Exposición de los bonsáis de Joaquín en el Instituto donde yo trabajaba, hace unos años . |
Hace unos cuantos años, cuando
aún estaba en activo y daba clases en un instituto de Asturias, fui responsable,
durante un tiempo, del Departamento de Extraescolares que organizaba
actividades de todo tipo para los estudiantes.
Aquella primavera, mientras buscaba ideas para las Jornadas
culturales que celebrábamos cada año, el director me presentó a Joaquín,
uno de los mejores especialistas en bonsáis de la región, quien se ofreció de
inmediato a presentar, de forma totalmente altruista sus conocimientos y su
colección de árboles a los alumnos. Como jardinero aficionado sabía lo que eran
los bonsáis y había visto algunas fotos en revistas, pero siempre me había
parecido una técnica extremadamente complicada y artificiosa, solo apta para orientales y
personas raras. Me bastó con ver el primer árbol que Joaquín trajo al patio
para quedar totalmente prendado de ellos. Es probable que la técnica de crear
un bonsái sea apta solo para unos pocos, pero la belleza de aquellos árboles en
miniatura, y la labor que hay detrás de su creación te llega al alma. Nada hay
de artificial en esos árboles retorcidos por el viento y el tiempo (además de
la mano del hombre). Al contrario, son la viva imagen de la naturaleza en su
forma más exquisita: ellos son un reflejo del cambio de las estaciones, el paso
de los años, las inclemencias del tiempo, la belleza vegetal concentrada en una
sola forma, además del lento aprendizaje
transmitido durante generaciones. Incluso la mayoría de ellos sobreviven a sus
cuidadores y siguen creciendo, mimados por otras manos, a veces muy lejos del
lugar donde nacieron. Ciertamente son árboles para meditar sobre el destino,
sobre al pasado y el futuro, y la vida después de que nos hayamos ido. Si
contemplas uno de estos bonsáis durante un tiempo es probable que establezcas
una relación íntima con él hasta tal punto de que querrás que te acompañe el
resto de tus días.
Detalle de su tejo más antiguo de nombre "Pelayo" |
Expusimos los árboles en el hermoso patio del centro, entre cuadros y esculturas. Joaquín, con una enorme paciencia, fue recibiendo a grupos de alumnos a los que explicaba algunas cosas sobre la historia del bonsái y su enorme importancia en la cultura y la estética oriental a lo largo de los siglos. También hacia demostraciones de poda y alambrado así como cuidados básicos. La actividad tuvo un enorme éxito y muchos padres de alumnos y aficionados pasaron a ver la exposición. No había visto a Joaquín desde entonces, pero la imagen de aquellos árboles quedó en mi memoria y, sin conocimiento de la técnica ni aptitudes por mi parte, siempre fui cuidando unos pocos “arbolitos” en la Barrosa, con la vana esperanza de que algún día se parecieran a aquellos bonsáis que Joaquín presentó en aquel patio, hace ya unos cuantos años. Lo cierto es que se parecen muy poco, pero siguen vivos.
Un arce japonés iniciando la coloración de otoño. |
Hace un par de semanas la
casualidad hizo que consiguiera el teléfono de Joaquín, que enseguida se
ofreció a recibirme y a enseñarme sus bonsáis, algunos de los cuales son los
mismos árboles que expuso en aquella ocasión, algo más longevos, pero igual de
vigorosos y de una impactante belleza. Joaquín me contó cómo comenzó su afición
por los bonsáis tras un regalo de cumpleaños que le hizo su mujer. Lo difícil
que fue contactar con gente que pudiera transmitirle los conocimientos
necesarios para cuidar de ellos. Hay pocos especialistas y un cierto
oscurantismo en cuanto a la transmisión de las técnicas apropiadas para
conseguir un buen bonsái, aunque hoy Internet ha hecho las cosas más fáciles.
