miércoles, 4 de octubre de 2017

Viajes en el pasado. El Tíbet 1997. Donde las montañas llegan al cielo


Un niño tibetano en la ventana de su casa extiende la mano para pedir algo.

En 1997 me encontraba en Nepal para hacer el trekking del Anapurna cuando oí que alguien estaba organizando un viaje al Tibet, desde Katmandhu a Lhasa por tierra, así que me apunté de inmediato. Hacía poco que los chinos habían abierto al turismo  el Tíbet, pero eran muy imprevisibles en la concesión de visados, y podían cambiar de opinión en cualquier momento. Un par de días después salíamos de la ciudad en un pequeño autobús hasta cerca de la frontera. Los Nepalíes tienen terror a una invasión china así que unos diez kilómetros antes de la frontera ya no hay carretera ni puentes, tan solo una pista de tierra en malísimas condiciones. La organización del viaje tenía todo previsto y sin más, nos trasladaron a un camión y viajamos los últimos kilómetros hasta la frontera china en la caja, dando tumbos, y a punto de despeñarnos en cualquier momento. Eramos un grupo de unas quince personas, en su mayoría gente muy joven de varias nacionalidades.

Aquí se acabó la carretera Nepalí. Hay que cruzar el río y pasar a un camión.

Ya en la frontera vimos los primeros tibetanos: desarrapados, con las caras quemadas por el sol y las miradas esquivas. Piden comida, botellas de plástico, cualquier cosa. A partir de ahí la experiencia del Tibet te llena de un cierto sentimiento de congoja que no te abandona en todo el viaje. Es como meter la cabeza en un baúl y ver todo la sordidez de la historia con su belleza y  su mugre al mismo tiempo. De aquella orgullosa civilización que durante siglos vivió al margen del mundo y de sus cambios no quedan más que los cascarones vacíos de sus grandes monasterios, sus templos y sus fortalezas. Es como si le hubieran robado el alma. Hay una tristeza permanente en el aire que respiras y eso te va calando poco a poco.


Puente de la amistad y frontera china.
 
En 1959 el Dalai Lama y unas 100.000 personas, los mejor preparados, abandonaron el Tíbet, tras la invasión china, para formar un gobierno paralelo en el exilio, en India. Otros muchos más murieron durante la invasión y las revueltas. Unos pocos años después, durante la llamada “Revolución cultural", 1964, cientos de monasterios fueron arrasados, sus riquezas desbastadas o robadas y miles de monjes detenidos. Los pocos habitantes y monjes que vemos parecen ir de un lugar a otro sin saber a dónde. Queda la belleza de sus grandes monasterios semivacíos (o como dicen, llenos de monjes espias), de su paisaje, del Potala, el edificio antiguo más imponente que uno pueda contemplar sobre la faz de la tierra, de sus preciosas montañas nevadas...

Las primeras casa tibetanas.
20 años después aquella Lhasa, que yo contemplé, ya apenas existe. La pequeña capital medieval que las gigantescas excavadoras chinas se afanaban en destruir entonces, es ahora una gran ciudad, con altísimos edificios de cemento y cristal, hoteles de cinco estrellas, grandes avenidas de hormigón, centros comerciales, un tren de alta velocidad directo a Pekín, etc. Millones de chinos han llegado al Tíbet como trabajadores o soldados. Hoy los tibetanos son una minoría en su propio país y el Dalai Lama y todo su gobierno siguen en el exilio.  Esta vez la "Dharma chakra" la rueda del destino tibetano, ha dado un salto de 300 años y ya nada, ni nadie -para bien o para mal-, puede detener la voracidad de la historia.

Tibetanos a la orilla de la carreta. Nos piden nuestras botellas de agua vacías para usar como recipientes.
Montañas en el paso de Lalum-La (5.050 m.)

Nuestra pequeña expedición en medio de la nieve de Agosto.

Gran monasterio de Tashilumpo, sede del Panchen Lama, 2ª autoridad del Tíbet. La nueva reencarnación, un niño de pocos años, fue elegido por los chinos y está siendo educado en Pekín.
 
Monasterio de Tashilumpo, el más pro-chino del país, dicen.
 
Monjes de Tashilumpo debaten sobre teología al aire libre.


Campos de colza. En la colina la fortaleza de Gyantse.

Mercado de Gyantse

Una calle en Gyantse.

Monasterio de Phalkor

En este recinto amurallado había una docena de monasterios. La mayoría fueron destruidos durante la "revolución cultural china". Solo quedan un par de ellos.

Estupa de Khumbum.


 Mi amigo Lars con un monje y niños en Gyantse. Nadie sonríe.


 Yo en la estupa de Khumbum.

Típica calle tibetana.


 

De camino a Lhasa, unas yurtas al lado de un glaciar.

 
 El gran palacio del Dalai Lama, el Potala a la entrada de Lhasa.
 

El gran  Potala,  palacio del Dalai Lama y sede del gobierno tibetano, construido a principios del siglo XVII. 130.000 m. de edificio, 13 pisos de altura, más de 1500 habitaciones, 1.000 capillas, más de 200.000 estatuas, la mayor acumulación de oro y plata en bienes portables del planeta. Sin duda, aún hoy en  día, uno de los mas imponentes edificios del mundo



El edificio rojo es la sede de los Dalai Lamas.


Escalinata de entrada al Potala.
 

Parte posterior del Potala.


Uno de los cientos de patios interiores del Potala.


Yo en el templo Jokhang, en el centro de Lhasa.


Interiores del Potala.




En el centro de Lahsa se levanta el Jokhang, construido en el siglo VIII.


Monjes en el Jokhang.


Entrada al monasterio de Deprung, valle de Lhasa.



Monasterio de Deprung, cerca de Lhasa.






Cordillera del Himalaya en el vuelo de regreso a Katmandhu. Imposible extender el visado. Una par de días antes de que éste caducara la policía nos advirtió de que teníamos 24 horas para abandonar el país. Algunos volvieron en autobús o en taxi hasta la frontera. Así fue la hospitalidad china.

2 comentarios:

  1. joe estoy unos dias sin psasar por el blog y nos has transportado en tiempo y espacio...
    Me ha gustado mucho el relato y las fotos que lo apuntalan.

    que envidia de viaje, y por las fotos fue toda una aventurilla...

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  2. Si, no sé si será buena idea meter estos viajes aquí, pero quería darle al blog un poco más de variedad y ya estaba un poco cansado de las plantas. Ya veremos que pasa. Gracias por el comentario.
    Saludos

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