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Una prado de montaña lleno de flores, a principios de Julio. |
Hace un par de semanas uno de los
programas estrella sobre jardinería de la BBC, el que dirige el conocido
jardinero Monty Don, dedicaba un especial a los “Wild Meadows” (Prados
silvestres) de Inglaterra. Comentaba que, desde la Segunda Guerra Mundial, el
97% de los prados silvestres de Inglaterra han desparecido bajo una
agricultura intensiva que incluye la completa modificación de lo que conocemos
como prados o praderas. Mediante herbicidas, replantaciones o abonos especializados,
en la mayoría de los prados de ese país, la famosa campiña inglesa, tan solo
crecen gramíneas para sustento del ganado. Obviamente las gramíneas no producen
flores, con los cual se ha perdido las típicas praderas con flores que todos
conocemos, incluso los habitantes de cualquier ciudad cuando salen un día al
campo. Lo peor no es que se haya perdido un importante componente estético del
paisaje, sino que con ello ha desparecido la alimentación de un enorme número
de especies de insectos y otros animales, incluidas las abejas, tan importantes
para la polinización de todo tipo de cosechas y para nuestra propia
supervivencia. El año pasado lo pude
comprobar en junio, durante mi visita a diferentes jardines ingleses del centro
del país. El paisaje sigue siendo uniformemente verde, pero apenas se ven
flores silvestres y cuando se ven pertenecen a tan solo una única especie,
principalmente a algún tipo de cultivo. Esta situación ha creado tanta alarma
que hasta la familia real inglesa ha tomada cartas en el asunto y se ha
promocionado la compra por parte del estado y de instituciones públicas y privadas,
de decenas de hectáreas en todo el país con el fin de reconvertirlas en “prados
naturales” o “wild meadows”. Algo similar está ocurriendo en Alemania y muchos
otros países europeos, incluido nuestra vecina Francia. La desaparición de las
abejas y de otros insectos polinizadores está causando verdadera alarma en gran
parte de los países occidentales.
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Iris latifolia creciendo en medio de un prado de montaña. |
Mientras, aquí en España permanecemos
al margen, y a nadie le importa un bledo la desaparición de las praderas
silvestres y la conversión de miles de hectáreas de praderas públicas y
privadas, sobre todo en el norte del país, en auténticos zarzales, abandonados a
su libre albedrío según se desertizan miles de pequeños pueblos y se abandona
la agricultura y ganadería de consumo que
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Este espléndido Lilium martagon crece a menudo en los prados de montaña de Asturias |
hasta ahora ha mantenido esos
pastizales y prados en el mejor estado posible tras siglos de siega, abono
orgánico y control de zarzas y malas hierbas.
Esos prados con decenas de especies de plantas silvestres (unas 50 por
metro cuadrado) que florecen de forma consecutiva durante meses, no han nacido
de forma natural ni han estado ahí desde siempre. Son fruto del trabajo de los agricultores y ganaderos de este país y de un modo de cultivo y aprovechamiento del campo de forma
natural. Durante decenas de generaciones el hombre y las abejas (además de
muchos otros insectos, aves y mamíferos) han convivido y se han beneficiado
mutuamente de esta convivencia. Esa forma de vida está despareciendo tan
deprisa que da vértigo pensarlo. A veces cuando salgo con mi cámara de fotos
por esos pastizales y prados cercanos a la Barrosa tengo la impresión de que
tan solo hago “fotos para el recuerdo” y que en unos pocos años todo este paisaje
probablemente desparezca. No estoy hablando de forma apocalíptica sino
comentando algo real, fruto de la experiencia. Tan pronto uno de estos prados
se abandona (no se siega, ni se abona, ni se controlan las malas hierbas o
arbustos durante varios años), la variedad de flores silvestres y especies de
plantas desciende de forma alarmante. Diez años después de abandonarlo, han
desaparecido casi por completo invadidas por zarzas y arbustos. La pradera se
sustituye por un sotobosque, en muchos casos de especies invasoras. Las abejas
y otros insectos tienen muy poco que hacer en ese nuevo paisaje. Tal vez
algunos dirían que es la naturaleza la que reclama de nuevo su espacio ocupado
durante siglos por la labor destructiva del hombre y su agricultura. Muchos ecologistas
en realidad lo ven así, pero a mí me produce una enorme tristeza ver esa
autodestrucción del paisaje, y de la cultura humana que tardó decenas de siglos
en construirlo. No lo sé. Tal vez Monty Don no sea más que un romántico
luchando por una batalla perdida. ¡A quién le importa la desaparición de esos
prados llenos de flores más que a unos pocos aficionados a la jardinería! Aquí
quedan unas fotos para el recuerdo y a buen seguro que seguiré insistiendo
sobre el tema y poniendo fotos de vez en cuando.
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Amanecer en la montaña cercana a la Barrosa. |
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Jasione montana creciendo en un prado. |
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Las flores de Digitalis purpurea suelen crecer en zonas de sombra |
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Un antiguo establo ya invadido por las zarzas. |
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Las flores de los prados van sucediéndose cada diez o quince días mostrando una prevalencia de una docena de especies en cada momento. |
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Echium vulgare y Trifolium. |
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Campánula, Rhinantus, Lotus corniculatus. Centaurea son algunas de las más comunes en la primera quincena de Julio. |
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La abundancia de Rhinantus minor es una de las mejores muestras del buen estado de una pradera silvestre.
