lunes, 12 de noviembre de 2018

Otoño en el camino a las Brañas de Felechosa.


 

Hayedo de Navalloz (Felechosa)
 
El otoño es uno de los mejores momentos para caminar por las montañas de Aller, especialmente en la zona alta del concejo, justo en las derivaciones y laderas de montaña de los puertos de San Isidro, Vegarada o Piedrafita. Aquí hay innumerables caminos que comunican las brañas con los valles, y que a menudo transitan por zonas de prados, carvas y bosques de hayas o abedules  hasta los 1.300/1.400 metros de altura donde los árboles de hojas caduca dan paso a otro tipo de vegetación más árida, con acebos, piornos, retamas,  y pastizales de montaña.

La ruta de las Brañas de Felechosa es uno de esos caminos donde se puede disfrutar del paisaje de otoño en su máxima expresión paisajística, especialmente a finales de Octubre o principios de Noviembre. Es en ese momento cuando árboles y arbustos alcanzan ese precioso color dorado que ilumina hasta los rincones más oscuros de los bosques sombríos. Caminar por un bosque de hayas  en ese momento es una experiencia única que te deja con el alma embelesada de tanta belleza efímera. El camino es relativamente fácil y no implica grandes esfuerzos. Tampoco es necesario andar todo el circuito que marca el  mapa. Basta alejarse unos pocos kilómetros ladera arriba para disfrutar de esta naturaleza única, cuidadosamente modelada por la mano del hombre durante siglos. ¡Tan bella y tan efímera!

Comienzo de la ruta en el caserío de Cuevas, carretera al Puerto de San Isidro.
 Tan efímera porque no dejo de preguntarme que será del paisaje de Asturias cuando ya no haya prados, ni cabañas, ni ganado, ni caminos,  al que nos está llevando el progresivo abandono del campo y de los pueblos. Es fácil pensar que este paisaje siempre ha sido así y que así lo disfrutarán durante los siglos venideros. Sin embargo esa no es la realidad. La belleza de gran parte del paisaje que contemplamos en estas fotografías existe porque los ganaderos y campesinos  de estos pueblos lo han ido modelando durante generaciones con su trabajo, su esfuerzo y sus conocimientos transmitidos de generación en generación. Cuesta imaginar que todo esto pueda perderse en unos pocos decenios sin que nadie lo remedie. Quizás por eso cuando camino por estos valles miro con nostalgia las cabañas abandonadas y sin techumbre, los prados ya sin cierres o cubiertos de maleza, los muros caídos que nadie va a levantar..,  y siento un poco de congoja por ese futuro desolado que probablemente ya no veré.

Espero que esta última reflexión no enturbie la contemplación de la belleza del otoño en las brañas y bosques de Aller.

 

Cabañas de piedra en Los Cuadrazos al inicio de la ruta, justo encima del caserío de Cuevas.



Valle de los Cuadrazos con prados y bosques mixtos de hayas y roble.

Los cierres de los prados suelen hacerse de madera de castaño, la mas resistente a la intemperie.

Caballos pastando.


 


Muchos de estos caminos pueden desaparecer en muy poco tiempo con el progresivo abandono de la ganadería.

 
Cruzando el bosque de hayas.

Enormes hayas centenarias calcinadas por los rayos y las tormentas.


Arbustos de avellanos silvestres en los cierres de las fincas.


Cabañas en  "La Casa Nueva"

Las hayas de gran tamaño aparecen siempre con los troncos huecos heridos por los rayos y las tormentas.

Cabañas abandonados en medio del bosque.

El helecho común adquiere también una preciosa tonalidad dorada.

El bosque de Navalloz es una enorme extensión de hayas retorcidas por las inclemencias del tiempo.
 

Los senderos en el bosque de hayas están siempre cubiertos de una alfombra de hojas muertas y de musgo.



 





Según ganamos altura el bosque caducifolio va cediendo y dando paso a un paisaje más abierto de pastizales y bosque mixto.


Helechos y hayas.


Otra cabaña abandonada y sin techumbre. Otra imagen del abandono del campo.





El bosque de hayas se agarra a los bastiones de roca caliza creando un pronunciado contraste de colores.


Las cabañas y los prados crean un necesario contraste, un punto de encuentro entre la naturaleza salvaje y la domesticidad civilizada. Su desaparición cambiaría el paisaje de Asturias para siempre.




 
El circuito completo de esta ruta es de unos 16 km. pero puede hacerse por partes o en varias veces sin ningún problema.

2 comentarios:

  1. Un paisaje precioso. El caserío, las cabañas, la vegetación..., todo es muy evocador.
    Gracias por compartir tan bonito paseo. Un abrazo

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