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Un niño tibetano en la ventana de su casa extiende la mano para pedir algo.
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En 1997 me encontraba en Nepal
para hacer el trekking del Anapurna cuando oí que alguien estaba organizando un
viaje al Tibet, desde Katmandhu a Lhasa por tierra, así que me apunté de
inmediato. Hacía poco que los chinos habían abierto al turismo el Tíbet, pero eran muy imprevisibles en la
concesión de visados, y podían cambiar de opinión en cualquier momento. Un par
de días después salíamos de la ciudad en un pequeño autobús hasta cerca de la
frontera. Los Nepalíes tienen terror a una invasión china así que unos diez
kilómetros antes de la frontera ya no hay carretera ni puentes, tan solo una
pista de tierra en malísimas condiciones. La organización del viaje tenía todo
previsto y sin más, nos trasladaron a un camión y viajamos los últimos kilómetros
hasta la frontera china en la caja, dando tumbos, y a punto de despeñarnos en
cualquier momento. Eramos un grupo de unas quince personas, en su mayoría gente
muy joven de varias nacionalidades.
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Aquí se acabó la carretera Nepalí. Hay que cruzar el río y pasar a un camión. |
Ya en la frontera vimos los
primeros tibetanos: desarrapados, con las caras quemadas por el sol y las
miradas esquivas. Piden comida, botellas de plástico, cualquier cosa. A partir
de ahí la experiencia del Tibet te llena de un cierto sentimiento de congoja
que no te abandona en todo el viaje. Es como meter la cabeza en un baúl y ver
todo la sordidez de la historia con su belleza y su mugre al mismo tiempo. De aquella orgullosa
civilización que durante siglos vivió al margen del mundo y de sus cambios no
quedan más que los cascarones vacíos de sus grandes monasterios, sus templos y
sus fortalezas. Es como si le hubieran robado el alma. Hay una tristeza
permanente en el aire que respiras y eso te va calando poco a poco.
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Puente de la amistad y frontera china. |
En 1959 el Dalai Lama y unas 100.000 personas, los mejor preparados, abandonaron el Tíbet, tras la invasión china, para formar un gobierno paralelo en el exilio, en India. Otros muchos
más murieron durante la invasión y las revueltas. Unos pocos años después, durante
la llamada “Revolución cultural", 1964, cientos de monasterios fueron arrasados,
sus riquezas desbastadas o robadas y miles de monjes detenidos. Los pocos
habitantes y monjes que vemos parecen ir de un lugar a otro sin saber a dónde.
Queda la belleza de sus grandes monasterios semivacíos (o como dicen, llenos de
monjes espias), de su paisaje, del Potala, el edificio antiguo más imponente
que uno pueda contemplar sobre la faz de la tierra, de sus preciosas montañas nevadas...
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Las primeras casa tibetanas. |
20 años después aquella Lhasa,
que yo contemplé, ya apenas existe. La pequeña capital medieval que las
gigantescas excavadoras chinas se afanaban en destruir entonces, es ahora una
gran ciudad, con altísimos edificios de cemento y cristal, hoteles de cinco
estrellas, grandes avenidas de hormigón, centros comerciales, un tren de alta velocidad directo a Pekín, etc. Millones de chinos han
llegado al Tíbet como trabajadores o soldados. Hoy los tibetanos son una
minoría en su propio país y el Dalai Lama y todo su gobierno siguen en el exilio. Esta vez la "Dharma chakra" la rueda del destino tibetano, ha dado un salto de 300 años y ya nada, ni nadie -para bien o para mal-, puede detener la voracidad de la historia.
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Tibetanos a la orilla de la carreta. Nos piden nuestras botellas de agua vacías para usar como recipientes. |
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Montañas en el paso de Lalum-La (5.050 m.) |
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Nuestra pequeña expedición en medio de la nieve de Agosto. |
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Gran monasterio de Tashilumpo, sede del Panchen Lama, 2ª autoridad del Tíbet. La nueva reencarnación, un niño de pocos años, fue elegido por los chinos y está siendo educado en Pekín. |
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Monasterio de Tashilumpo, el más pro-chino del país, dicen. |
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Monjes de Tashilumpo debaten sobre teología al aire libre. |
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Campos de colza. En la colina la fortaleza de Gyantse. |
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Mercado de Gyantse |
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Una calle en Gyantse. |
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Monasterio de Phalkor |
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En este recinto amurallado había una docena de monasterios. La mayoría fueron destruidos durante la "revolución cultural china". Solo quedan un par de ellos. |
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Estupa de Khumbum.
Mi amigo Lars con un monje y niños en Gyantse. Nadie sonríe.
Yo en la estupa de Khumbum.
Típica calle tibetana.
De camino a Lhasa, unas yurtas al lado de un glaciar.
El gran palacio del Dalai Lama, el Potala a la entrada de Lhasa.
El gran Potala, palacio del Dalai Lama y sede del gobierno tibetano, construido a principios del siglo XVII. 130.000 m. de edificio, 13 pisos de altura, más de 1500 habitaciones, 1.000 capillas, más de 200.000 estatuas, la mayor acumulación de oro y plata en bienes portables del planeta. Sin duda, aún hoy en día, uno de los mas imponentes edificios del mundo
El edificio rojo es la sede de los Dalai Lamas.
Escalinata de entrada al Potala.
Parte posterior del Potala.
Uno de los cientos de patios interiores del Potala.
Yo en el templo Jokhang, en el centro de Lhasa.
Interiores del Potala.
En el centro de Lahsa se levanta el Jokhang, construido en el siglo VIII.
Monjes en el Jokhang.
Entrada al monasterio de Deprung, valle de Lhasa.
Monasterio de Deprung, cerca de Lhasa.
Cordillera del Himalaya en el vuelo de regreso a Katmandhu. Imposible extender el visado. Una par de días antes de que éste caducara la policía nos advirtió de que teníamos 24 horas para abandonar el país. Algunos volvieron en autobús o en taxi hasta la frontera. Así fue la hospitalidad china. |
joe estoy unos dias sin psasar por el blog y nos has transportado en tiempo y espacio...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el relato y las fotos que lo apuntalan.
que envidia de viaje, y por las fotos fue toda una aventurilla...
Si, no sé si será buena idea meter estos viajes aquí, pero quería darle al blog un poco más de variedad y ya estaba un poco cansado de las plantas. Ya veremos que pasa. Gracias por el comentario.
ResponderEliminarSaludos