viernes, 17 de noviembre de 2023

Viajes recientes: El camino de la filosofía y los templos y jardines en sus cercanías. Kioto. Japón.



El sol imprime un halo dorado a las hojas de los arces que están a punto de cambiar de color. Templo Kinkaku-ji.
 

Acabo de regresar de un viaje de quince días a Kioto y la región de Kansai en Japón. Llevaba tiempo queriendo ir a Japón con el fin de visitar los jardines de sus templos, pero siempre me echaba para atrás la supuesta dificultad de un viaje a ese país por tu cuenta; apenas hablan inglés, el sistema de trasporte es complicado y difícil de entender, todo es muy caro y decenas de otras disculpas. Al final, como siempre, las dificultades se superan. Viajar por Japón es igual que hacerlo por cualquier otro país desarrollado. El sistema de transporte es complicado pero con la ayuda de Google, utilizar el trasporte público no tiene ninguna dificultad. No es un país más caro que cualquier otro. Yo diría que tienen unos precios bastante similares a los que hay en España ahora mismo y, reservando los hoteles con antelación, se obtiene unos precios bastante buenos. Es cierto que apenas hablan inglés pero las señalizaciones con letras europeas de casi todos los sitios, hacen bastante comprensibles los lugares de visita y, además, en general la población es extremadamente amable y siempre tratan de ayudarte si tienes alguna dificultad. En conclusión fue un viaje sin ninguna complicación y la belleza de sus templos y jardines, especialmente ahora en otoño, es deslumbrante.

 


Una sección del llamado Camino de los Filósofos junto al canal

Los japoneses llaman “momiji” a estas fechas cuando se produce el cambio de coloración  en las hojas de los árboles, sobre todo arces y gingkos, y miles de ellos se lanzan a la calle para contemplarlos y llenan los lugares de montaña y los jardines de los templos en una señal de respeto y veneración por la naturaleza. Lo cierto es que en este mes de Noviembre Tokio se llena de turistas extranjeros además de los propios japoneses, incluyendo decenas de miles de escolares que vienen con sus profesores a contemplar el “momiji”. Como consecuencia de ello,  muchos de los lugares más populares están a rebosar de gente, pero con un poco de filosofía y paciencia, no impiden el disfrute de  la enorme belleza y sensibilidad de los cuidados jardines zen que veréis en las fotos de estas entradas.



Pequeña ermita en el Camino de los Filósofos. El cambio climático cada vez retrasa más el cambio de color de las hojas de los árboles en otoño y en está primera quincena de noviembre apenas ha comenzado.

La jardinería japonesa, basada en principios de la filosofía zen, está hecha para el disfrute, la contemplación y la mejora moral de quien los contempla y, a lo largo de siglos de práctica, ha llegado a conseguir una enorme belleza estética con una diversidad de plantas y elementos decorativos muy limitada y precisa, que nada tiene que ver con los jardines  occidentales.

 


Entradas al templo Honen-in y  Anraku-ji abajo.




En esta primera entrada incluyo un paseo por el “Camino de los Filósofos” y los templos de sus cercanías, principalmente el llamado “Pabellón de plata, Kinkaku-ji”. Este camino bordeado de cerezos, sigue un canal de riego en el noroeste de Kioto, y se hizo popular hacia 1890 y tras su posterior reparación en 1912, gracias a dos filósofos japoneses y profesores de la Universidad de Kioto del siglo xx, Nishida Kitaro y Hajime Tanabe,  que lo utilizaron a diario para hacer ejercicio y meditar. En cuanto al templo Kinkaku-ji, fue en sus orígenes una villa de recreo y retiro del shogun Ashikaga Yosimachi (1395-1423), quien tomó como modelo el Pabellón de oro, de un shogun anterior. La villa se convirtió en centro de la cultura Higashiyama, un importante movimiento cultural y estético de gran refinamiento que tuvo una gran influencia en el desarrollo del país y en su cultura tradicional. Desgraciadamente nunca llegó a completar la tarea de cubrir el pabellón central con placas de plata y a su muerte se convirtió en un templo budista. Además de su jardín de grava con un gran cono simbolizando el monte Meru, morada de los dioses, destaca por sus jardines en la ladera de la montaña con cuidadas plantaciones de árboles que se reflejan en el lago central, alrededor del cual hay varios pabellones donde se practicaba la meditación y el culto propio de la religión budista. Como reconocimiento a su valor cultural y estético fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1994.



Los japoneses adoran las plantas con bayas y la Nadina domestica es muy popular en todos los jardines.


Los cerezos el el camino ya tiene las hojas rojas.


Entorno del templo Hosen-in, un pequeño templo cerca del Camino de los Filósofos.


Entrada del templo.


He madrugado y los jardines de este templo están vacíos a estas horas.



Dos flores de Camelia junto a la fuente.


Dos vistas de los jardines vacíos con sus linternas de piedra, arbustos recortados y los arces del fondo.






A la entrada de este templo hay dos montañas truncadas de grava blanca que contrasta con el verdor de las hojas de los arces.


Plantas con bayas: Nandinas y Scandra glabra.


Jardín de arena con el famoso cono del templo Kinkaku-ji.


Pabellón al lado de un estanque.


Pinos japoneses recortados durante cientos de años destacan sobre el jardín de arena blanca.




El pabellón de plata en medio de un bosque de arces y Camelas. Algunos arces ya se tiñen de color.


Algo que voy a aprender en este viaje es que los jardineros japoneses llevan una labor de control y poda de todos los árboles casi permanente hasta darles una forma aparentemente natural, pero conseguida a base de mucho esfuerzo y trabajo. Nada se deja al azar.





Los reflejos en el agua son parte fundamental de la estética japonesa así como las grandes piedras que adquieren formas naturales de montañas o colinas.





Entrada a otro pequeño templo, Anaraku-ji que permanece cerrado.


Interior del jardín que se contempla desde la puerta.


Casa cercana al camino de los filósofos.


Sigo en camino durante un tiempo.





A lo largo del camino hay entradas a casa privadas muy cuidadas.




Una ermita funeraria al final del camino.


2 comentarios:

  1. Precioso este paseo por un jardín de templos filosóficos. Los jardines japoneses siempre han despertado mi admiración, son los más bellos y relajantes que existen, el lugar perfecto para filosofar, para pensar en la vida y para disfrutar de la hermosa y simple contemplación de la naturaleza.
    Me ha gustado mucho este viaje que hiciste y las buenas fotos que has hecho.
    Muchos besos.

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  2. Gracias Montse. Me alegro de que te gusten estos jardines japoneses que ciertamente son magníficos ahora con colores otoñales. Habrá más entradas en las próximas semanas.
    Un abrazo

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