miércoles, 3 de enero de 2024

El templo Kinkaku-ji, o Templo dorado, el icono más representativo de Japón.

 


El templo Kinkaku-ji o Pabellón dorado reflejándose en el lago.

Casi todo el mundo ha visto alguna vez una reproducción del Templo Dorado del Japón en algún lugar. Es sin duda el icono más conocido de este país, al igual que el Taj Mahal lo es de la India o Notre Dame de Francia, por poner algún ejemplo. Es sin duda uno de esos edificios tan emblemáticos, que trasciende culturas y lugares para convertirse en un modelo  estético de belleza y perfección. Al contemplar su reflejo en el lago tuve, al instante, la misma sensación  que me embargó ante el Taj Mahal: una especie de escalofrío que te recorre el cuerpo y la mente ante la sublime belleza de un edificio y un lugar creado por la mano de un hombre de una increíble genialidad. Todas las culturas humanas son diferentes y a lo largo de la historia han producido obras asombrosas, pero tan solo unas pocas en el mundo nos producen esa sensación de vértigo y éxtasis.  Al menos así me he sentido yo.



Lago en torno al templo con varias islas simbólicas de la filosofía zen.

Kinkaku-ji  fue construido en 1397 para servir como  villa de descanso para el Shogun Ashikaga Yoshimitsu. Al fallecer el shogun, su hijo decidió transformar el edificio y los alrededores en un templo zen y ofrecerlo a la secta budista Rinzai. El edificio fue destruido, como muchos otros, durante la guerra Onin en el siglo XV y reconstruido poco después. En 1950, se produjo otro hecho que causó la destrucción del templo de nuevo. Hayashi Yoken, un joven novicio que tenía las facultades mentales mermadas, prendió fuego al templo causando su destrucción. El edificio fue reconstruido de nuevo, en poco tiempo, de forma exactamente igual al anterior. Muchos templos en Japón han sufrido una suerte similar a lo largo de los siglos, ya que al ser construidos totalmente de madera, son pasto del fuego con mucha facilidad, pero casi siempre los artesanos japoneses han sido capaces de reconstruirlos de nuevo, a menudo con los mismos materiales y la misma técnica que llevan utilizando durante siglos. Si bien los edificios se queman con facilidad el paisaje suele perdurar y los jardines, incluidos lagos, árboles, cascadas, islas y piedras, probablemente lleva ahí cientos de años. Este edificio no sería tan hermoso sin este entorno de lagos, pequeñas islas y árboles cuidados durante cientos de años de la misma manera, hasta alcanzar esa forma retorcida que refleja mejor que nada y nadie el paso del tiempo y de la historia.



Reflejos dorados en el musgo y pinos retorcidos semejando bonsáis.

El templo cuenta con varios edificios para residencia del abad y los monjes, dos lagos y un buen trecho de bosque que se pierde entre las montañas. El pabellón central recubierto con delgadas láminas de oro, tiene tres alturas y guarda en su interior estatuas de Buda y reliquias. Está coronado por un pájaro dorado. El ave fénix símbolo de la inmortalidad. El jardín y las islas en el interior de los lagos tienen una gran simbología en la filosofía zen y han servido de modelo durante siglos. Los árboles, principalmente pinos, cultivados y dados forma con  la técnica “niwaki” son de una gran belleza estética. A pesar de la gran afluencia de turistas la visita es muy ordenada y hay tiempo suficiente para disfrutar del templo y de su entorno sin mucho agobio. Espero que os gusten estas fotos y podáis algún día visitar este hermoso lugar.

 


Entrada al templo Kinkaku-ji




Vista general del templo sobre el lago.


Los pinos negros o pino japonés que rodean el templo juegan un enorme papel como símbolo del poder y de la inmortalidad.


Queda un único Iris en flor pero en primavera salen de las aguas llenando el lago de color.




Un pabellón de madera oscura sobresale del templo para la contemplación del lago.


Pinos negros trabajado durante decenas de años con la técnica "niwaki"




Pabellón del abad del monasterio.


Otra imagen del templo y un escultórico pino negro.



Parte posterior del templo


Residencia de los monjes.


Lago superior o Lago Anmin.


Pequeña cascada en el camino hacia la casa de Te.


El musgo parece reflejar el color dorado del templo.


Arroyo de piedras.



Arce y linterna en el lago superior.


Casa de te con tejado de paja en la parte más alta del jardín.


En la parte más alta del jardín crecen arces y camelias.



Una familia caminando por el jardín.



El templo desde la distancia con el ave fenix que corona el tejado.


Ultima imagen, desde la colina, del icónico Pabellón dorado reflejándose en el lago.





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