ningún turista llega, ni le quedan ganas
para ir (la ciudad fue en principio diseñada para un máximo de 500 mil personas).
Todos nos alojamos en el barrio de los hoteles (y centros comerciales) diseñado
así desde el principio. Cada actividad en su sitio. Nada de mezclar las cosas.
Plano de Lucio de Costa para Brasilia semejando un pájaro con las alas extendidas.
La utópica Brasilia se construyó
durante la legislatura del optimista presidente socialista Juscelino Kubitschek,
aunque hacía ya siglos que se pensaba que la capital de Brasil debía
trasladarse hacia el interior del país, con el fin de mover el desarrollo
económico hacia el centro. La
construcción de la nueva capital se llevó a cabo en apenas unos cinco años. En
1960 la mayor parte de los edificios gubernamentales estaban ya terminados y
los primeros funcionarios comenzaron a trasladarse allí. Toda la ciudad tiene
un gran componente simbólico como la gran plaza de los tres poderes donde
confluyen el poder ejecutivo, legislativo y judicial. Juscelino pretendía
eliminar las clases sociales y crear un mundo igualitario a imagen de su
capital. Apenas 4 años después, en 1964, los militares tomaron el poder y
Brasil dio un gran bandazo en otra dirección. (Algo parecido ocurre ahora, tras
el gobierno de Lula y sus seguidores, viene un presidente de derechas y el país
da otro bandazo nadie sabe muy bien hacia donde), de nuevo la utopía se queda
por el camino.
Paisaje en el Parque Nacional Chapada dos Veadeiros.
Parque nacional Chapada dos
Veadeiros. Justo casi por la misma época, en 1961, Juscelino crea este
parque nacional en una antigua área de extracción de oro, con el fin de
proteger el paisaje del Cerrado y con
ello miles de especies de plantas y animales en peligro de extinción, alguno de
ellos endémicos de esta región semidesértica. Está a poco más de 200 kilómetros de Brasilia, apenas un paseo en este enorme país. Es un lugar de plantas extrañas y
formaciones rocosas de una gran antigüedad y belleza. Abunda además el agua y
una gran cantidad de riachuelos cruzan el parque de un lugar a otro formando
barrancos y cascadas (cachoeiras). Solo se puede visitar en grupos y con guía,
así que, aunque me hubiera gustado tener más tiempo para ver con detenimiento
la extraordinaria flora, apenas pasamos unas pocas horas caminando por el
parque, aunque si tuvimos tiempo para bañarnos en el río de aguas amarillentas
y trasparentes entre cientos de pequeños pececillos. Espero que esta fotos os ilustren
un poco esta parte de Brasil.
Preciosos viajes amigo Jose y además de dos meses dan para mucho. Esperemos que todo esto acabe cuanto antes y podamos seguir haciendo una vida normal como la que teníamos antes de la maldita pandemia.
ResponderEliminarUn abrazo y buena semana.
Gracias Juan. Echo de menos no poder viajar este año. Tenía programado un viaje corto a Inglaterra que no ha podido ser. También una escapada a Galicia y al final ni lo uno ni lo otro. Ya no sabe uno que hacer ni que nos deparará el futuro.
EliminarUn abrazo
lindo paseo por una tierra en la que la naturaleza fue premiada
ResponderEliminarGracias Juve. La naturaleza es hermosa en Brasil.
EliminarSaludos
me gusta mas lo natural que las imagenes de la ciudad, siempre habia oido hablar de brasilia pero me gustan mas estas fotos de primera mano, sigue dandonos envidia con tus viajes!!! un saludo
ResponderEliminarMario, Brasil es una país con unos paisajes increíbles y muy variados.
EliminarSaludos
Magnífico reportaje ¡has hecho unas fotos preciosas de esta ciudad!
ResponderEliminarMe ha gustado ver la flor de Vellocia.
Muchos besos.
Gracias Montse. Me alegro de que te guste el reportaje. Las flores de la Vellocia son espectaculares, sin duda.
ResponderEliminarUn abrazo.