viernes, 14 de octubre de 2016

De aquellas flores estos frutos: una reflexión sobre el mundo rural.

El otoño es tiempo de cosecha y, aunque reconozco que como horticultor soy bastante mediocre, y no me esfuerzo lo suficiente, mi huerto y mis frutales me recompensan todos los años con un montón de frutos, muchos más de los que podría consumir nunca. La naturaleza es generosa, sin duda, y sin embargo cada año que pasa los pueblos se quedan más vacíos, los huertos permanecen sin cultivar y el bosque y la maleza van engullendo los prados que antes mantuvieron el ganado. Esa es la realidad por mucho que la adornemos. Y la crisis no ha hecho más que empeorar las cosas. No ha habido regresos en masa para cultivar los campos, ni una nueva colonización de "neorurales" huidos de la ciudad por culpa del paro. El campo en España se muere de desidia y abandono, especialmente en el norte y centro del país. Unos pocos jubilados y ancianos mantienen a duras penas un latido de supervivencia en miles de pueblos abocados en pocos años a la desaparición o al cierre por defunción.
 
Curiosamente esta semana se celebraba en el pequeño hotel del pueblo un cursillo internacional (unos pocos jóvenes de varios países) sobre eso que llaman "neoruralismo", algo así como la forma de regresar al campo -desde la ciudad, se supone- y sobrevivir o vivir, subsistir o llámenlo como sea, en un pueblo o aldea. Los ponentes, una pareja de "neorurales", viven en una yurta no lejos de aquí. Lo de la yurta debe ser práctico para las presentaciones "power point", digo yo. La verdad es que no los he visto visitar ningún huerto ni casería de los alrededores. Es asombroso la fe que tenemos en este país en los "cursos de formación". Probablemente pronto seremos el país más hiperformado del mundo, si nadie lo remedia antes. ¡Tanta formación para lo poco que cambian las cosas!.

Groselleros adosados a un muro.

Mi opinión es que la mayor parte de esos retornos a los pueblos son un fracaso, por desconocimiento de la vida real y por un exceso de expectativas. A vivir en el campo no se enseña en cursillos, eso, en parte, se lleva dentro, y lo demás se aprende a lo largo de muchos años de vivir aquí. Y sin embargo creo que en esta coyuntura económica en que los salarios reales son tan bajos, una economía mixta que combine un salario mileurista con un cultivo de autoconsumo y de venta de pequeños excedentes podría aliviar e incrementar el nivel de renta de muchos familias que malviven en las ciudades. En Asturias vivimos así durante muchos años y funcionó. También funciona en otros países. Gente que cultiva su propia comida y vende pequeños excedentes en "farmers` markets" (mercados de granjeros) es un hecho real en muchos estados americanos. Obviamente sin IVA y sin pagar autónomos. El dinero que se quedan los intermediarios va directamente a sus bolsillos. Claro que para eso habría que cambiar algunas leyes en este país.

Manzano para producción de sidra.

Otra iniciativa que también está funcionando en Alemania y otros países europeas son lo sistemas de pequeñas cooperativas que venden sus productos, en su mayoría ecológicos, en sus propias tiendas en las ciudades. Así tampoco se llevan el dinero los intermediarios. Berlín está lleno de ellas. Los productores son pequeños agricultores o excedentes de autoconsumo de personas asociadas que viven en pueblos pequeños o en el campo. Una ultima idea que se me ocurre es la forma de gestionar los bosques finlandeses. El estado subvenciona la plantación y recompra la madera a larguísimo plazo (30-35 años que tardan los árboles en alcanzar el tamaño adecuado) si se cuidan los árboles de la forma apropiada. Es como un plan de jubilación a largo plazo con una rentabilidad asegurada. Muchos finlandeses cuidan bosques en estas condiciones y puedo asegurar que están impecables y obviamente no hay incendios. Son solo pequeñas ideas que ayudan a que la gente pueda vivir con cierta dignidad en entornos rurales. Hoy esta entrada se me ha ido de las manos pero os dejo fotos de productos que crecen en la Barrosa sin ser experto en nada, a ver si alguien se anima a volver al campo.
Grosellas listas para convertir en mermelada.

Cerezos.

Guindas en orujo.

 
Ciruelas negras.


