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Hayedo de Navalloz (Felechosa) |
El otoño es uno de los mejores
momentos para caminar por las montañas de Aller, especialmente en la zona alta
del concejo, justo en las derivaciones y laderas de montaña de los puertos de
San Isidro, Vegarada o Piedrafita. Aquí hay innumerables caminos que comunican
las brañas con los valles, y que a menudo transitan por zonas de prados,
carvas y bosques de hayas o abedules
hasta los 1.300/1.400 metros de altura donde los árboles de hojas
caduca dan paso a otro tipo de vegetación más árida, con acebos, piornos,
retamas, y pastizales de montaña.
La ruta de las Brañas de
Felechosa es uno de esos caminos donde se puede disfrutar del paisaje de otoño
en su máxima expresión paisajística, especialmente a finales de Octubre o
principios de Noviembre. Es en ese momento cuando árboles y arbustos alcanzan
ese precioso color dorado que ilumina hasta los rincones más oscuros de los
bosques sombríos. Caminar por un bosque de hayas en ese momento es una experiencia única que
te deja con el alma embelesada de tanta belleza efímera. El camino es
relativamente fácil y no implica grandes esfuerzos. Tampoco es necesario andar
todo el circuito que marca el mapa.
Basta alejarse unos pocos kilómetros ladera arriba para disfrutar de esta naturaleza
única, cuidadosamente modelada por la mano del hombre durante siglos. ¡Tan
bella y tan efímera!
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Comienzo de la ruta en el caserío de Cuevas, carretera al Puerto de San Isidro. |
Tan efímera porque no dejo de preguntarme que será del paisaje de Asturias cuando ya no
haya prados, ni cabañas, ni ganado, ni caminos, al que nos está llevando el progresivo
abandono del campo y de los pueblos. Es fácil pensar que este paisaje siempre
ha sido así y que así lo disfrutarán durante los siglos venideros. Sin embargo
esa no es la realidad. La belleza de gran parte del paisaje que
contemplamos en estas fotografías existe porque los ganaderos y campesinos de estos pueblos lo han ido modelando durante
generaciones con su trabajo, su esfuerzo y sus conocimientos transmitidos de
generación en generación. Cuesta imaginar que todo esto pueda perderse en unos
pocos decenios sin que nadie lo remedie. Quizás por eso cuando camino por estos
valles miro con nostalgia las cabañas abandonadas y sin techumbre, los prados
ya sin cierres o cubiertos de maleza, los muros caídos que nadie va a levantar.., y siento un poco de congoja por ese futuro
desolado que probablemente ya no veré.
Espero que esta última reflexión
no enturbie la contemplación de la belleza del otoño en las brañas y bosques de
Aller.
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Cabañas de piedra en Los Cuadrazos al inicio de la ruta, justo encima del caserío de Cuevas. |
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Valle de los Cuadrazos con prados y bosques mixtos de hayas y roble. |
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Los cierres de los prados suelen hacerse de madera de castaño, la mas resistente a la intemperie. |
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Caballos pastando. |
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Muchos de estos caminos pueden desaparecer en muy poco tiempo con el progresivo abandono de la ganadería. |
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Cruzando el bosque de hayas. |
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Enormes hayas centenarias calcinadas por los rayos y las tormentas. |
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Arbustos de avellanos silvestres en los cierres de las fincas. |
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Cabañas en "La Casa Nueva" |
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Las hayas de gran tamaño aparecen siempre con los troncos huecos heridos por los rayos y las tormentas. |
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Cabañas abandonados en medio del bosque. |
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El helecho común adquiere también una preciosa tonalidad dorada. |
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El bosque de Navalloz es una enorme extensión de hayas retorcidas por las inclemencias del tiempo. |
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Los senderos en el bosque de hayas están siempre cubiertos de una alfombra de hojas muertas y de musgo.
Según ganamos altura el bosque caducifolio va cediendo y dando paso a un paisaje más abierto de pastizales y bosque mixto.
Helechos y hayas.
Otra cabaña abandonada y sin techumbre. Otra imagen del abandono del campo.
El bosque de hayas se agarra a los bastiones de roca caliza creando un pronunciado contraste de colores.
Las cabañas y los prados crean un necesario contraste, un punto de encuentro entre la naturaleza salvaje y la domesticidad civilizada. Su desaparición cambiaría el paisaje de Asturias para siempre.
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El circuito completo de esta ruta es de unos 16 km. pero puede hacerse por partes o en varias veces sin ningún problema.
Un paisaje precioso. El caserío, las cabañas, la vegetación..., todo es muy evocador.
ResponderEliminarGracias por compartir tan bonito paseo. Un abrazo
Gracias Mónica.
ResponderEliminarSaludos