domingo, 13 de marzo de 2022

Reencuentro con las Islas Afortunadas: El Teide.

 


La cabeza nevada del Teide, desde el Puerto de la Cruz

En 1980, recién aprobadas las oposiciones, con 23 años y todo el ímpetu de la juventud por delante, llegué como profesor de Secundaria a la Orotava, Tenerife. Las islas Canarias era el lugar más lejano que uno podía imaginar en esas fechas. Un lugar tan hermoso y tan diferente de lo que yo conocía, que sin duda  marcó mi vida para siempre. Allí permanecí ocho años, en diferentes islas, haciéndome adicto a la aventura, a los viajes, a los lugares cálidos y a una vida bastante errante. Esa es la realidad. Desde aquella época apenas había regresado a las islas más que por espacios cortos de tiempo, en contadas ocasiones y casi siempre por motivos de trabajo. Esta vez he vuelto con bastante más tiempo y he viajado por tres de estas islas en busca de recuerdos perdidos. Las islas han cambiado mucho en estos casi 40 años pero algunos recuerdos permanecen y flotan en el aire tibio de esa primavera casi permanente en la que viví durante varios años. Recuerdo con perfecta nitidez la felicidad que sentía al conducir por la recién inaugurada autopista del Norte, a las ocho de la mañana, con el sol bañando el mar y el precioso valle de la Orotava, mientras arriba el Teide asomaba su cabeza envuelta en gasas de nubes rosadas. Nunca me he olvidado de esa sensación.


En aquellos primeros años 80, la isla de Tenerife apenas llegaba al medio millón de habitantes y el Puerto de la Cruz, en el norte, era el centro del turismo con 35 mil plazas hoteleras. En el resto de la isla el turismo apenas comenzaba a despuntar y, en algunos pueblos de la montaña y de los valles interiores apenas lo conocían y la vida discurría, como siempre, al lento ritmo de la vida rural: siembra y recolección,  cuidado del ganado y fiestas patronales. Poco queda de eso. Hoy la isla supera el millón de habitantes, al que hay que añadir los casi 8 millones de visitantes durante el último año turístico antes del Covid, y que implica una población flotante de otro medio millón abundante cada día del año. Eso hace que uno tenga la impresión de estar siempre rodeado de gente en todas partes. Las autopistas están a reventar y las casas parecen ocupar todo el espacio posible de la isla. Sin embargo no todo es negativo ni mucho menos. La isla es grande y montañosa, y aún quedan muchos espacios vacíos donde respirar tranquilidad, en los bosques y barrancos que rodean el Teide y las medianías. En las laderas de las montañas aún resisten numerosos pueblos pequeños y algunos otros como Icod, la Orotava, La laguna, Garachico y muchos otros se han embellecido, restaurado y mejorado significativamente. Todo el norte de la isla sigue conservando ese lujurioso aspecto de vergel y se han incrementado notablemente la presencia de jardines en pueblos y casas privadas, rotondas, bordes de carreteras, etc. El abandono de algunas zonas de terrazas de cultivo también he llevado consigo un crecimiento de la vegetación autóctona que recupera así antiguas  zonas agrícolas e incrementa su presencia en laderas y barrancos. La isla parece aún más verde que cuando yo la conocí.

                      Estas son algunas de las fotos del Teide que hice entre 1980-83, hace 40 años









Yo en 1980

Quiero comenzar esta serie de entradas sobre las islas Canarias con el Teide, quizás porque ha sido siempre como un tótem para mí. Un lugar al que me gustaba escaparme solo para sentir la enorme grandeza de los espacios vacíos y las montañas que había dejado atrás en Asturias. En aquella época, alguna vez subí caminando hasta la cima, a veces incluso con alumnos. Entonces no tenía ningún interés por la vegetación. Tan solo me recordaba vagamente los puertos de montaña de mi tierra. Tampoco había rutas marcadas, ni prohibiciones, ni decenas de autobuses cargados de turistas haciéndose fotos como ahora. El enorme volcán sigue ahí y nada ha cambiado. Cuando llegué en Enero acababa de nevar y la carretera se cortó durante varios días para evitar aglomeraciones y sustos, como siempre. Creo que el entorno de la montaña tiene más vegetación que la que yo recordaba, aunque febrero no es el mejor mes para visitarlo. Quizás porque hace ya bastantes años que es parque nacional (desde 1954)  y ya no se utiliza como lugar de pasto para ovejas y cabras como antes. Me encantaría ver los Tajinastes rojos en floración, que ahora crecen con profusión por todas partes, pero no es el momento. Tal vez en otra ocasión. Aun así me ha encantado caminar por los senderos en torno a la gran montaña y fotografiarla desde todas partes, incluso con un poco de nieve. Espero poder transmitiros un poco de la enorme belleza de esta gran montaña y su gran poder de atracción. También del resto de la isla de Tenerife, pero eso ya será en otras entradas.



El Teide desde el Roque de los muchachos.


Vegetación de invierno en las Cañadas.


El Teide de cerca, cara Sur; se pueden apreciar pequeños trazos de nieve y las torres metálicas del Teleférico que en invierno raras veces está operativo.



