Una vista del valle del Gran rey. Las casas se construyen sobre bancales rodeadas de palmeras y cultivos. |
A veces hay lugares que, a pesar
de haberlos visitado durante tan solo unos pocos días, se te quedan en la
memoria durante decenas de años, sin saber muy bien porqué, paraísos perdidos
los llamo yo. Eso me ocurre con este lugar de Valle del Gran rey, que para mí
representa la quintaesencia de la belleza de lo que se llamaron las “islas
afortunadas”: un valle escondido en un profundo barranco donde brota el agua y
crecen una naturaleza tan hermosa como nunca la había visto en mi vida. Un
lugar cerca del mar donde el sol llena de luz los palmerales cada día. Un lugar
donde la gente es amable y viven en profunda armonía con todo lo que la rodea.
Un lugar donde la tierra es tan fértil y frondosa que todo parece crecer sin esfuerzo y abundan las frutas y vegetales de todo tipo,
la leche y el queso fresco, los peces y mariscos recién llegados al puerto…Quizás exagero, pero así era este rincón de la Gomera cuando puse los pies en él en 1980. Sin
duda era lo más parecido al paraíso que había visto nunca.
Fotografía de 1980 donde se puede ver el valle. Casi igual a la actual en color. La densidad de construcciones no parece haberse incrementado mucho en estos más de 40 años. |
Un muchacho sube por una palmera para recoger los frutos. |
El Valle del Gran rey se llama
así por haber sido cabeza de uno de los 4 reinos en los que estaba dividida la
isla antes de la conquista. Aquí también se fraguó poco después, en 1488, la
rebelión de los habitantes nativos que decidieron acabar con el despótico
dominio de Hernán Peraza el joven, hijo del conquistador de la isla. Tras su
muerte, los Gomeros sufrieron durante años una enorme represión y casi todos
los jefes nativos fueron asesinados en los años siguientes. El Valle del Gran
rey se convierte en propiedad de los condes de la Gomera hasta casi el siglo
XIX en que se forman los diferentes Ayuntamientos de la isla. Este valle era un
lugar tremendamente aislado y difícil de acceder por tierra, pero su salida al
mar y su benigno clima, además de una cierta abundancia de agua, hizo que se
convirtiera en un buen productor de caña de azúcar, miel de palma e incluso
tuvo éxito durante un tiempo la cría de gusanos de seda. Tras la guerra civil,
varios desastres naturales y años de sequía obligaron a una parte importante de
la población a emigrar a Sudamérica. En los sesenta llegan los primeros
turistas americanos; gente alternativa, hippies y naturistas, y las
plantaciones de plátanos se convierten en el principal medio de vida. Comienzan
a construirse algunos modestos hoteles y pensiones en la parte baja del valle, junto a las playas.
Una vista de la parte alta del valle. |
Cuando yo hice esa primera visita en 1980, el
turismo era aún muy escaso y se nutría principalmente de la misma gente, o
similar, que lo habían iniciad en torno a la Playa del Inglés veinte años antes. La
mayor parte de los habitantes del valle aún vivían de la agricultura y la
ganadería. La carretera de acceso por tierra ponía los pelos de punta, ya que
se desplomaba de los mil metros de altura hasta el nivel del mar, en muy poco
espacio y gracias a decenas de curvas extremadamente cerradas y peligrosas. Hoy
el Valle del Gran rey tiene una nueva carretera que hace las comunicaciones con
el resto de la isla mucho más fáciles. Es el municipio que más ha crecido en
los últimos años, con casi 4.500 habitantes. El turismo también se ha desarrollado enormemente, aunque sin
alcanzar los niveles de las islas mayores, y ha logrado mantener ese ambiente
un poco alternativo y bohemio que busca alguna gente. También se ha tenido
mucho cuidado en mantener la arquitectura y el aspecto general del valle con
sus casas en terrazas, abundancia de vegetación y sobre todo sus excelentes palmerales. Hay
numerosas rutas para caminar y contemplar el valle desde diferentes lugares. La
gente continúa siendo extremadamente amable y hay una sensación de relajación,
belleza y tranquilidad que te embarga nada más llegar. El Valle del Gran rey
continúa siendo para mi uno de los lugares más hermosos de las islas Canarias y
os animo a visitarlo si algún día tenéis tiempo. He incluido en esta entrada
algunas fotografías que conservaba en blanco y negro de aquél primer viaje y,
aunque la calidad es muy mala, dan un poco de idea de que el valle aún mantiene en gran parte de la belleza de entonces. Espero que os guste.
Inicio de la bajada hacia el valle entre profundos barrancos. |
Cuevas volcánicas en las paredes de los barrancos. |
El estrecho valle encajonado entre montañas termina en el mar. |
Mirador de Cesar Manrique sobre el valle. Nadie sabe por qué lleva años abandonado y cerrado. |
El entorno del Mirador tiene varias esculturas, algunas cabañas de piedra y un cuidado jardín con flora nativa de las isla. |
Las casas ocupan ambos lados del valle entre terrazas de cultivo. Pequeños núcleos de población con diferentes nombres.
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El centro del valle está cubierto aún de grandes palmeras. |
Fotografías de mi primer viaje. Entonces aún se cultivaba la caña de azúcar y los palmerales eran muy frondosos. |
Terrazas con cultivos de papayas y tuneras. |
Las nuevas construcciones mantienen una estética poco intrusiva. |
Dado que la densidad de población aún no es muy grande, se mantiene el aspecto frondoso y rural en casi todo el valle. |
Ermita de los Santos Reyes. |
Pequeños jardines llenos de flores rodean las casas. |
Vegetación y flores en 1980. |
Estas fotos del valle en ese año, que muestran lo poco que ha cambiado desde entonces. |
Dos vistas de la parte baja del valle. |
Las playas de arena volcánica negra mantienen el aspecto un poco desangelado y salvaje de siempre. |
Desde luego es un auténtico paraíso, estas tierras de arena volcánica y esos paisajes son de una gran belleza. No conozco esta isla de La Gomera y me ha dejado impresionada tu reportaje.
ResponderEliminarMuchos besos.
Gracias Montse. La Gomera es la isla que mejor muestra la belleza natural y la cultura de las islas Canarias. Un lugar precioso para pasar unos días.
EliminarUn abrazo
Todos andamos mal de tiempo, se nos amontona el trabajo últimamente.
ResponderEliminarNo cabe duda que La Gomera es un paraíso terrenal de gran belleza. Otro más de los muchos que tenemos por esta España nuestra amigo Jose.
Un abrazo.
Gracias Juan. Pocos países conozco que tengan tanta variedad de paisajes y conserven tanta belleza cultural y natural como el nuestro. Esa es la realidad.
ResponderEliminarUn abrazo