Puerto de Vegarada a finales de Junio. |
A finales de Junio florecen las
retamas amarillas (Citysus scoparius) que aquí llamamos piornos o escobas, ya que
se usaban muy a menudo para hacer esa herramienta tan precaria y útil. Bastaba
un buen puñado de ellas y un palo de avellano para hacer una escoba muy decente.
No importaba mucho si estaban secas o verdes. En los pueblos de montaña todo el
mundo sabía hacerlas, incluso los niños. La floración de las retamas siempre
coincide con la llegada del ganado a los pastos de verano, en las majadas de
montaña. Así se lleva haciendo desde tiempo inmemorial. En Junio el tiempo suele ser bastante variable,
a menudo lluvioso o con niebla y “orbayu”. A veces también con grandes
tormentas. Es en esos días de niebla cuando las flores de las retamas están en
su mejor momento. Su intenso color amarillo destaca entre el blanco algodonoso
y la humedad acrecienta el olor dulzón que despiden, un poco como a miel. La
floración de las retamas cubre las laderas de la montaña de un manto dorado,
casi irreal. El paisaje se trasforma durante un tiempo y es de una belleza
abrumadora. Al menos eso me parece a mí.
Cabaña de piedra entre retamas.
A las vacas les encanta comer la
hierba fresca que crece en torno a las retamas. Siempre hay algo que comer
debajo de una retama. También les sirven de refugio cuando hay tormentas o presienten
algún peligro. Los espesos bosques de retamas son su escondite. También es su
lugar de descanso cuando el calor aprieta y los mosquitos se hacen
insoportables. Las vacas suelen pastar durante las primeras horas del día o del
atardecer. Al mediodía casi todas se han buscado un escondite entre las
retamas. Allí rumian y meditan sobre la vida que les ha tocado vivir.
Un grupo de vacas pastando entre las retamas en flor. |
En esta época en que todo parecen
ser granjas enormes donde los animales malviven apiñados el poco tiempo que les
dejan vivir, esta vacas y caballos que pastan en las montañas del norte,
probablemente sean los animales más felices del mundo. Se les nota en la cara.
Las vacas adoran estos pastos de montaña. Una semana antes de subir a la
montaña ya están nerviosas. El día uno de Junio afrontan la subida a las
montañas casi como una viaje de placer. Uno se queda atontado viéndolas
engullir bocados de hierba fresca con los ojos brillantes de felicidad. Nunca
se cansan de estar en las montañas y no echan de menos sus establos de los
pueblos.
Las vacas son muy curiosas e inquisitivas. |
Los caballos no son tan
expresivos. Se limitan a llenar la barriga segando con sus grandes dientes la
más pequeña brizna de hierba que se les pone por delante. Tampoco parece que
les hagan mucha gracia las retamas, ni se esconden entre ellas. Ellos son más de campo abierto. Les gusta más
estar todos juntos, por si hubiera que defenderse de algo. Cuando el calor
aprieta prefieren algún canto donde corra algo de brisa. Allí se quedan pegados
unos a otros mientras se muerden o se rascan. Los caballos pocas veces se
tumban en el suelo. Son de los que duermen de pie.
Caballos pastando en la Marnegona.
En el mundo rural de antaño las
retamas también eran muy útiles para calentarse y preparar la comida. En todas
las casas se guardaban ramas secas para encender el fuego y, los troncos de las
retamas viejas, tienen un altísimo poder calorífico. Se usaban en los hornos para
hacer el pan o asar un cordero. Una buena carga de piornos era imprescindible
para los días fríos del invierno. Sin duda pocos arbustos fueron tan útiles
para la vida rural de los pueblos de montaña como las retamas. Ahora tan solo algunos
disfrutamos de la belleza de sus flores. Espero que os gusten estas fotos de
hace un par de semanas.
Las retamas cuben de dorado las laderas. |
Majada de Palmiám perdida entre la niebla. |
Peña redonda. |
Las retamas crean matas de color entre el verde de los pastos. |
En los días grises las flores amarillas de las retamas lucen con más intensidad. |
Dos grandes toros se miran como midiéndose. |
Vacas y caballos conviven sin molestarse en los mismos pastos. |
Casi todas las vacas que se ven son de la raza "Asturiana de los valles" |
Grupos de caballos pastando entre hierba más corta. Sus fuertes dientes les permiten aprovecharla mejor que las vacas. |
Retamas y acebos aún con los frutos del año anterior. |
Las retamas pueden alcanzar un gran tamaño como estas al lado de los acebos. |
Retama frente al Estorbín, el pico más alto del concejo de Aller. |
La floración comienza a decaer. Al fondo la Puerta de Faro. |
Preciosas imágenes de esos bellos prados asturianos. Las retamas con el verde del paisaje le dan un toque de colorido y belleza increíble. Es un paisaje que engancha y enamora.
ResponderEliminarSus casas de labranza de piedras le dan un toque muy especial y romántico también.
El ganado imagino y como bien dices entiendo que no quieran ni regresar a los establos.
Todas las imágenes son preciosas y ampliando aún más.
Un abrazo.
Gracias, me alegro de que te gusten esas imágenes. Los puertos de montaña de Asturias son una maravilla de paisaje y es importante entender también la función del ganado en su mantenimiento y
Eliminarsobre todo la gran diferencia entre este tipo de ganadería y las grandes granjas masificadas que se están poniendo en otras partes del país.
Un abrazo
Un paisaje muy aturiano, si señor!
ResponderEliminarMe ha encantado este paseo y más con las bonitas fotos que has hecho.
Un abrazo.
Me alegro de que te guste el paseo por estos paisajes tan asturianos,
EliminarUn abrazo