El skyline de Singapur desde los jardines del Museo de la Ciencia. |
Probablemente no, me diréis la
mayoría, si la comparamos con las grandes ciudades históricas europeas como
Paris o Londres, pero si os gustan los jardines y la arquitectura, la
tranquilidad, la ausencia casi absoluta de ruido o suciedad, la belleza de las
líneas puras o esa amabilidad de la gente cuando entras en una tienda o un
museo, os aseguro que hay pocos lugares en el mundo como Singapur. Nada ni
nadie parece perturbar esa absoluta fe en un futuro de desarrollo y armonía. La
pobreza parece haber sido abolida y, los seres humanos que la habitan, parecen
vivir en una burbuja de perfección y seguridad, lejos de todo lo malo y mezquino
que inevitablemente conlleva la civilización humana. Al menos eso es lo que ve
quien la visita.
Un parque de Singapur. |
Tienda de plantas en el Barrio chino. |
La república de Singapur es uno
de los estados más pequeños del mundo, con unos seis millones de habitantes que
viven en un conjunto de islas al final de la península de Malasia. La ciudad fue
fundada por el capitán inglés Stamford Raffles (dicen que con dinero saqueado a
los galeones españoles), en 1819, como puesto comercial para la Compañía
Británica de las Indias Orientales. Fue colonia británica hasta su
independencia en 1963. Durante un par de años formo parte del estado malasio,
separándose al poco tiempo y convirtiéndose en un país independiente en 1965 bajo
la presidencia de Lee Kuan Yew, auténtico padre de la nación, y creador del sistema
político que la ha convertido en uno de los estados más ricos del mundo en
renta per cápita: un país fuertemente capitalista, pero con un férreo control
por parte del estado, que dirige la economía y la vida de sus habitantes hasta
en los más mínimos detalles. Las cifras son asombrosas: su economía exportadora
está entre las tres más eficientes del mundo. Lo mismo se puede decir de su
educación, sanidad, sistema financiero, acceso a la vivienda, calidad de vida y
un largo etcétera. Por contra, algunas de sus leyes pondrían los pelos de punta a más de un
europeo, pero a los singapurenses no parece importarles. Por citar solo
algunas: solo han conocido tres primeros ministros en toda su historia y un solo
partido político. El presidente actual es
el hijo de Kuan Yew. la posesión y venta de droga está condenada con la pena de
muerte y no dudan en aplicarla ( lo han hecho hace apenas un mes). El consumo de alcohol está muy restringido y es
espantosamente caro. Está terminantemente prohibido mascar chicle o traerlo al país. La posesión
de vehículo propio está muy restringida y es casi inalcanzable para la mayoría
de la población. Lo mismo ocurre con las mascotas. El estado controla tu
salario y te obliga a guardar una parte para la adquisición de una vivienda, que
el mismo estado te vende a un precio estipulado. Lo mismo para la salud o la
pensión tras la jubilación. A cambio de esto, tienen algunas de las mejores
universidades del mundo, un sistema de salud envidiable, un buen acceso a la
vivienda, y el paro, como lo conocemos en Europa, no existe. Eso si, si quieres
correrte una juerga mejor te vas el fin de semana a Bangkok o a Kuala Lumpur,
que es lo que hacen muchos jóvenes singapurenses con los que hable durante el
viaje.
Bahía de Singapur con barcazas para transportar turistas. |
Escuela de Arte de Singapur. |
Museo Nacional fundado en 1964. |
La Galería Nacional alberga la mayor colección de Arte del sudeste asiático del mundo. |
Edificios históricos cerca del Downtown. |
Casas del barrio de Clarque Quay en el río Singapur. |
Barrio financiero. |
Merlion, símbolo de Singapur, mitad pez mitad león. |
Escultura en el barrio financiero. |
Muchos edificios en la ciudad tiene paredes de plantas. |
La ciudad está llena de parques y plazas con decenas de esculturas. |
Barrio colonial a la entrada del Downtown. |
Edificio Marina Bay. |
En el llamado Barrio chino se conserva numerosos edificios coloniales. |
Lujo frente a una tienda en el barrio chino. |
Calle en Chinatown. |
Interior del templo de la Reliquia del Diente de Buda. |
Yo la veo preciosa. Saludos.
ResponderEliminar