lunes, 11 de julio de 2022

Vacas, caballos y retamas amarillas. La Asturias de siempre.

 


Puerto de Vegarada a finales de Junio.

A finales de Junio florecen las retamas amarillas (Citysus scoparius) que aquí llamamos piornos o escobas, ya que se usaban muy a menudo para hacer esa herramienta tan precaria y útil. Bastaba un buen puñado de ellas y un palo de avellano para hacer una escoba muy decente. No importaba mucho si estaban secas o verdes. En los pueblos de montaña todo el mundo sabía hacerlas, incluso los niños. La floración de las retamas siempre coincide con la llegada del ganado a los pastos de verano, en las majadas de montaña. Así se lleva haciendo desde tiempo inmemorial.  En Junio el tiempo suele ser bastante variable, a menudo lluvioso o con niebla y “orbayu”. A veces también con grandes tormentas. Es en esos días de niebla cuando las flores de las retamas están en su mejor momento. Su intenso color amarillo destaca entre el blanco algodonoso y la humedad acrecienta el olor dulzón que despiden, un poco como a miel. La floración de las retamas cubre las laderas de la montaña de un manto dorado, casi irreal. El paisaje se trasforma durante un tiempo y es de una belleza abrumadora. Al menos eso me parece a mí.

 


Cabaña de piedra entre retamas.

A las vacas les encanta comer la hierba fresca que crece en torno a las retamas. Siempre hay algo que comer debajo de una retama. También les sirven de refugio cuando hay tormentas o presienten algún peligro. Los espesos bosques de retamas son su escondite. También es su lugar de descanso cuando el calor aprieta y los mosquitos se hacen insoportables. Las vacas suelen pastar durante las primeras horas del día o del atardecer. Al mediodía casi todas se han buscado un escondite entre las retamas. Allí rumian y meditan sobre la vida que les ha tocado vivir.

 



Un grupo de vacas pastando entre las retamas en flor.

En esta época en que todo parecen ser granjas enormes donde los animales malviven apiñados el poco tiempo que les dejan vivir, esta vacas y caballos que pastan en las montañas del norte, probablemente sean los animales más felices del mundo. Se les nota en la cara. Las vacas adoran estos pastos de montaña. Una semana antes de subir a la montaña ya están nerviosas. El día uno de Junio afrontan la subida a las montañas casi como una viaje de placer. Uno se queda atontado viéndolas engullir bocados de hierba fresca con los ojos brillantes de felicidad. Nunca se cansan de estar en las montañas y no echan de menos sus establos de los pueblos.


Las vacas son muy curiosas e inquisitivas.

Los caballos no son tan expresivos. Se limitan a llenar la barriga segando con sus grandes dientes la más pequeña brizna de hierba que se les pone por delante. Tampoco parece que les hagan mucha gracia las retamas, ni se esconden entre ellas.  Ellos son más de campo abierto. Les gusta más estar todos juntos, por si hubiera que defenderse de algo. Cuando el calor aprieta prefieren algún canto donde corra algo de brisa. Allí se quedan pegados unos a otros mientras se muerden o se rascan. Los caballos pocas veces se tumban en el suelo. Son de los que duermen de pie.

 


Caballos pastando en la Marnegona.

En el mundo rural de antaño las retamas también eran muy útiles para calentarse y preparar la comida. En todas las casas se guardaban ramas secas para encender el fuego y, los troncos de las retamas viejas, tienen un altísimo poder calorífico. Se usaban en los hornos para hacer el pan o asar un cordero. Una buena carga de piornos era imprescindible para los días fríos del invierno. Sin duda pocos arbustos fueron tan útiles para la vida rural de los pueblos de montaña como las retamas. Ahora tan solo algunos disfrutamos de la belleza de sus flores. Espero que os gusten estas fotos de hace un par de semanas.



Las retamas cuben de dorado las laderas.


Majada de Palmiám perdida entre la niebla.


Peña redonda.


Las retamas crean matas de color entre el verde de los pastos.





En los días grises las flores amarillas de las retamas lucen con más intensidad.






Dos grandes toros se miran como midiéndose.


Vacas y caballos conviven sin molestarse en los mismos pastos.



Casi todas las vacas que se ven son de la raza "Asturiana de los valles"



Grupos de caballos pastando entre hierba más corta. Sus fuertes dientes les permiten aprovecharla mejor que las vacas.






Retamas y acebos aún con los frutos del año anterior.


Las retamas pueden alcanzar un gran tamaño como estas al lado de los acebos.





Una semana después con sol.


Retama frente al Estorbín, el pico más alto del concejo de Aller.


La floración comienza a decaer. Al fondo la Puerta de Faro.





4 comentarios:

  1. Preciosas imágenes de esos bellos prados asturianos. Las retamas con el verde del paisaje le dan un toque de colorido y belleza increíble. Es un paisaje que engancha y enamora.
    Sus casas de labranza de piedras le dan un toque muy especial y romántico también.
    El ganado imagino y como bien dices entiendo que no quieran ni regresar a los establos.
    Todas las imágenes son preciosas y ampliando aún más.
    Un abrazo.

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    1. Gracias, me alegro de que te gusten esas imágenes. Los puertos de montaña de Asturias son una maravilla de paisaje y es importante entender también la función del ganado en su mantenimiento y
      sobre todo la gran diferencia entre este tipo de ganadería y las grandes granjas masificadas que se están poniendo en otras partes del país.
      Un abrazo

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  2. Un paisaje muy aturiano, si señor!
    Me ha encantado este paseo y más con las bonitas fotos que has hecho.
    Un abrazo.

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    1. Me alegro de que te guste el paseo por estos paisajes tan asturianos,
      Un abrazo

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