domingo, 4 de octubre de 2020

Viajes en el pasado: Copacabana y el lago Titicaca. Bolivia 1993.

 


Mujeres caminando por un sendero cerca del lago Titicaca.

En el invierno de 1993 hice un viaje por Bolivia y Perú durante los meses de Enero y Febrero. Volé desde los Ángeles a La Paz y pasé una semana allí aclimatándome y con fuertes dolores de cabeza y migrañas por culpa de la altura. A 3.640 metros de altura, La Paz es la metrópoli más alta del mundo y, aunque era bastante más joven, nadie te libra del mal de altura. Las infusiones de hojas de coca eran el remedio más común en aquella época, junto con las aspirinas.  No había otra cosa. En ese año la esperanza de vida en Bolivia rondaba los 57 años y las exportaciones de estaño y algunos bienes más, no llegaban a los 80 millones de dólares. Bolivia era uno de los países más pobres del continente americano, con una de las mayores poblaciones indígenas del mundo y las infraestructuras más abandonadas y atrasadas de toda América. La carretera de los Yungas que comunicaba la Paz con el territorio selvático del Beni fue considerada durante muchos años la carretera más peligrosa del mundo debido a su enorme desnivel, al tráfico de camiones con productos agrícolas, y a la estrechez de su calzada que convertía el cruce de dos vehículos en un auténtico drama de resultados imprevisibles (hablaré de ella en otra entrada). No siempre fue así. En el siglo XVII Potosí era la ciudad más poblada del continente americano y sus minas de plata y oro eran el combustible que movía el engranaje del gran imperio español del Siglo de Oro. Dicen que se podría haber construido un gigantesco puente de plata con barandillas de oro desde Potosí hasta Sevilla con todo el mineral explotado de la enorme montaña que se levanta sobre la ciudad. Ya nada queda de eso. La montaña quedó exhausta.



Paisaje del altiplano boliviano con pueblos de adobe.

 

La isla de la luna a través de una puerta Inca.

Bolivia nunca tuvo suerte como país desde su independencia. Sus hermanos de frontera le robaron gran parte de su territorio incluyendo su salida al mar. En su última guerra con Paraguay, la Guerra del Chaco, entre 1932 y 1935, murieron más bolivianos que americanos en toda la Guerra de Secesión. Un auténtico desastre que dejó al país en ruinas y abatido durante decenas de años. Los sucesivos gobiernos de militares y juntas tampoco lograron mucho. Por suerte las cosas han mejorado bastante en estos últimos años. Las exportaciones de hidrocarburos ya superan los 7.000 millones de dólares, el PIB per cápita supera los 4.000 y las infraestructuras han mejorado de forma exponencial. La Bolivia de hoy probablemente se parece poco a la que yo muestro en estas fotografías, pero dejan un destello de nostalgia y belleza. El paisaje del altiplano de Bolivia tiene unos colores difíciles de encontrar en ninguna otra parte del mundo. Sus pueblos de barro y arcilla pueden recordar a la Castilla de hace cientos de años, pero tampoco es lo mismo. La belleza cromática es insuperable. Desde la Paz al lago Titicaca la carretera es de tierra roja, del color de la sangre seca. Viajamos en un camión con la gente del país: campesinos que intentan compartir con nosotros lo poco que tienen. En Copacabana, la pequeña ciudad colonial a las orillas del gran lago Titicaca, los turistas se pueden contar con los dedos de una mano. Nadie ha oído hablar de Thor Heyerdahl ni Kitin Muñoz, aquellos aventureros, uno noruego el otro español, que se empeñaron en demostrar que los nativos americanos pudieron viajar con sus balsas de “totora”, similares a las que se utilizan en el lago, hasta las islas de la Polinesia e incluso más allá hace muchos siglos.  Y sin embargo debieron de estar aquí hace apenas unos años, pero nadie sabe nada. (En 1988 Kitín Muñoz zarpó desde Perú hasta Tahití en la expedición Ur con una barca de “totora” construida en este lago, o sea hace apenas cuatro años).  Las barcas de totora para transportar turistas no aparecerán hasta años más tarde.



Paisaje del altiplano camino de Copacabana.



Mujer con niña cerca del lago.


