martes, 19 de agosto de 2025

Las Terrenas, Samaná. República Dominicana.

 


Muchachos con una tabla de surf en la playa de las Terrenas.

La península de Samaná, en el nordeste de la República Dominicana, ha pasado de ser un sitio apenas conocido por unos pocos europeos, a convertirse en lugar de moda para una parte importante de los propios dominicanos, así como para un sector cada vez más abundante de turismo internacional. Aún está lejos de ser un lugar masificado, gracias a que aún no se han construido grandes resorts ni hoteles masivos, pero mucho me temo que en unos pocos años, este lugar paradisíaco termine sucumbiendo al turismo de masas, como tantos otros lugares en el mundo. Durante mi viaje de invierno este año, pasé un par de semanas en la Terrenas, el lugar más turístico de esta península, y lo cierto es que aún conserva ese ambiente de pueblo, donde los pescadores venden sus capturas en la playa y has sitio más que de sobra para tumbarse bajo una palmera y disfrutar del susurro de las olas sin tener nadie alrededor. Las cosas suelen cambiar un poco durante los fines de semana, cuando se acercan miles de habitantes de la capital para disfrutar de la playa, pero el resto de la semana es una bendición.



Playa de las Terrenas un día de semana.

Cuesta creer que casi toda la península de Samaná estaba vacía aún en los años 40 del pasado siglo y fue un empeño del presidente Trujillo, quien en 1946 fundó el pueblo de las Terrenas trasladando habitantes empobrecidos de la capital a esta región, con el fin de que se convirtieran en campesinos y pescadores. La carretera asfaltada no llegó hasta 1989, y la luz en 1994. En 2012 una nueva carretera desde Santo Domingo hasta Samaná convirtió el trayecto de 155 kilómetros en algo practicable en un par de horas y el turismo comenzó a crecer casi de forma inmediata, sobre todo con la llegada de inversores extranjeros, principalmente franceses, que huían de Haití en busca de mejores lugares para los negocios. Desde los años 60 los franceses fueron comprando algunas tierras, construyendo casas y abriendo negocios de hostelería y hoy en día su presencia sigue siendo más que notable. Uno oye hablar casi tanto francés como español y, al atardecer y los fines de semana, el juego de petanca en decenas de bares y restaurantes parece ser la afición preferida por los visitantes.



Visitando las cascadas de Limón.

Pasé dos semanas en un apartamento, en una gran casa con jardín cuyos propietarios eran una pareja de ex-hippies franceses. Me encantó el lugar y disfruté enormemente de la media docena de playas que se extienden entre palmerales, algunas todavía sin construcciones y en un estado casi virgen, aunque me temo que no por mucho tiempo. El pueblo se extiende a lo largo de la calle principal hacia el interior, y una pequeña carretera bordea toda la costa donde se suceden pequeños hoteles y edificios de apartamentos no muy ostentosos. Hace unos años ardió el llamado “pueblo de pescadores” donde se amontonaban bares, restaurantes y galpones de pescadores. Una pequeña parte se salvó y otra parte lo han vuelto a reconstruir con un aspecto más moderno y funcional. Algunos aún no estaban en funcionamiento este año. No faltan decenas de restaurantes donde sirven pescado y carne a la brasa en la misma playa. También un buen número de bares y pubs, aunque la gente local y algunos turistas sigue llenando las aceras frente a las tiendas de bebida y colmados como si fueran auténticas discotecas al atardecer.



Paseo de la playa.

Hice algunas excursiones, entre ellas una a la conocida cascada “Limón”, con una excelente caminata a través de la selva. También está cerca el parque de los Haitises aunque no tuve tiempo para visitarlo. Sin duda las Terrenas es un lugar muy recomendable para escapar del turismo de masas del sur, en un ambiente tranquilo y con unas playas maravillosas. No es tan bonito ni tan pintoresco como las Galeras, otro lugar de Samaná del que hable en otra entrada anterior, pero merece la pena pasar un tiempo aquí y disfrutar de un entorno natural todavía bien conservado.






Hotel antiguo de madera en las Terrenas.


Playa Punta Poppy.




Atardecer en Punta Poppy.




Playa Bonita.


Playa Bonita a un par de Kilómetros de las Terrenas.



En esta enorme ensenada hay varias playas seguidas con villas de alquiler, pequeños hoteles y mucha arena vacía.



De camino a Playa Cosón, una playa casi salvaje y sin construcciones.




Excursión a las cascadas del Limón.


Un gran Ceibo de camino a la cascada.


Esta cascada tiene unos 45 metros de altura y una gran poza de agua verde para nadar.




El agua está bastante fresca y nadie se atreve a remojarse.


Plantas tropicales en un restaurante cerca de la cascada.


Se puede ir  a las cascadas en caballo.


Durante la mañana llegan las barcas de pescadores con las capturas del día que se venden en la misma playa. Una de esas langostas suelen costar unos 6 a 8 euros, dependiendo del peso.



Paseo en Playa las Terrenas.




Playa las Ballenas próxima al pueblo.




Bares al lado de la playa.


2 comentarios:

  1. me ha recordado un viaje que hice a la isla de Guadeloupe en las antillas francesas. Desde luego se nota que has viajado desde antes de que se pusiese de moda en el hotel todo incluido pulserita etc... me gusta más lo que nos muestras tu que lo otro...

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  2. Bueno nunca he estado en uno de esos hoteles de todo incluido y espero seguir así. De momento aún se puede viajar por libre sin problema en cualquier parte. Y todavía quedan lugares maravillosos como estas playas.
    Un saludo

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