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Mujeres recogiendo las hojas del té. |
Aquí en el norte estamos acostumbrados a las Camelias
ornamentales que cultivamos en nuestros jardines, pero pocos saben que el té
que tomamos de vez en cuando como una infusión, proviene de una planta similar,
la Camellia Sinensis, un pequeño
arbusto originario del sur China que crece en regiones cálidas y húmedas de
varios países.
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Floración de la Camellia Sinensis, o planta del té. |
El té, quizás la bebida más popular del planeta, consumida
diariamente por millones de personas en todo el mundo ha causado múltiples
guerras y levantado imperios a lo largo de la historia. Parece que se empezó
consumir como bebida medicinal en China, durante la dinastía Shang, hacia 1500
A.C. En el siglo XVI la bebida llega al Líbano de manos de mercaderes portugueses
y, a Inglaterra y al resto de Europa, durante los siglos XVI y XVII. Fue en este
último siglo cuando el consumo de té se popularizó entre la clase alta inglesa. Los
ingleses introdujeron también el consumo
de té en India, y poco después comenzaron a cultivarlo en este país, entonces
colonia inglesa, para competir con el
monopolio de China.
Sri Lanka, la antigua Ceilán o isla de las especies, antigua
colonia holandesa y portuguesa, más tarde inglesa, es hoy en día un país
independiente desde 1945. Sin embargo la independencia no fue fácil y durante décadas
las guerras con el movimiento insurgente Tamil tuvo gran parte del país en un
caos permanente en el que se destruyeron numerosas vidas y poblaciones. En 2001
se firmó un acuerdo de paz, pero no fue hasta 2004 cuando un último asalto a
las bases guerrilleras parece haber traído una paz definitiva. De momento la
isla parece tranquila, el turismo ha regresado y la actividad económica parece
estable. Al menos en apariencia. Es un país hermoso como pocos, de gente amable,
y con numerosos atractivos tanto paisajísticos como culturales, y merece un respiro.
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Las hileras de arbustos de Camellia sinensis se plantan en las laderas y se recortan los brotes tiernos casi cada día. |
La isla vivió relativamente bien del cultivo y exportación
de especies, sobre todo canela, hasta que dejó de ser rentable hacia 1850. Poco
después probó fortuna con el café pero una terrible plaga en 1870 acabó con
todas las plantaciones que fueron abandonadas. En esa misma época un escocés
llamado James Taylor comienza a experimentar con diferentes variedades de té en
zonas altas, cerca de Kandy, y tiene bastante éxito. Unos años más tarde Thomas Lipton se asocia con James Taylor y
comienzan la plantación de té en grandes zonas de las montañas alrededor de
Haputale y Ella. La intención de Lipton era extender su consumo entre las
clases bajas y para ello debía abaratar su producción. Sin duda lo logró. Las
enormes plantaciones y fábricas de elaboración del té que Lipton creó aún
siguen funcionado. Un tren de vía estrecha construido poco después por los
ingleses aún comunica gran parte de las plantaciones y pueblos creados en su
entorno. Las plantaciones de té de Sri Lanka siguen en plena producción y dan
trabajo a cientos de miles de personas y el país exporta miles de toneladas de té
cada año. Además, en estos últimos años, se están convirtiendo en un atractivo turístico
importante.
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Paisaje en el entorno de una plantación de té.
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Estuve varios días caminando por las plantaciones de té, en las
cercanías de Haputale y Ella, dos pueblecitos de montaña. Es un enorme placer
observar las preciosas líneas de arbustos recortados por las manos de las
mujeres que continuamente caminan entre ellas arrancando los brotes tiernos y
depositándolos en una bolsa que llevan a las espaldas. El cultivo de esta
planta no es fácil, y me hizo reflexionar sobre el porqué a mí nunca se me dieron bien las camelias en la
Barrosa. A la planta le gusta la humedad en el aire pero no en las raíces, que
permanecen siempre al lado de canales de drenaje que arrastran el agua
sobrante. Unos arbolillos plantados a intervalos regulares sombrean con sus
copas ligeras las hojas de las plantas y enfrían el aire circundante. La
temperatura fresca y casi constante de la montaña hace el resto. Los
trabajadores a menudo viven en coloridos pueblos construidos en las mismas
fincas. El té, tomado en cualquier pequeño bar o en las mismas plantaciones,
tiene un sabor que en nada se parece a lo que tomamos en nuestras casas. Es espeso,
afrutado y de un color dorado parecido a la miel. El sabor permanece largo
tiempo en la boca como el de un dulce exquisito.
Estupenda y preciosa entrada Jose. Has hecho una muy buena descripción así como observación de las plantaciones de la Camellia sinensis, clima, riego, humedad..., aquellos factores importantes para su buen desarrollo. Mis felicitaciones.
ResponderEliminar¡El paisaje espectacular!
Casualmente casi coincidimos en la publicación el mismo día.
Un abrazo
Gracias Juan. Las camelias dan para muchas entradas diferentes.
ResponderEliminarUn abrazo.
no se si me quedo con Holanda o con Srilanka... envidia la misma me das... jeje Feliz año
ResponderEliminarMuchas gracias, Mario
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