Mi precioso limonero en maceta.

Higos.


Nogal y nueces en diferentes estados.


 

Avellano.

La cosecha de nueces y avellanas ha sido excelente este año. Probablemente más de cien kilos.

Manzanos de diferentes variedades. Este año la cosecha es escasa debido a la sequía. La utilizamos principalmente para hacer sidra y en un año normal solemos hacer unas 500 botellas de esta bebida natural.


 

Frambuesas de diferentes tipos.

 

Diferentes variedades de tomates, pimientos y guindillas. En el huerto suelo plantar un poco de todo.
No podían faltar las peras.
Membrillero.

Guindillas.

 
 
 
Bodegón con membrillos 
 

sábado, 8 de octubre de 2016

Serbales en la subida a la Cabritera

Vista hacia el Oeste desde la Cabritera (1,904 m.)
La Cabritera es un farallón rocoso que separa uno de los valles del puerto de Vegarada del de San Isidro. Se extiende longitudinalmente, como la cresta de un saurio, en torno a la majada de la Marnegona: un enorme pastizal en ligera pendiente que durante el verano alberga cientos de cabezas de ganado, principalmente vacas y caballos. A finales de Septiembre la mayor parte del ganado se ha ido y la soledad va siendo tomada por la fauna salvaje que poco a poco empieza a dejarse ver y a ocupar los pastos recién abandonados por las vacas.
La pirámide más alta es la cumbre de La Cabritera.
 
La parte central es una roca piramidal de unos 1900 metros de altura con unas vistas magníficas en todas las direcciones. Si no fuera por una ligera neblina podría verse el mar en la parte norte. En el este se ve la cabeza del pico Torres y tras él los Picos de Europa, mientras al oeste el Estorbín es la cima más conocida. Toda la ladera rocosa está cubierta de plantas de roquedal, principalmente saxifraga, sempervirum y gramíneas. De vez en cuando algún enebro retorcido por el viento se levanta sobre una roca con el tronco desnudo.
Serbales frente a una cabaña
 
Pero quizás lo más interesante de esta excursión séa la vista de los serbales en el camino y junto a las cabañas. El serbal de los cazadores (sorbus aucuparia) es un pequeño árbol de unos quince metros de altura que crece a menudo de forma solitaria en medio de los bosques caducifolios. Los ganaderos suelen plantarlo también al lado de las cabañas por su sombra ligera y sus preciosas bayas otoñales. En Asturias nunca he visto aprovechar estas bayas, aunque si en los países nórdicos y en Rusia donde a menudo hacen mermeladas, compotas e incluso licores. Esta bayas tienen una gran cantidad de vitamina C y durante la 2ª Guerra Mundial se utilizó como suplemento vitamínico para evitar el escorbuto (se le llamó el limonero del norte). Hoy en día quienes más los disfrutan son las aves y, como veréis por las fotos, este año están a rebosar de bayas rojas. He visto que algunos Viveros de otros países venden diferentes variedades de este árbol con las bayas más grandes y con una magnífica coloración otoñal, pero aquí no han llegado todavía. Tal vez con el tiempo.

Ganado en la subida a la Cabritera.
 
Un serbal de gran tamaño al lado de dos hayas centenarias.
Capilla del Camino de Santiago (reconstruida)

Serbales y cabaña.

 

El serbal y el acebo a menudo crecen juntos.

Bayas de serbal en plena madurez.

Valle de la Marnegona con bosques de acebos.

Al fondo la puerta de Faro.
Valle de la majada de la Marnegona ya sin ganado.

Puerta de Faro y serbal.


Restos del antiguo "Camin Real"que comunicaba Asturias con León a través de Vegarada


Colchicum autumnale.

Sempervirum.
Enebro en forma de bonsái.

Saxifraga paniculata.

Sempervirum montanum.

Valle de Rioaller en el camino a Vegarada.

Vista norte. En primer término Peña redonda. Al fondo el mar.

Pico Torres. Detrás el macizo de los Picos de Europa.
 
 
Vista Sur, hacia León.

Vista Oeste. Al fondo a la derecha Pico el Estorbín.

Valle de Xexia.

Los últimos caballos de la Cabritera este año.


Atardecer.

Valle de Carbayalín en la subida al Puerto de Vegarada.