lunes, 7 de agosto de 2023

La extraordinaria belleza y variedad botánica de los prados de la alta montaña asturiana.

 



Flores en un prado de montaña, en el Puerto de Vegarada.
 

Para los que nos gusta la jardinería y las plantas pocos lugares hay más hermosos que los que crea la propia naturaleza en los prados de la alta montaña asturiana. La variedad de gramíneas y plantas en flor resulta asombrosa. Las combinaciones de colores un festín para la vista y el alma de quien lo contempla. La ganadería intensiva, los incendios y la construcción desaforada de carreteras, pistas y lugares de recreo, el abandono de pueblos y haciendas hacen que cada vez sean más escasos lugares como los que veis en estas fotos. Ya he hablado varias veces de este tema, pero a veces tengo la impresión de que soy el último que contempla estos prados cuajados de flores de la montaña asturiana con el conocimiento de que, en unas decenas de años, quizás antes, habrán desaparecido irremediablemente.

 


La niebla envuelve los prados y caminos donde florece la Jacobea vulgaris.

No nos engañemos, el que podamos disfrutar de esta exquisita combinación de flores y gramíneas se debe al delgado equilibrio entre la mano del hombre, sus animales y la propia naturaleza. Si se rompe ese equilibrio los prados se convierten en matorrales. La siega, el pastoreo y el abonado escaso, son factores fundamentales para producir esa enorme variedad botánica. Eso permite a las diferentes plantas la capacidad para sobrevivir, florecer y producir semillas para la próxima generación. Si el equilibrio se rompe, rápidamente los elementos botánicos más fuertes y resistentes se sobreponen a los demás e invaden el lugar de las otras plantas. Lo saben muy bien los jardineros europeos que últimamente intentan reproducir estos prados de flores de forma artificial en algunos jardines privados y públicos. Dicho esto, está claro que el llamado “rewilding”, dejar que la naturaleza ocupe de nuevo el espacio de lugares que antes fueron usados de forma intensiva para la producción agrícola o recolección de hierba, nunca va a reproducir la belleza de estos prados naturales de la montaña asturiana. Solo gracias al conocimiento, la dedicación y el trabajo de las generaciones anteriores podemos disfrutar aún hoy de estos prados cuajados de flores. Desgraciadamente el conocimiento se va perdiendo cada año que pasa y desaparece un ganadero de los de antes, esa es la realidad.


 


Allium sphaerocephalum, gramineas y Daucus carotas, entre otras.



Preciosa mata de Dianthus hyssopifolius entre gramineas.

Cada verano camino casi todas las semanas por estos puertos de montaña y fotografío lo que veo. A veces, como esta vez, la niebla ayuda a transformar el paisaje, dotando a los árboles, animales y cabañas de una realidad inexistente, que parece trasladarte a un pasado muy lejano en el tiempo, cuando el hombre vivía en armonía con la naturaleza y el sonido de la guadaña que siega la hierba húmeda y las flores se acompasa con el respirar del hombre que la maneja. Ese sonido, cada vez más escaso, representa para mí el auténtico equilibrio natural de las generaciones que vivieron con anterioridad en estas montañas y dejaron este legado de belleza que hoy contemplo. Espero que os gusten estas fotos.



Entre la hierba, crecen matas de Astrantias de flor blanca y Prunella grandiflora de flores azules.


Prunella grandiflora.


Un ternero solitario se refugia debajo de una haya.


Cabañas entre la niebla.


Jacobaea vulgaris y Cirsum eriophorum.


Dos hayas (Fagus sylvatica).



Las Centaureas nigra levantan sus cabezas sobre un mar de gramíneas.


Mosaico de flores de un trozo de pradera: Centaureas, Campanulas, Daucus carota, etc.



Al borde de un riachuelo, Jacobea vulgaris y Adenostyles alpina .



Pared de piedra seca coloreada por musgos.


La niebla oculta el valle de Rioaller abajo.





Al lado de un tejado de "llábana", un mosaico de flores.


Angélicas con la niebla de fondo.


Una vaca amamanta su ternero tras una mata de rosa salvaje. 


Pocos jardines podrían disfrutar de esta mezcla de flores (Centaureas, margaritas, zanahoria salvajes, etc.)





Muchos prados de montaña poseen numerosas rocallas, donde crecen una enorme variedad de plantas y flores, como las que veis en estas fotos.


Un único lirio levanta su cabeza entre otras flores.


Esta combinación en blanco y amarillo parece obra de un maestro de la  jardinería.



Una isla de flores en un agujero entre las rocas.


Aquí crecen lirios, zanahorias silvestres y gramíneas.


La hierba ya madura contrasta con el blanco inmaculado de la niebla.


Centratus lecoquii de flor rosada.


Extraordinaria mata de lirios y zanahoria silvestre creciendo juntos entre gramíneas.


La niebla deja gotas de agua en las cabezas de las gramíneas .


A 1500 metros de altura, las praderas de siega tienen una enorme variedad de plantas en flor, de diversas especies.


Vacas pastando en las praderas comunales del puerto de Vegarada. Una imagen idílica de la Asturias de siempre.


1 comentario:

  1. son joyas a conservar, en parte también la ganadería o mejor dicho la gestion tradicional a su conservación no solo de las plantas si no mariposas y otros seres... ahora que casi han desaparecido porque nos vendieron que habia que usar raygrass para hacer mas productivas las praderas, hay quienes estan luchando (y o monetizando) su conservacion o rescate y redescubriendo sus "propiedades"....veremos... Desde luego la riqueza floristica de estos pastizales es abrumadora.

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