Pasamos unos días en la ciudad. Alquilamos una barca para visitar la isla del Sol y la de la Luna. Aquí hubo grandes templos Incas de época precolombina. El propio dios sol, Viracocha tuvo su origen en esta isla y de aquí salió Manco Cápac para fundar la ciudad de Cuzco y el gran imperio Inca. En la Isla de la luna residían las Vírgenes del Sol en su gran palacio. Solo el Gran Inca tenía acceso a esta isla. Apenas quedan unas pocas ruinas, la mayoría a medio excavar, para hacerte una idea de esos grandes edificios. El azul del lago y sus gélidas aguas cortan la respiración. Estamos a más de 3.800 metros y al fondo se recortan las montañas cubiertas de nieve de la gran cordillera. A la noche hace mucho frío en el hotel, así que esperamos la salida del sol como prisioneros en una celda. Recorremos las montañas en torno a la ciudad. Fotografío campesinos con burros y ovejas que llevan a pastar. Excepto por alguna llama, casi me vienen recuerdos de la meseta castellana. Si no fuera por el lago. Ese gigantesco lago de un azul mediterráneo parece estar fuera de lugar. Te confunde. No parece corresponder al lugar que ocupa. El gran lago Titicaca que comparten Perú y Bolivia tiene una superficie de 8.300 km y una profundidad media de casi 280 m. Es el lago navegable más alto del mundo y uno de los de mayor extensión de este planeta, pero no parece ser de este mundo. Su belleza te deja tan helado como la frialdad de sus aguas. Dos días más tarde salimos en tren rumbo a Cuzco y Machu Pichu.



Camión de transporte de pasajeros.



Con unos compañeros de viaje en el camión. Yo con jersey granate.




Paisaje de tierra roja y montañas camino del interior.



Los pueblos de adobe y los campos de cereal recuerdan vagamente a Castilla.




La tierra en torno al lago Titicaca es bastante desolada.



Hacienda frente al lago. Al fondo las montañas de la cordillera.



Yo caminando hacia el lago.



Campesino con sus ovejas. 



Preciosa hacienda colonial frente al lago.


La ciudad de Copacabana desde uno de los  riscos que la rodean.



La isla de la luna con la cordillera al fondo.



Impresiona la inmensidad del lago y su color casi mediterráneo a esta altura.




Los Incas eran maestros en construir huertos en bancales en las laderas de las montañas.




La llamada "Horca del Inca" un observatorio astronómico de época incaica.



El calvario en lo alto de un cerro cerca de la ciudad.







Muchacha con una llama.



Mujer con un burro.






Ruinas Incas en la isla del Sol.






Playa y embarcaderos de Copacabana. Las barcas comunican los pueblos en el entorno del lago.

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Basílica de Nuestra Señora de Copacabana. La virgen de Candelaria en su interior es la patrona de Bolivia.





6 comentarios:

  1. Precioso reportaje y un esplendido viaje amigo Jose. Las tierras son de un extraordinario colorido y belleza.
    Buenas gentes la de este país que tanto han pasado para intentar prosperar. Por desgracia, nunca han tenido buenos dirigentes y poca suerte con sus vecinos países.
    Un abrazo y buena semana.

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  2. Gracias Juan. Como bien dices. Bolivia es un país hermoso que no se merece los dirigentes que ha tenido. Esperemos que en el futuro pueda progresar ya que recursos no le faltan.
    Un abrazo.
    Jose A.

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  3. me gusta como ya sabes esa vision preturismo de masas... poco quedara de todo aquello, habrá hoteles, tiendas de recuerdos, empresas de "expereincias" etc etc, aunque la esencia se mantenga tendra un par de capas de barniz turistico a mayores. ah y como soy un poco friki por ser quisquilloso no se si la niña con la "llama" no sera con alpaca? no lo tengo claro jejeje

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    1. Esta claro que lo que lleva la niña es una alpaca y no una llama como bien dices. Por lo demás estoy seguro que este lugar ya está muy lejos de estas fotos que muestro. El lago está lleno de barcas de totora para pasear a los turistas y a la ciudad le han lavado la cara. Tampoco es fácil ver campesinos vistiendo esas ropas ni burros acarretando cosas. El tiempo pasa para todos.
      Saludos.

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