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Cuando imperan las gramíneas disminuyen las flores. esto se debe principalmente a un abonado intensivo del terreno. Tal pronto deja de abonarse con intensidad la variedad de plantas de flor se incrementa. |
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Las plantas umbelíferas son muy abundantes en las praderas en Julio. |
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Antirrhinum majus. |
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Centaurea nigra (rosa) y Daucus carota (blanco) llenan este prado listo para la siega. |
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Angelica sylvestris en un prado. |
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El brezo (Erica) crece en los terrenos más pobres y secos de montaña.
Un excelente tejo (Taxus baccata) creciendo en un roquedal en el Puerto de Vegarada.
Las praderas sobre roquedales calizos muestran una enorme variedad de flores silvestres.
Iris, Centaureas, Rhinantus, etc, creciendo sobre un roquedal.
Una Angélica sobresaliendo sobre un mar de Rhinanthus y Trifolium.
La ganadería no intensiva tiene una enorme importancia en el mantenimiento y abonado de las praderas naturales de flores silvestres.
Las vacas y otros mamíferos mantiene bajo control la proliferación de arbustos de Ilex aquifolium (acebos) y Citisus (retamas) al comer las ramas jóvenes.
A las Angelicas les encantan los prados de montaña.
Una mata de clavelina (dianthus hipossifolius) difunde un aroma tan sutil que no hay nada comparable en el mundo.
Centratus ruber.
Tomillo rastrero (Thymus praecox) creciendo sobre la roca caliza.
Las flores de esta Saxifraga pintan de blanco los roquedales de montaña en Julio.
Los perros mastines cuidan el ganado en los pastizales comunes de los puertos de Asturias.
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Amigo José, has hecho un excelente trabajo y no puede caer en el olvido. Cuando lo he leído se me han puesto los pelos de punta. Creo, que entre todos debemos poder dar la publicidad que requiere. Si somos muchos algún efecto surtirá. En Facebook se suele hablar mucho de estos temas. Se me ocurre si te parece bien poder publicar en Facebook un enlace que lleve a tu publicación lo que se suele llamar “compartir” y lo lean cuanto más gente mejor. Pero el titulo debe de ser algo llamativo y fuerte para que llame mucho la atención. Si te parece bien lo podríamos hacer todos. Ya me dices algo estaremos en contacto.
ResponderEliminarYo tengo contacto en Facebook con La Tabla que no recuerdo el nombre de ella y con Mónica de Guía de Jardín, también tengo a Montse y seguramente podremos conseguir muchos más.
Un abrazo y felicidades por la publicación.
Gracias Fernando. Este es un tema muy ligado al abandono y desertización de los pueblos y zonas rurales de este país, que a mi me preocupa mucho por vivirlo en primera plana y porque me gusta la naturaleza y el campo. Tiene difícil solución, pero mientras en otros países se habla de ello y se toman algunas medidas, por pequeñas que parezcan para contrarrestarlo, aquí a nadie parece importarle. Por otra parte los ecologistas parecen más centrados en que sobrevivan lobos, osos y algunos otros animales que tienen todo el derecho a vivir, sin ser conscientes de que todo está relacionado y de la que la desaparición de la vida y cultura rural humana que lleva siglos de convivencia y de relaciones muy estrechas con el medio natural es mucho más importante para nuestra supervivencia y futuro que el que haya cien lobos más haciendo la vida imposible, en muchos casos, a los pocos habitantes que quedan en los pueblos semi abandonados de este país. Al menos yo lo veo así. Tienes mi permiso para poner enlaces en todos los portales que te parezca a ver si la gente empieza a ver el campo de otra manera y con otros ojos.
ResponderEliminarUn abrazo.
pueblos
Gracias amigo José ya lo he publicado. Por cierto no soy Fernando, pero no te preocupes a mi me suele pasar también soy Juan Tarrero.
ResponderEliminarUn abrazo
alguna inciativa hay tambien en españa y en asturias concretamente si no recuerdo mal... sospecho que más por pillar fondos europeos...que por conservar las praderas de montaña... Voy a dejarlo aqui que me enciendo y no es plan... pero los ecopelmazos como dice el gran Juan Andres Oria estan haciendo más daño al ecosistema que los ganaderos y agricultores en extensivo tradicionales a los que critican dichos ecopelmas... Por suerte las "malas hierbas" tienen la mala costumbre de ser duras y prosperan pese a todo... lo malo es que llegará un momento que no habrá zonas de donde puedan recolonizar...
ResponderEliminarTus fotografías son preciosas, Jose Antonio. No tenemos mayor tesoro que esos prados que muestras. Eso junto a los ríos, los mares, las montañas y los bosques. No porque sean un lujo, son una necesidad. Y parece mentira, pero poco a poco lo estamos destruyendo todo. Es muy triste.
ResponderEliminarEstos prados con flores silvestres son preciosos sin duda y, al menos por unos pocos años, aún podemos disfrutarlos en muchas partes de este país, lo cual es un lujo, ya que en muchos otros países europeos han desaparecido casi por completo.
EliminarSaludos
Has hecho un magnífico reportaje, José Antonio, las fotos son preciosas y estoy totalmente de acuerdo contigo en cuanto al contenido, la flora silvestre cada vez es más escasa, las abejas y las mariposas se ven menos y eso es preocupante, a mi me preocupa desde hace mucho tiempo. La despoblación, la falta de cultivos y del pastoreo lleva a que existan extensiones de malezas incontroladas que son pasto de las llamas al mínimo descuido, lo vemos cada año con los incendios.
ResponderEliminarImporta y mucho.
Un abrazo.
Gracias Montse. Según se abandonan los pueblos las zarzas lo invaden todo y el peligro de incendios se incrementa de forma exponencial, Eso está pasando en todo el país y en el futuro las cosas irán a peor, sin duda.
ResponderEliminarUn abrazo.