Capilla cerca del Parador de Turismo.




Llanos de Ucanca en trono al Teide.


Estos espolones rocosos reciben el nombre de "la catedral"


Plantas de "lavandula canariensis", planta endémica de Canarias.


Estas vistas corresponden al Sendero "Ruta de los roques de García", un sendero circular de varios kilómetros, llano y fácil de hacer en torno a la parte más visitada del Teide.




Vegetación característica en esta ruta. La planta más común es la llamada Hierba Pajonera (Descurainia bourgaeana) que aún conserva las semillas en invierno.








Este sendero discurre entre matas de hierba pajonera y retamas.


La retama del Teide es un arbusto extremadamente resistente. Florecerá en blanco dentro de un par de meses.


Cara norte del Teide (el mismo día). Sorprende ver la acumulación mucho mayor de nieve en esta cara así como la vegetación más verde.



La cara norte es más ventosa e inclemente, aunque la composición del suelo es similar.





Esta es la planta de los famosos Tajinastes rojos del Teide (Echium wildpretii). Su espiga floral alcanza hasta los tres metros de altura y tiene una colorido espectacular. Es una planta bianual, endémica  de Tenerife. Suele florecer en Mayo. 


Espigas florales del Tajinaste rojo. La planta muere tras la floración pero al lado crecen otras de las semillas que lleva el viento.



Fotografía de Tajinastes rojos tomada de Wikipedia en la cara norte del Teide.



Cara norte del Teide.


Vegetación entre la arena gruesa de antiguas erupciones.




12 comentarios:

  1. pase por alli a final de verano pasado, la vegetacion agostada nada que ver con lo que nos muestras, la unica actividad incesante era en los aparcamientos del teide y del parador para la foto y chao del 90% de los que suben al teide... fui desde el aparcamiento del teide hasta el parador por una senda y apenas me encontre con un par de personas y unos escaladores y un grupo de cazadores de conejos con huron y perro... me comentaron que tenian permiso y era una caza tradicional en el teide... La verdad que las canarias son otro mundo, es la primera vez que viajo por esas islas y como bien dices mucho turismo y un ambiente por decirlod e algun modo"caribeño" visite garachico tambien! y la orotava etc etc... estoy expectante por tus siguientes entradas! un saludo

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  2. Tenerife es una isla preciosa y tiene mucho que ver y, sin duda, es mucho más agradable en primavera o en invierno que durante el verano. Iré poniendo entradas de diferentes sitios y estoy seguro de que te van a gustar.
    Un saludo

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  3. por cierto tambien me llamo la atención las cabañas que se veian asi como carteles de avisando de colmenas.... entiendo que será estacional porque en la epoca cuando yo fui no habia ni lagartos jejejej

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    1. Yo todavía conocí un poquito de la actividad ganadera en torno a las cumbres de Tenerife y a sus barrancos, que ahora ha desaparecido casi totalmente. Lo de las colmenas es nuevo y se le está dando gran importancia a la miel producida con las floraciones de plantas autóctonas.

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  4. Bueno Jose Antonio, ya de vuelta, haces bien no dejar el blog. Siempre es un entretenimiento más, aunque en mi caso me está costando, no ya mantenerlo, más bien visitar a los amigos. Al día le faltan horas, el jardín me aclama y muchas veces le hago esperar demasiado.
    Está bien recordar tiempos de juventud, bendito tesoro. Yo casi prefiero no acordarme, por aquello de "quién te avisto y quién te ve" pero bueno, los años no pasan en balde para todos.
    La isla de Tenerife es preciosa, al igual que el resto de islas Canarias.
    Un abrazo.

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    1. Me alegro de que estés bien y con animo de seguir tus actividades blogueras, aunque es cierto que lleva su tiempo, sobre todo visitar decenas de otros blogs como es tu caso. El pasado está ahí y, a veces, no está mal visitarlo para recordar los buenos momentos pasados, las vueltas que da la vida, y rememorar que ha merecido la pena.
      Un abrazo

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  5. Estuve allí hace unos 25 años y me gustó mucho, más reciente estuve en Gran Canaria ( que uno de mis yernos es de ahí ) tengo ganas de volver. Me encantó tu entrada, deseando ver más. Besos.

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  6. Teresa, gracias por verte de nuevo en este blog. Me alegro de que conozcas Canarias. Yo hacía mucho que no iba allí y es un lugar precioso del que deberíamos disfrutar más, los españoles, tal como hacen millones de otros europeos.
    Un abrazo

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  7. Qué paisaje tan bonito tiene Tenerife. Estoy escribiendo un artículo de jardines en el desierto y el paisaje, salvando muchas diferencias, se parecen. Me alegra volver a verte por aquí, escribiendo y compartiendo experiencias.
    Un abrazo

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    1. Gracias Mónica. En Canarias hay muy buenos jardines con plantas del desierto. Ya verá algunos más adelante. Todas las islas son diferentes e igual de interesantes. Merece la pena varias visitas para conocerlas.
      Un abrazo

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