Durante un tiempo fue un miembro destacado de la Asociación de Amigos del Bonsái
en Asturias que organizó numerosas exposiciones por la región, pero que hoy
está casi desaparecida. Ha viajado a Japón y aprendido con numerosos
especialistas españoles y extranjeros. Sus árboles han participado en concursos y ganado premios y, a pesar de que últimamente tiene algunos
problemas de salud, sigue cuidando de sus bonsáis con un gran esmero, creando árboles
nuevos y disfrutando del enorme placer de hablar de tú a tú a sus tejos y
hayas, algunos de los cuales tienen cientos de años. Termino con un haiku del
poeta RYu
“Gotean las luces; de los brotes
del arce el fuego del otoño”
Joaquín preparando sus bonsáis para la exposición. |
Cuatro excelentes bonsáis: enebro, hiedra, azalea en flor y atrás, un tipo de pino. |
Acebuche (olivo salvaje) sobre una roca. |
Los tejos son los árboles preferidos de Joaquín. Aquí un precioso ejemplar de tronco retorcido y desnudo. Los tejos pueden vivir cientos de años y son uno de los árboles más cotizados. |
Otra vista de la exposición. |
Joaquín hace una demostración de poda a un grupo de estudiantes. |
Los acebuches con sus troncos retorcidos y sus hojas pequeñas, son otro de los árboles favoritos de los aficionados a los bonsáis. |
Al fondo de la foto su tejo más antiguo, Pelayo. Al frente un precioso ejemplar de arce tridente acompañado de dos tejos. |
Dos ejemplares de arce, otro de los árboles más utilizados como bonsáis, debido al cambio de coloración de sus hojas tanto en primavera como en otoño. |
El enorme tejo llamado "Pelayo" en la actualidad. Su gigantesco tronco semiseco indica que tiene cientos de años. Sin, duda un árbol espectacular. |
Dos tejos muy diferentes. |
Tejo y haya. |
Acebo con bayas. |
Preciosos acebuche en forma de escoba. |
Tejo en forma de "cascada", uno de los crecimientos de bonsái más difíciles de lograr.. |
Otro elegante tejo en una forma vertical clásica. |
Haya con su característica coloración otoñal.
Viejísimo bonsái de Arce tridente. |
Detalle del tronco y el nebari (raíces visibles en la base) |
Tronco y nebari de otro arce japonés. |
Bonsái de pino japonés. |
Alevines de tejo en formación. Así se va creando un bonsái. |
Uno de estos tejos en forma de cascada y con el tronco envejecido. |
felicitar a Joaquin por su dedicación, altruismo y maestría! ya me gustaría tener cerca un Joaquin que me enseñase... siempre me ha llamado la atención pero cuando contacte con la asoc de bonaistas de mi ciudad... me dijeron que alli se reunian para enseñarse los arboles que no enseñaban a nadie... pues nada....
ResponderEliminarTienes razón que en ese mundo del bonsái debe de haber bastante oscurantismo y muchos quieren guardarse las cosas para si, pero no así Joaquín que siempre está dispuesto a enseñar todo lo que sabe. Se necesita paciencia y bastante dedicación y yo no creo que tenga mucho de las dos cosas.
EliminarUn saludo
La verdad que este milenario arte Japonés es todo una pasada y siempre me llamó la atención por la gran dedicación y entrega de sus creadores. Felicita de mi parte a tu amigo Joaquín por esta bella presentación, no deja de ser una maravilla. 👌👏👏👏.
ResponderEliminarUn abrazo y buen fin de semana.
Si, es un arte que necesita mucha paciencia, dedicación y aprendizaje. A mi siempre me ha llamado mucho la atención y disfruto mucho viendo los resultados pero reconozco que no creo que tengo la paciencia necesaria para dedicarme a ello. Me gusta la jardinería en general, porque es mucho más libre y puedes hacer lo que quieras sin seguir reglas ni normas. Tu jardín es tu casa y puedes hacer lo que te de la gana. No así en el mundo del bonsái donde creo que las reglas y la forma de hacer imperan, al menos esa es mi impresión.
EliminarUn abrazo